Franco Germaná Inga

El Perú de Mercedes

Cómo ven los peruanos en el extranjero la crisis política

El Perú de Mercedes
Franco Germaná Inga
18 de octubre del 2018

 

Sentado en un café Costa de Leith Walk (en Edimburgo) encontré al Perú. Este tuvo forma de mujer, cusqueña, aproximadamente 1.50 metros de estatura, pero varios kilómetros de personalidad. Ella es multifacética: trabaja, monta bicicleta, escala montañas, hace postres, arregla lavadoras, maneja con destreza el taladro eléctrico y es la líder de la comunidad peruana en Edimburgo. Entre sus diversos logros está peruanizar a su esposo escocés, a quien —por cierto— le gusta el huacatay. Mercedes es muchas cosas, pero sobre todo una mujer de opiniones claras. Esta columna es para ella, quien quizás sin darse cuenta me ha salvado de dos maneras.

En primer lugar, gracias a ella tengo un techo. Luego de terminar la maestría en Estudios de Políticas Públicas en la Universidad de Edimburgo me tuve que mudar de la residencia universitaria en la que vivía. Por decidir a último minuto que me quedaría para mi graduación a fin de año, solo tuve una semana para buscar un lugar donde vivir. Solicité consejería sobre alojamiento en la Asociación de Estudiantes y, atónita, la consejera me orientó, sí, pero sobre cómo pedir ayuda al municipio por estar en riesgo de indigencia. Ella fue clara: “Franco, no creo que vayas a encontrar casa antes de que venza tu contrato”. Fue ahí que me pegó en la cara la realidad. En dos días fui a cuatro vistas de departamentos y me di con la sorpresa de que alrededor de 30 estudiantes visitaban los mismos lugares que yo. La competencia era brutal; incluso desconocidos decidían vivir juntos arrendando cada uno un cuarto. Y yo pensaba que iba a ser el único postor. Ingenuo.

Felizmente, Dios pone a las personas indicadas en el momento indicado. Una amiga estadounidense con la que fui a Kenia para realizar nuestra investigación de campo para la tesis me dijo que regresaría a Nueva York para visitar a su familia por un mes, y que su departamento iba a estar vacío por si quería arrendarlo. Llegamos a un acuerdo y así fue como me mudé junto con un amigo colombiano. Él es ingeniero mecatrónico, magíster en Inteligencia Artificial, músico aficionado y recientemente montañista. Pocas veces he visto a una persona tan talentosa, tan es así que en lugar de llamarlo por su nombre a veces lo llamo “el futuro de Colombia”. La ilusión de comodidad que teníamos se acabó cuando nos dimos cuenta de que la rutina diaria de buscar trabajo nos había consumido y que —de nuevo— estábamos en riesgo de terminar en la calle.

Fue así como sentí en carne propia el drama que viven muchos de nuestros compatriotas que emigraron al exterior en busca de una mejor vida para sus familias. Poco o nada importó que sea abogado graduado con el primer puesto de la promoción, que tenga experiencia como consultor, que haya ganado la Beca Presidente de la República o que tuviera una maestría en una de las mejores universidades del mundo. Las empresas e instituciones públicas suelen ofrecer contratos prolongados pero yo siempre estuve con un pie dentro y otro fuera del Perú, siempre esperando con expectativa mi fecha de retorno. Por ello, decidí buscar un trabajo a tiempo parcial para aprovechar mi tiempo libre para desarrollar proyectos personales que me apasionan y que ya contaré en su momento. Postulé para ser lavaplatos, mozo y guía turístico. La competencia también fue brutal porque en Europa, a diferencia de lo que lamentablemente suele pasar en el Perú, todo trabajo es visto como digno. Hoy sueño con la sonrisa de mi familia cuando escuchen sus apellidos ser pronunciados en el majestuoso McEwan Hall, cuando las autoridades me llamen para entregarme mi título. Con esa mentalidad y sin complejos puedo decir que trabajo de guía, y la verdad es que hasta me gusta.

Fue entonces cuando Mercedes entró a mi vida. La había visto solo una vez hace meses, cuando ella organizó una reunión de peruanos para ver el partido contra Colombia que selló nuestra clasificación al repechaje. Sin nada que perder, la cité en el café Costa y le pregunté si es que me podía quedar en su casa. Acordamos un precio y por fin respiré tranquilo. Dudé de hacer una pregunta adicional porque no quería quedar como confianzudo, pero al final le pregunté si es que el colombiano también se podía quedar. Ella aceptó y le brindó el sofá-cama de su sala. Así es Mercedes, mi “cónsul ad honorem”.

En segundo lugar, ella me ha salvado porque por fin puedo conversar sobre el Perú. Durante un año, yo he hablado sobre el Perú, pero no he conversado porque para ello se necesita un interlocutor enterado. Para mi sorpresa, en el extranjero nuestro país es aún un enigma del que poco se sabe, salvo que unos tales incas construyeron Machu Picchu. Mercedes no fue a la universidad, pero eso no es óbice para que ella esté indignada por las fechorías de nuestros políticos, quienes gentilmente nos han proporcionado temas de conversación. Por primera vez en nuestra historia, un expresidente y su esposa entraron a la cárcel, así hayan salido luego. El expresidente Fujimori recibió un indulto, se anuló el indulto y luego se aprobó una ley para evitar que regrese a la cárcel. Se solicitó la extradición del expresidente Toledo. PPK se convirtió en expresidente y dejó en crisis al Poder Ejecutivo. Keiko y Kenji tuvieron una guerra fratricida que dejó en crisis al Poder Legislativo. El Caso CNM Audios dejó en crisis al CNM y al Poder Judicial. Vizcarra arrincona al Congreso, Keiko termina presa y todo indica que hará falta construir un pabellón de políticos en la cárcel. Tal como Mercedes me dijo recientemente, “caiga quien caiga y sin piedad, para limpiar todo lo que contamina” es un ardiente pedido que estoy seguro los más de 100 peruanos que vivimos en esta fría ciudad compartimos.

Ubi bene, ibi patria es una frase en latín que se traduce como “en dónde se está bien, ahí está la patria”. Desde que me fui la fecha de retorno se ha acercado y postergado más de una vez en mi calendario. Por lo pronto, mi patria está en la pequeña casa de la pequeña Mercedes.

Edimburgo, 15 de octubre de 2018.

 

Franco Germaná Inga
18 de octubre del 2018

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