Silvana Pareja

De la pelea por el poder al pacto por el futuro

La prioridad de nuestros políticos es controlar el Estado, y no transformarlo

De la pelea por el poder al pacto por el futuro
Silvana Pareja
12 de diciembre del 2025

 

Convivir hoy en el Perú se parece a caminar por un campo minado: la economía aprieta, la política se ha vuelto un ring de desconfianzas y, sin embargo, debajo de todo eso, el país sigue obstinado en tener esperanza. De cara a las elecciones de 2026, esa tensión entre miedo y esperanza será el verdadero escenario de disputa. La pregunta es: ¿vamos a seguir discutiendo rostros y escándalos, o por fin vamos a discutir problemas y soluciones?

Nuestra sociedad política está fracturada. Los partidos tradicionales llegan desgastados, los nuevos carecen de estructura y muchos de los que se presentan son, en el mejor de los casos, improvisaciones con logo. Esa debilidad organizativa se traduce en algo más grave: la incapacidad de asumir los problemas del país como propios. Los actores políticos hablan sobre la pobreza, la desigualdad o la inseguridad, pero rara vez se comprometen a resolver esos problemas de manera sostenida. El resultado es una política reducida a disputa de cuotas de poder económico, donde la prioridad es controlar el Estado antes que transformarlo.

Mientras tanto, los problemas estructurales siguen ahí, tercamente iguales o peores. La salud pública continúa fragmentada y subfinanciada; la brecha entre quien puede pagar una clínica y quien espera semanas por una cita se ha normalizado. La educación arrastra déficits de aprendizaje, infraestructura precaria y docentes abandonados a su suerte. El desarrollo social se reduce muchas veces a programas asistencialistas de corto aliento, sin una estrategia clara para construir ciudadanía, empleo digno e integración territorial. Nada de esto es un misterio: los diagnósticos están escritos, los datos son públicos, las historias cotidianas lo confirman.

Por eso, el debate político rumbo a 2026 no puede seguir girando en torno a quién grita más fuerte o quién promete castigos más duros. Necesitamos cambiar las preguntas. En salud: ¿qué pacto estamos dispuestos a asumir para garantizar, en diez años, un sistema unificado, digno y cercano a la gente? En educación: ¿qué reforma integral pondrá al estudiante y al docente al centro, más allá de cambios cosméticos en currículos o evaluación? En desarrollo social: ¿qué vamos a hacer para que la política social deje de ser clientelismo y se convierta en construcción de capacidades y derechos?

Orientar el debate implica exigir a cada candidatura tres cosas mínimas: claridad de diagnóstico, prioridades concretas y mecanismos de rendición de cuentas. No basta con decir “mejoraré la salud y la educación”: hay que explicar qué se va a hacer primero, con qué recursos, en qué plazos y cómo la ciudadanía podrá vigilar esos compromisos. Quien no pueda responder a eso no está haciendo política, solo marketing.

El Perú ya pagó demasiado caro la improvisación. Si las elecciones de 2026 se convierten otra vez en una competencia de eslóganes, seguiremos caminando sobre el mismo campo minado. Pero si logramos que la agenda se organice alrededor de salud, educación y desarrollo social, con propuestas verificables y compromisos medibles, la esperanza dejará de ser un acto de fe para convertirse en un proyecto compartido. Esa es la verdadera elección que tenemos por delante.

Silvana Pareja
12 de diciembre del 2025

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