En río revuelto, ganancia de pescadores

A pesar de las difíciles circunstancias que el país y los peruanos venimos atravesando —y justo cuando parecía que nos acercábamos a un momento de tranquilidad—, la presidenta recibía la aprobación del Congreso para un nuevo viaje al exterior (del 7 al 11 de junio a Francia). Todo esto ocurría a escasos días de que el gabinete ministerial presidido por Eduardo Arana deba presentarse ante el Pleno del Congreso, el 12 de junio, para exponer la política general del gobierno y las principales medidas de su gestión.

Sin embargo, altos funcionarios del Ejecutivo, de forma terca y absurda, agitan innecesariamente las aguas, resbalando en sus responsabilidades y llevándonos de vuelta a una realidad donde el desgobierno se impone con fuerza, exigiendo atención urgente.

El primer hecho que enciende las alarmas es la decisión del Poder Judicial de impedir la salida del país al exministro del Interior, Juan José Santiváñez, como parte de una investigación por presunto tráfico de influencias. La Sala Penal Permanente de la Corte Suprema declaró fundado el recurso presentado por la Fiscalía de la Nación, disponiendo que el exministro no podrá salir del país por un plazo de 18 meses. Lejos de asumir esta decisión con la seriedad que amerita, el actual jefe de la Oficina General de Monitoreo Intergubernamental del Despacho Presidencial se burló públicamente, escribiendo en redes: “Pucha, me perderé el Mundial y mis conciertos”. Su comentario, soberbio y sarcástico, evidencia no solo una falta de inteligencia y humildad ante una resolución de un poder del Estado, sino también una vanidad fuera de lugar.

En segundo lugar, se hizo pública —pese a su aparente valor técnico— la decisión del Ministerio de Cultura de reducir en un 42% el área intangible protegida de las Líneas de Nazca, pasando de 5,600 a 3,200 kilómetros cuadrados. El ministro del sector, Fabricio Valencia, justificó la medida argumentando una “optimización de la gestión del lugar” y admitió la presencia de yacimientos mineros en la zona, reconociendo incluso que no se cuenta con información precisa sobre los minerales extraídos. La reacción fue inmediata: diversos sectores exigieron su renuncia.

Es importante recordar que las Líneas de Nazca han sido declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, como “el grupo de geoglifos más destacado del mundo, incomparables en extensión, magnitud y diversidad con cualquier otro trabajo similar en el planeta”. También vale la pena citar a María Reiche, quien señaló: “Tenemos aquí el testimonio en gran escala y único en el mundo del primer despertar de las ciencias exactas en la evolución de la humanidad”. Ante esto, la decisión del ministerio resulta no solo errática, sino tan incendiaria para nuestro patrimonio cultural como lo sería ceder parte de nuestro mar territorial.

En tercer lugar, la Comisión de Fiscalización del Congreso aprobó el informe final sobre el llamado “caso Cofre”, que implica directamente a la presidenta Dina Boluarte. El documento recomienda otorgar facultades de comisión investigadora, reformar el reglamento del Congreso para dotar de capacidades permanentes a este grupo de trabajo, y evaluar la posible comisión de delitos por parte de al menos nueve personas, entre ellas el exministro Santiváñez y varios altos mandos policiales. Además, se plantea la posibilidad de vacancia presidencial por incapacidad moral permanente. El caso gira en torno al presunto encubrimiento del prófugo y líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, mediante el uso indebido del vehículo presidencial.

Y, por si fuera poco, mientras todo esto ocurría, la Fuerza Aérea del Perú anunció que el cuerpo de la alférez Ashley Vargas fue hallado dentro de la cabina del avión KT-1P, casi tres semanas después de su desaparición. Con solo 24 años, Vargas había sido la primera de su promoción en la Escuela de Formación de Pilotos de la FAP y recibió la Espada de Oro en 2022. Las circunstancias de su muerte han generado múltiples hipótesis y serias dudas sobre el manejo interno en la institución.

Arrogancia, desconocimiento del valor del patrimonio cultural, presión por intereses mineros, avances en la verdad sobre el “caso Cofre” y oscuridad dentro de las Fuerzas Armadas: todo configura un escenario donde la soberbia, la incultura, la irresponsabilidad ética y los intereses ocultos vuelven a sembrar la desconfianza en un Ejecutivo excesivamente protegido por el Legislativo.

No debemos olvidar que no se puede construir una vida plena sobre la negación de lo esencial. Las apariencias pueden inflar egos o generar titulares, pero jamás reemplazan a la verdad ni al deber moral con quienes dependen de nosotros.

Aún es tiempo de corregir con valentía y de afirmar con fuerza lo positivo, sacudiéndonos de la corrupción que hoy amenaza con tomar por asalto el Estado peruano.