Guillermo Vidalón
¿Izquierda versus derecha?
La denominada “derecha” ha sido más eficiente en el manejo de la cosa pública

Los movimientos de izquierda en Latinoamérica siempre reivindicaron para sí la demanda de la justicia social, como si los sectores que no comparten ese pensamiento estuviesen alejados del mismo objetivo. Un país que progresa requiere estabilidad política y normativa, así como mantener su moneda porque eso es lo que genera ahorro a corto, mediano y largo plazo. Y una visión que tenga incorporada dentro de su proceso de análisis la reflexión sobre la búsqueda de la justicia social, generando oportunidades de desarrollo y no pretendiendo detener o ralentizar el desarrollo a quienes han logrado un mejor estándar de vida.
Convocar a una “movilización desde abajo, por una democracia real” es demagógico. Se pretende convocar a una gran asamblea para que sea “la ciudadanía” la que decida el rumbo que debe tomar un país. Esta acción es una ‘falacia ad populum’, que apela a las mayorías que asisten o son forzadas a participar bajo amenaza del establecimiento de multas. Si se preguntara en una gran asamblea si la población prefiere no pagar impuestos, lo más probable es que la aprobación de dicha propuesta sea abrumadora. En este escenario, ¿con qué recursos se financiaría el cierre de brechas sociales?
Las izquierdas han apelado a la agitación y movilización, infiltrando organizaciones sociales, sindicatos, etc., con la finalidad de lograr el mayor número de adeptos para después afirmar que los procesos electorales son un mecanismo para asirse del poder, carecen de convicción por la alternancia en el manejo de la cosa pública. Ejecutan sus políticas al costo que sea, porque se autocalifican como moralmente superiores.
Lo sucedido con la ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán, que manifiesta haber recibido “aportes de campaña” –léase coimas– para financiar su “no revocatoria” es una muestra de ello. Decidió incurrir en actos de corrupción, en perjuicio de la ciudadanía, bajo el supuesto que su opositor político era peor que su grupo; por lo tanto, debía seguir gobernando.
En cambio, la denominada derecha sí ha sido más eficiente en el manejo de la cosa pública, aunque tampoco ha estado exenta de actos de corrupción. Pero su vocación por la estabilidad macroeconómica ha tenido un resultado más favorable que la simple abstracción denominada ‘justicia social’. Sobre todo, en países con un alto grado de informalidad donde la población genera su propio empleo.
Para el trabajador informal, las luchas por un incremento en la remuneración mínima vital resultan intrascendentes, sus ingresos no se rigen por estos dispositivos, asimismo, carece de beneficios sociales. ¿Qué lo impacta favorablemente? Que sus ingresos no pierdan valor, es decir, que la inflación sea baja, que la moneda tenga un valor estable a lo largo del tiempo. En consecuencia, el trabajador informal no lucha por una abstracción, sino por una acción concreta.
¿Cuáles son esas acciones?
- Que su vivienda sea reconocida registralmente, que cuente con servicios públicos básicos, como saneamiento, electricidad, telefonía, conductividad.
- Que las ciudades sean seguras, que el ciudadano no sea sujeto de violencia física o verbal, que no sea víctima de la extorsión, el sicariato, el secuestro, entre otros delitos.
- Que no pierda valiosas horas de su vida en el transporte público para acceder a sus centros de trabajo o estudio.
- Que disponga de una oferta educativa y de atención y cuidado de la salud de calidad.
- Que las instituciones responsables de administrar justicia (PNP, fiscalía, poder judicial e INPE), realicen una labor acorde con las expectativas de la población.
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