Hugo Palma
La seguridad no se parcha
No es hora de ilusiones sino de acción ciudadana

La delincuencia está produciendo pánico en la población. Y más allá de cacareos, acusaciones mutuas, proponer idioteces, prometer mejoras, inflarse con cifras, el fracaso del Estado en su primera y más importante responsabilidad, que es proteger a sus ciudadanos, resulta clamoroso, obsceno y doloroso. Y también una amenaza a la subsistencia del país como entidad política, integridad territorial y nacional y opción de futuro.
¿Exagero? Veamos. En los hechos, el Estado se está comportando como enemigo del pueblo. ¿O es que los peruanos somos todos estúpidos y despreciamos y repudiamos injustificadamente a la gran mayoría de autoridades a las que pagamos para que nos protejan y faciliten nuestros esfuerzos para mejorar la salud, educación, economía, progreso social, crecimiento cultural, adaptación al mundo cambiante, y nuestra convivencia humana, pacífica y creativa? No y no. Se han ganado solos sus calificativos de ignorantes, corruptos, delincuentes, ineptos, improvisados, cínicos y aprovechadores.
Negarán todo, obviamente. Pero los resultados están ahí y el pueblo peruano sufre más cada día. En materia de inseguridad, no son solamente ignorantes sino que ellos mismos la promueven por sus actuaciones delictivas y su alianza fáctica con la criminalidad. Han descubierto que no hay camino más fácil al dinero que el ejercicio del poder y su mantenimiento indefinido. Por ello, su inocultable empeño en destruir todo lo que funcione o mejore cualquier aspecto de la vida de los peruanos.
No nos engañemos más ni esperemos nada de estas autoridades. Hay excepciones, cierto, pero no pueden contra la concertación de intereses espurios. La seguridad no deriva de sus rancias propuestas: penas mayores o de muerte, más policías, armas y equipos, instrucción pre militar, construcción de cárceles, más leyes y reglamentos, etc. Al contrario. La situación del país es muy grave por la penetración de la delincuencia en la política. ¿Imaginemos cómo hubiera sido la historia si muchas autoridades apoyaban a Sendero Luminoso? Claro; no es exactamente así pero de hecho el extremismo está presente y actuando y al final podrá haber guerras entre bandas ideológicas o simplemente de delincuentes disfrazados de políticos, pero los muertos y otras víctimas los pondremos nosotros, el pueblo del Perú. No seamos ingenuos porque en este conflicto, hasta que se pruebe lo contrario, estamos solos.
El Ejecutivo abre un “Cuarto de Guerra” y lo cierra pero no cuenta sus “logros”. ¿En la PNP será que sigue la compra de ascensos? En el Ejército los helicópteros en Panamá, los fusiles israelitas, los blindados coreanos y la vinculación de FAME con el CCFA y el Mindef no hay quien los entienda. Los 24 aviones de combate de la FAP nos protegerán de enemigos externos (como si hicieran falta). Para cuando lleguen, ojalá que quienes podrían estar gobernando los dejen aterrizar. Mientras esas cuestiones siguen pendientes de respuesta, nadie protege a los valientes defensores de la ley que arriesgan hasta su vida en defensa de las nuestras. Y, de postre, la Comandante Suprema manda decirnos que las guerras contra la corrupción y la delincuencia van muy bien, gracias.
El Legislativo no aplaudió la masacre en Pataz, pero le encantan sus leyes en apoyo de la minería ilegal y la delincuencia en general, comenzando por la suya, ahora acaramelada con la recuperación de su impunidad. Sólo les falta decir “el pueblo (o sea ellos) lo pide” Ya le va a ganar al Banco Central en emitir billetes. El Ministerio Público y la Justicia con graves problemas y de pleito; y ambos con la Policía y todos con la legislación.
La seguridad no se puede parchar y menos cuando los responsables la siguen pinchando. Requiere una reforma profunda, extensa y sostenida, en que participen todas las entidades relacionadas al deber del Estado de mantener el monopolio del uso de la fuerza. Además de las mencionadas, incluir al INPE, Sunat y Aduanas, Contraloría y el sector académico privado. Como la calamidad tiene poderosos elementos internacionales, también debe participar RR.EE. y siempre se puede pedir apoyo a organismos internacionales especializados o países que puedan decirnos algo en serio. Y la reforma exige dejar de lado sus paralizantes peleas actuales, en concierto, con clara conciencia del drama que vive la ciudadanía y auténtico propósito de lograr objetivos que protejan la vida, integridad y propiedad de los peruanos. Como es obvio, los actuales dueños del poder no harán nada de eso. Para ellos, sería contra natura.
Para salir de un pozo, lo primero es dejar de cavar. Y cavar más es precisamente lo que están haciendo los hoy responsables. Y también lo que pretende la mayoría de quienes aspiran a ocupar cargos públicos apoyados por las inmensas fortunas de las economías ilegales, universidades-imprenta y partidos con dueños y herederos. No les faltará ni dinero, matones, delincuentes, sicarios, fiscales, jueces, policías, legisladores, gobernadores, alcaldes ni abogados “comprensivos”. Tampoco para desinformación, acusaciones y ataques a todo lo que parezca decente, plata como cancha para regalitos y lo que se les pida. Su único tema es que perder el poder es perder la plata que jamás habrían visto en su vida. Es así de simple. Por eso ya no juran por la patria de miedo que se les escape lo que realmente quieren: plata, plata y más plata.
Abramos los ojos. Seamos conscientes. No esperemos apoyo de quienes nos están ahogando. Preparémonos para el creciente empeoramiento de la inseguridad generalizada a la que han llevado al país. No es hora de ilusiones sino de acción ciudadana. Tenemos que encontrar los modos de hacerlo con la decidida y sostenida actuación de los sectores sociales, gremiales, profesionales, empresariales de todos los niveles, vecinales y académicos. Juntos podremos realizar actividades legales y pacíficas y diseñar políticas para que no tengamos que preguntarnos por décadas si regresaremos con vida a nuestras viviendas. De no hacerlo, nadie, absolutamente nadie pobre o rico, joven o viejo, fuerte o débil, en las ciudades, campos o caminos, se librará de su turno de ser asaltado, extorsionado, secuestrado, mal herido o asesinado. ¿Exagero? No creo. Es lo que estamos viendo. Nada es fácil ni gratis pero hoy a nosotros, los ciudadanos, no nos queda otra.
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