Pedro Corzo
Las huelgas de los sin derechos
Presos políticos en regímenes dictatoriales
Los abusos y crímenes del castrismo no terminan. Podemos decir que es un sistema que se supera a si mismo en crueldad y en la violación sistemática de los derechos humanos. Una gestión en la que el totalitarismo insular no está solo, ya que cuenta con la compañía de sus pares de Nicaragua y Venezuela, un triunvirato maligno que siempre será recordado por su constante vesania.
Los presos políticos de estos tres regímenes sobreviven en condiciones muy lamentables y de fácil figuración, si apreciamos las precarias condiciones en las que subsisten los ciudadanos que no han sido encarcelados. Esta situación obliga a unos y otros a reclamar lo que las respectivas dictaduras les niegan.
Lo injusto de las sentencias y lo precario de los ambientes en los que se encuentran determinan que los prisioneros escenifiquen numerosas protestas como las que recientemente ocurrieron en varias prisiones cubanas. Al extremo que se llegó a informar, que, al menos, diez prisioneros políticos se encontraban en huelga de hambre para denunciar a riesgos de sus vidas, los malos tratos y vejaciones de que eran objetos.
Nunca pudimos comprobar si la cifra mencionada era un reflejo incuestionable de la realidad, pero sí sabemos que al menos 13 presos políticos en la Isla han fallecido en huelgas de hambre, tragedias que han podido ser muchas mas como recoge el escritor Jose Antonio Albertini en su libro “Cuba y Castrismo: Huelgas de hambre en el presidio político cubano”.
Albertini recoge en su obra varios testimonios de huelguista, entre ellos el de Ernesto Diaz Rodríguez que afirma haber estado en más de quince huelgas de hambre en los 23 años que estuvo encarcelado y que cuando concluyó una de esas huelgas de 180 libras solo quedo pesando 70, también alude a huelgas de hambre colectivas como la que relata Roberto Martin Pérez, 28 años preso, en la cárcel de Guanajay en la que participaron más de un centenar de reclusos.
De más está decir que las huelgas de hambre son muy peligrosas, máxime, cuando se efectúan en una dictadura que no respeta el derecho a la vida de ninguna persona, principalmente, si es un opositor, como fue el caso de Yosvany Aróstegui Armenteros, hasta el momento el último fallecido en huelga de hambre a los 40 días de haber iniciado el ayuno el 7 de agosto de 2020, en la provincia de Camagüey.
Para pesar de los cubanos, nicaragüenses y venezolanos el despotismo que padecen no conoce fronteras morales y nunca deja de arrinconar a quienes aman la libertad como le ha sucedido a dos ciudadanos cubanos nacidos después del triunfo de la insurrección castrista, dos hombres que nunca han conocido la libertad y menos disfrutado de sus derechos ciudadanos como ocurre con Yosvany Rosell García Caso y José Antonio Pompa López.
García Caso, 37 años, nació después del éxodo del Mariel, 1980, ha sufrido toda su vida la falta absoluta de sus derechos en un ambiente represivo caracterizado por la miseria y el terror y como colofón ha tenido que realizar una huelga de hambre de 40 días que lo puso al borde la muerte.
Yosvany está en la cárcel por participar en las protestas pacíficas del 11 de julio del 2021, no asesinó a nadie, no le ocuparon armas de ninguna clase, sin embargo, fue sancionado a 15 años de prisión, la misma condena que recibió Fidel Castro por dirigir el ataque al cuartel Moncada en 1953 que ocasionó la muerte de decenas de personas. Castro, un verdadero criminal, fue amnistiado a los 22 meses de su encarcelamiento al igual que su hermano Raúl, otro asesino.
Otro huelguista fue Jose Antonio Pompa López, un activista de Cuba Independiente y Democrática y de Cuba Primero, un hombre de 50 años que nació 5 años después de la fracasada zafra de los “Diez Millones” y 8 años más tarde del tristemente famoso “Cordón de La Habana”, dos fantasías del tirano mayor que contribuyeron fuertemente a la destrucción de la economía cubana, gestiones, para las cuales, el pueblo fue movilizado de manera criminal e injusta por la dupla Fidel y Raúl Castro, dos depredadores que la historia nunca absolverá.
















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