Eduardo Zapata

Los millennials: ¿una generación de idiotas?

Acerca de lo supuestos males de una generación

Los millennials: ¿una generación de idiotas?
Eduardo Zapata
13 de diciembre del 2018

 

¿Usted considera que su hijo —niño o joven— es un idiota? Es bueno que sepa que muchos intelectuales así lo afirman. Uno de ellos —cuyo nombre reservo por respeto al haber sido su alumno— los ha llamado “necios”. Pero allí están también voces prestigiosas como las de Giovanni Sartori o nuestro Mario Vargas Llosa sosteniendo más o menos lo mismo.

Imagino que a usted tal vez se le pueda haber escapado un símil en situación de tensión. Al ver a su hijo preocupado por el celular o internet y al parecer abstraído del mundo.

Y hay legiones de la llamada intelligentzia, en verdad, que adhieren a la censura sin concesiones. Quizás habría que preguntarles si consideran que sus propios hijos o nietos son estúpidos o necios.

Porque al acercarse usted a la pantalla de aquel niño o joven comprobará que este está simplemente leyendo de forma aparentemente distraída. Recorriendo su Facebook, explorando Google o chateando con algún amigo. Tal vez esté sucediendo con índice veloz imágenes que quizás a usted le parezcan un sin sentido.

Y entonces podrá verse tentado de suscribir diagnósticos como déficit cognitivo, hiperactividad y hasta preocuparse por “individualismos proclives al suicidio” como sostienen algunos. Encasillará así al niño o joven en un molieresco tema de salud mental causado por la nueva tecnología.

El hecho es que los llamados millennials han sido ya juzgados y condenados por muchos. Básicamente por no ser individuos crecidos a nuestra imagen y semejanza. Me quedo transitoriamente con las lúcidas y tempraneras advocaciones de Umberto Eco sobre el efecto que habrían de causar los mass media en la gente:

… deberemos discutir los distintos problemas partiendo del supuesto histórico y antropológico-cultural a la vez, de que con el advenimiento de la era industrial … se ha establecido en la historia contemporánea una civilización de mass media, de la cual se discutirán los sistemas de valores y respecto a la cual se elaborarán nuevos modelos ético pedagógicos.

Conviene, entonces, no caer en el juicio antes de emprender el camino de la comprensión del fenómeno.

Y aquí nos encontramos con el hecho macizo e irreversible de que esos millennials efectivamente no tienen “remedio”. Han venido para quedarse. Y serán ellos los encargados —si les damos armas adicionales— de construir el mundo que otros tal vez nos esmeramos en destruir y agotar física y hasta moralmente.

Como ocurrió con la imprenta, la nueva tecnología ha instalado ya en sus mentes un nuevo software (modo de producir y consumir sentido, una nueva manera de ver y comprender el mundo) y un nuevo hardware (el cerebro ha sido afectado y tiene un nuevo cableado y operatividad por efecto de la tecnología electronal).

Nos cuesta admitirlo, pero de todo ello nos dan testimonio experimental disciplinas como las propias neurociencias, la lingüística y la semiótica.

En la medida en que es inútil y hasta inmoral trazar políticas públicas ignorando la realidad, vamos a dedicar cuatro notas más explicando el cambio. No en sus externalidades —pues para ello ya tenemos algunos buenos trabajos sociológicos— sino en lo anunciado: qué es lo que realmente la ciencia nos dice que está pasando en la cabeza de estos niños y jóvenes.

 

Eduardo Zapata
13 de diciembre del 2018

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