Tarea pendiente

Ama sua, ama quella, ama llulla

Todos los peruanos aprendimos temprano, en la escuela, que el imperio incaico basó su organización en la prohibición de tres conductas nocivas: “NO SEAS LADRÓN, NO SEAS MENTIROSO, NO SEAS OCIOSO”

Nadie se esmera en prohibir conductas no deseadas si estas no están extendidas entre sus gobernados. La corta duración del Imperio Incaico hasta desmoronarse ante el sagaz aprovechamiento de sus luchas intestinas por parte de las huestes de Francisco Pizarro, es señal clara de que no alcanzó su objetivo de unificar, con solidez, bajo estos principios, a las distintas etnias que habitaban el territorio del Tahuantinsuyo.

La tarea está aún pendiente. Mientras no lo aceptemos será imposible la imprescindible construcción de los cimientos morales para un crecimiento sostenido del país.

La ubicua frase “No importa que robe con tal que haga obra”, que aflora en cada periodo electoral, reposa en el apego ancestral a tolerar el hurto, el mismo que lleva al funcionario a sentir que no roba cuando pide coima o extorsiona abiertamente. Su organización en bandas no era sino cuestión de tiempo, por imitación y por la natural evolución del “negocio”.

Si no desterramos la mentira instalada en nuestro disco duro mental, seguirán triunfando los políticos que afirman sueltos de huesos que “cambié de opinión” o “no está en mi agenda”, cuando en realidad mienten, o que nieguen que aplaudieron actos homicidas de sus seguidores cuando en realidad sí lo hicieron, y con entusiasmo.

Mientras no logremos generar aversión a la ociosidad, asistiremos a penosas reediciones y copias de presidentes juergueros, intrascendentes o campeones de natación en estilo muertito, y será imposible que el trabajo duro y constante anteceda en la mente popular al ubicuo pedido de ayuda estatal para salir de cualquier crisis.

Ama sua, ama quella, ama llulla. El primer paso necesario para curarse es reconocer que se está enfermo.

Por Dardo Lopez-Dolz