Juan Sheput
¿Golpe de estado blando o dictadura blanda?
Sobre el enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el sistema de justicia

Como si fuera un libreto escrito por su compañero político Vladimir Cerrón, la presidenta Boluarte la emprendió contra el sistema de justicia (cortes y ministerio público), relacionándolo con un hostigamiento hacia ella y algunos de sus ministros “en pared” con una mala prensa. Los acusaba de ser promotores de un “golpe de estado blando”. En realidad dijo “blanco” imitando la ignorancia de su ministro de educación Morgan Quero, que un día antes acusó a aquellos en los mismos términos.
En nuestro país, en las actuales circunstancias, es muy difícil que se concrete un golpe de estado “blando” contra el gobierno. Las condiciones no están dadas por una sencilla razón: hay un nivel muy alto de complicidad entre Ejecutivo y Congreso. Y cuando el Congreso claudica de la principal de sus funciones, el control del Poder Ejecutivo, lo que pasa es que podríamos estar en la antesala de una toma del poder absoluto que nos llevaría a una dictadura blanda (“dictablanda”).
El mundo padece en estos días de una plaga autoritaria que ha devenido en dictablandas. Una de sus principales características es la capitulación del Congreso como órgano fiscalizador. Desde la Venezuela de Maduro hasta la Rusia de Putin pasando por la Polonia de Donald Tusk, la Hungría de Víktor Orbán o la Turquía de Erdogan, los congresos han capitulado. Anne Applebaum señala, en El ocaso de la democracia, que muchas veces los opositores claudican por beneficios económicos (prebendas, puestos de trabajo, etcétera) y muy pocas veces ideológico. Como no hay oposición los mandatarios aprovechan para mentir permanentemente. Saben que no habrá parlamentarios que los cuestionen, que los censuren o que los pongan en su lugar. Los proyectos autoritarios saben que pueden literalmente hacer lo que se les da la gana porque al frente no habrá un poder real (Congreso y Poder Judicial) sino un poder moral, la ciudadanía, la prensa independiente, algunos miembros de la sociedad civil pero que no les traerá consecuencias mayores.
En el caso peruano los asesores foráneos de Dina Boluarte (extragubernamentales) saben esto. Y son conscientes de que teniendo al Congreso como aliado solo les queda tumbarse al Poder Judicial y al Ministerio Público. Jueces y fiscales son los rivales y hay que ir por ellos. Y es lo que estamos viendo. Todos los días el proyecto autoritario ataca a jueces y fiscales incómodos. Tal y como ha sucedido en otros países tienen el apoyo de una ciudadanía engañada, empresarios ingenuos y cierta prensa con ansias de beneficiarse económicamente. Pero la batalla no les será fácil. Sobre todo, cuando se tiene tan bajos índices de popularidad, rayanos con el cero por ciento.
La dictablanda sabe que el año electoral es clave para consolidarse con otro rostro, pero con el mismo objetivo: impunidad. Hará todo lo posible para arrasar con las instituciones que quedan. Sin embargo, les aseguro que no les será fácil.
Un dato adicional para la reflexión. La brillante periodista turca Ece Temelkuran declaró en una entrevista que una de las armas favoritas de los proyectos autoritarios eran los ejércitos de trolls en las redes sociales, que destruyen reputaciones y honras ¿Le suena a algo eso? Los proyectos autoritarios invierten una fortuna en insultos a través de trolls y cuentas falsas.
Estamos a tiempo de actuar con decisión. Del Congreso actual no podemos esperar nada. Son parte del problema.
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