Jorge Varela
Pluralismo ético
Valores relativos y normas pragmáticas funcionales

El filósofo estadounidense Hilary Putman comparó metafóricamente la ética con una mesa que se sostiene sobre cuatro patas (“Ética sin ontología”). La afirmación es de Jesús Vega Encabo y Francisco Javier Gil Martín. Según exponen, Putnam encuentra en Emmanuel Levinas “la idea de que la ética es irreductible a la ontología” y se funda en la obligación de ayudar al ser humano que sufre. En Kant halla “la mejor formulación de la moral universalista e igualitaria” (principio de universalización). De Aristóteles retiene “la mejor definición de florecimiento humano”, (de perfeccionamiento moral). De John Dewey destaca al promotor de “una forma de investigación a la que le concierne ante todo la solución de problemas prácticos” (Hilary Putman - Jürgen Habermas, Normas y valores. Madrid, 2008)
Es extraño que estos dos comentadores citados al inicio no se refieran al nihilismo y escepticismo moral de Nietzsche y eludan su influencia posterior.
Una moral a lo Dewey
Siguiendo a Dewey la moral se ocupa de la conducta y, por tanto, nace de hechos empíricos específicos, no de otras razones que distraigan al ser humano de su verdadero sentido, extrapolándolo de su realidad concreta y vital. De este modo, supera las connotaciones históricas que han ligado la noción de moral a una norma superior establecida e impuesta al hombre desde algo abstracto y ajeno a él mismo. “La ciencia moral es el conocimiento físico, biológico e histórico puesto en un contexto humano, en el que guiará las actividades del hombre” (Naturaleza humana y conducta. Fondo de Cultura Económica, 1982).
En este sentido la visión ética de Putman “no se identifica” “con un único conjunto de reglas o sistema de principios, sino con una pluralidad de intereses humanos”. O sea, ¿se trata de una especie de moral liberal acomodaticia? John Dewey lo expresó claramente: “puedes hacer todo lo que quieras y todo es bueno, siempre que lo hagas de manera inteligente y responsable; lo bueno para gozarlo y lo malo para sufrirlo”.
Idea de una ética funcional y pluralista
Putnam entiende al “pluralismo ético como un valor en sí”. “Un valor que el Estado democrático de derecho ha de promover porque es funcionalmente necesario para la propia sociedad postsecular”. El pluralismo ético concebido “como un ideal social y político” al que las sociedades liberales y democráticas contemporáneas deben responder adecuadamente. “El principio kantiano de universalización…no puede ser el único proceder moral ni tiene por qué ser el mejor en todos los contextos”.
¿Cuánto de claudicación relativista hay en esta propuesta ética de Putnam? ¿El pluralismo debiera conducirnos a un callejón sin salida en que los conflictos morales últimos no puedan ser arbitrados? Si la incompatibilidad en el terreno moral entre diferentes sistemas de valores se traduce en desacuerdos y si no basta la solución política, es inevitable su apariencia y efectos relativistas.
Hilary Putman sostiene que “es mejor un mundo en que haya una pluralidad de concepciones (moralmente permisibles) del florecimiento humano que un mundo en que toda la gente esté de acuerdo en una única concepción”. He aquí que emerge una segunda inquietud: ¿cuánto de pragmatismo funcional hay en esta formulación?
El funcionalismo ético en política
No solo Putman adscribe al funcionalismo ético; también muchos políticos expertos en chapotear alrededor de las riberas de pantanos espesos donde anidan cómo pájaros acostumbrados a nadar en aguas pestilentes.
Cómo no recordar algunas expresiones moralistas de un ex-ministro. Al referirse a aquellos partidos adversarios que le precedieron en el ejercicio del poder, manifestó desde su pedestal: “nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del gobierno anterior, sino que frente a una generación que nos antecedió”. “Tenemos infinitamente menos conflictos de interés que otros que trenzaban entre la política y el dinero” (Giorgio Jackson, diario “La Tercera”).
La escala valórica generacional se vino abajo
Pero la historia reciente se ha encargado de poner en su sitio a muchos de aquellos que se sentían seres superiores. Sin duda, el autor inmaculado nunca previó que dichos juicios temerarios arrogantes también serían aplicables a sus propios compañeros maculados y polutos, enredados en diversos casos de corrupción.
De acuerdo con los kantianos no se puede hacer todo lo que uno quisiera. “Las ideas de Kant permiten superar” el denominado liberalismo pluralista funcional y relativista de los que proclaman “las libertades de hacer o decir cualquier cosa” (Carlos Peña. Ideas de perfil. ¿Por qué necesitamos a Kant? “Hueders”, 2015).
Al final el principio de universalización moral está inserto en la prudencia y sabiduría necesarias que han de acompañar a los juicios de razón y normar las acciones concretas que derivan de ellos.
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