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La partida de Nano Guerra-García

Deja un vacío que será difícil de llenar

La partida de Nano Guerra-García
Víctor Andrés Ponce
02 de octubre del 2023


La muerte súbita y temprana de Hernando Guerra-García Campos, primer vicepresidente del Congreso de la República, pareciera confirmar ese viejo aserto, muy tradicional, que suele señalar que los buenos siempre se van temprano. Nano, como lo conocían sus amigos, era demasiado bueno en medio de la actual representación del Congreso, caracterizada por la medianía que buscaron las reformas políticas de Vizcarra y del progresismo.

A Nano lo conocí hace más de 30 años, cuando era un joven militante del Partido Socialista Revolucionario, que encabezaban Enrique Bernales y Alfredo Filomeno. Alrededor de ese partido de izquierda se había aglutinado un grupo de jóvenes inteligentes, cultivados y con ganas de hacer política, entre los cuales destacaba el gran Nano. En ese entonces ya hacía gala de la inteligencia y la velocidad mental que todos contemplaron en su actuación como parlamentario.

Con la caída del Muro de Berlín y la pulverización ideológica y moral de las izquierdas, los hombres de la zurda inteligente tenían que alejarse de ese espectro ideológico. Y Hernando desarrolló ese periplo natural. Lo vi varias veces más. En el diario El Peruano y en otra experiencia radial. Más tarde, Nano volvió a destacarse como un gran comunicador de ese movimiento de emprendedores que comenzó a cambiar el rostro de la sociedad peruana para siempre.

La última vez que vi a Nano personalmente fue en la recepción por el día nacional de la República de Uruguay, unas semanas atrás. Hablamos sobre el Congreso y la polarización política y me quedó claro el enorme papel que cumplía en la coordinación de las bancadas y el protagonismo que había adquirido en Fuerza Popular.

A estas alturas vale reconocer la madurez y la gravedad con que Fuerza Popular actuó frente al proyecto de la asamblea constituyente de Pedro Castillo y de Perú Libre, y también contra el golpe fallido del exmandatario y las oleadas de violencia que se desataron en el verano pasado. Pero luego de reconocer la propiedad con que se manejó el fujimorismo debe subrayarse el papel de Nano en esos procesos. De alguna manera fue uno de los líderes y su partida deja un enorme vacío que el fujimorismo está obligado a llenar, porque Nano no solo era inteligente, cultivado, sino que también era un hombre de partido.

Víctor Andrés Ponce
02 de octubre del 2023

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