Guillermo Molinari

Condenan nuestra educación superior a la mediocridad

Con un proyecto de ley eminentemente populista

Condenan nuestra educación superior a la mediocridad
Guillermo Molinari
12 de febrero del 2024


En las últimas semanas estamos escuchando y observando
una propuesta de ley que pretende, dizque, asegurar la inserción progresiva de los estudiantes universitarios en el mercado laboral. A partir de que los estudiantes reciban grados y títulos antes de culminar sus estudios universitarios con solo seis semestres estudiados. Todo basado en dos argumentos:

  • Estudiantes que no cuentan con las condiciones económicas suficientes, “salvo apoyo de los padres o de algún familiar” para obtener estos grados y títulos.
  • Como una solución para mejorar su inserción laboral, reducir el subempleo, la deserción estudiantil y aumentar la competitividad laboral. Manifestando que esta iniciativa legislativa beneficiará a los estudiantes universitarios.

Existe un desconocimiento respecto a los tiempos que se requiere para tener una sólida formación profesional superior técnica o universitaria de parte de los congresistas y asesores, en el ránking Universita 21, que nos muestra que los primeros 100 países con mejor sistema universitario. Encontramos que para obtener el grado o licenciatura lo mínimo que se requiere son cuatro años de estudio completo, contando con asesores para los estudiantes que les guían en la elección de asignaturas que les permita alcanzar los créditos necesarios para graduarse, con estudios a tiempo completo, incluso algunas carreras como medicina o Derecho pueden tener una duración más larga, alcanzando un mínimo de seis años (sin incluir el tiempo de prácticas preprofesionales).

En el nivel de pregrado se encuentran carreras técnicas, tecnológicas y universitarias; donde las técnicas profesionales pueden variar entre 1.5 a 2 años, las tecnológicas entre 2.5 a 3.5 años y las universitarias usualmente de 5 años a más. Por otro lado, no cabe duda que tanto el abandono como la prolongación de los estudios son problemas preocupantes, por las repercusiones sociales, institucionales y personales que tiene, tanto para los estudiantes como para la sociedad.

Estudios internacionales serios tratan de analizar tanto el problema de abandono como la prolongación de estudios a nivel superior y llegan a identificar diferentes situaciones, entre las más importantes:

  • Falta de orientación adecuada durante la educación básica de los estudiantes que le permita identificar sus propias capacidades y posibilidades para determinar su futuro a nivel profesional.
  • Abandono involuntario (por incumplimiento administrativo o violación de reglamentos); 
  • Dejar la carrera para iniciar otra en la misma institución; 
  • Dejar la carrera para iniciar otra en otra institución; 
  • Dejar la universidad e irse a otra para completar estudios iniciados; 
  • Renunciar a la formación universitaria para iniciar itinerarios formativos fuera de la universidad, o incorporarse al mundo laboral; 
  • Interrumpir la formación con la intención de retomarla en el futuro; y 
  • Falta de recursos para continuar la formación superior.

Parece además que esta propuesta no ha recogido la información existente de cómo nuestros estudiantes están concluyendo su educación básica regular, con una serie de falencias y limitaciones en sus logros de aprendizaje. Habría que revisar las estadísticas que se han venido dando en los últimos años, a partir de la pandemia en el país encontramos que en la “Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), se halló que, de los más de ocho millones de estudiantes de educación básica, al menos 570,000 menores de 25 años no se matricularon durante el cuarto trimestre del 2020, la mayoría pertenecientes al nivel secundaria. Y la cantidad de jóvenes que han accedido a educación superior ha sido poco más de 1.7 millones. De estos, quienes no han culminado al menos una carrera y no se matricularon durante el año 2020 son más de 600,000.

Nos hemos preguntado ¿Cuál será el daño a mediano o largo plazo cuando estos estudiantes (que han abandonado las clases) lleguen a la edad adulta? ¿Cuán productivos serán? ¿Cuál será el impacto en sus habilidades como ciudadanos y ciudadanas?”, cuestiona Santiago Cueto, de GRADE. 

La misma encuesta nos precisa que la mayoría de jóvenes responsables de hogar menores de 25 años no acceden a la educación superior y una realidad donde el INEI indica que, del total de jóvenes de 18 a 24 años, el 80% trabaja en el sector informal.

Otro dato importante que refleja la encuesta de grade sobre la evolución de la matrícula de estudiantes menores de 25 años en el abandono escolar en el 2020, fue que el abandono escolar fue en aumento en la medida que avanzaban los trimestres. Durante el tercer trimestre estuvieron matriculados más de 8 millones de estudiantes contra 579,000 estudiantes de la educación básica que no se matricularon, más del 70% correspondían al nivel secundario.

Otro elemento a tener en cuenta es que en el país la existencia de centros de educación superior es diversa, que en muchos casos no atiende a las realidades y exigencias de cada contexto, las situaciones ocasionadas por el proceso de licenciamiento tanto de universidades como de Escuelas de Educación Superior Tecnológicas y Pedagógicas; en número suficiente para albergar a los estudiantes que egresan de la Educación Básica y a los que habiendo egresado no han conseguido el ansiado ingreso a una educación superior de calidad.

El sistema de educación superior en el país: más allá de las reformas universitarias - Macroconsult

Cabe indicar que la educación superior no es obligatoria en el Perú, es más bien una opción de educación adicional para quienes han completado la educación básica en el nivel de secundaria y desean continuar estudios profesionales, artísticos o técnicos. La realidad nos muestra que, siendo la educación básica y superior para el Perú, uno de sus principales pilares para el desarrollo del país, de acuerdo a los diversos rankings que evalúan la calidad educativa a nivel mundial, la educación universitaria peruana se encuentra en puestos bajos.

Hay que saludar que algunos ex ministros hayan salido a cuestionar el mencionado proyecto de ley, pero falta escuchar y ver la posición de la academia, de las universidades y escuelas superiores, así como del Consejo Nacional de Educación y del Minedu.

“De nada sirven proyectos de ley populistas que no dan solución a la problemática de la educación en sus diferentes niveles y modalidades, dado que estos proyectos no están orientados a mejorar la trayectoria educativa desde la Educación Básica hasta la Educación Superior”.

Guillermo Molinari
12 de febrero del 2024

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