Guillermo Molinari
Anemia y desnutrición crónica en el Perú
Atentan contra el futuro de nuestra niñez

En noviembre de 2024, el director de Qali Warma, Pedro Ripalda, informó sobre denuncias relacionadas con alimentos en mal estado: “En lo que va del año hemos tenido unas 170 incidencias”, declaró respecto a la distribución de alimentos deteriorados a escolares. Esta situación llevó a que el programa fuera reemplazado a partir de 2025 por Wasi Mikuna, una nueva iniciativa en la que padres y madres de familia tendrán un rol más activo.
Aunque inicialmente se anunció el cese de Qali Warma como programa social, el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis) simplemente modificó el decreto de fundación del ahora extinto programa, dando paso al nuevo plan de alimentación escolar Wasi Mikuna.
Sin embargo, recientemente se han registrado nuevos casos de alimentos contaminados y de baja calidad vinculados a Wasi Mikuna. Entre los más graves están el hallazgo de excremento de roedores en raciones destinadas a estudiantes en Huánuco, y episodios de intoxicación infantil en otras regiones. A raíz de estos incidentes, la ministra de Desarrollo e Inclusión Social, Leslie Urteaga, anunció la disolución del programa. Así, un programa que apenas se había puesto en marcha ya cuenta con una norma que lo extingue el 31 de diciembre de 2025. Hasta entonces, se ha dispuesto la aplicación de 15 medidas para su implementación temporal, manteniendo el mismo público objetivo que su predecesor.
Los 15 puntos establecidos por el Midis mediante resolución ministerial se resumen en lo siguiente:
- Evaluar la necesidad de reformular o modificar normas técnicas y administrativas del programa Wasi Mikuna.
- Convocar nuevos proveedores ante cualquier eventualidad.
- Establecer canales de comunicación directa con proveedores, padres de familia, Comités de Alimentación Escolar (CAE) y actores de la sociedad civil.
- Realizar visitas inopinadas.
- Evaluar acciones de muestreo.
- Promover operativos de verificación en plantas, fábricas y áreas de almacenamiento.
- Proponer medidas inmediatas y temporales para distribuir alimentos en lugares sin condiciones adecuadas.
- Incluir a expertos de la academia, cooperación internacional y sociedad civil para mejorar la supervisión de la cadena de vigilancia.
- Recomendar medidas internas de reorganización temporal del personal.
- Desarrollar campañas de comunicación a nivel nacional con todos los actores involucrados.
- Reforzar permanentemente la vigilancia de las modalidades de atención vigentes o futuras, con enfoque de emergencia.
- Transparentar los menús y las marcas de los productos del servicio alimentario escolar.
- Asegurar el servicio alimentario sin interrupciones ni desabastecimiento, ajustando el cronograma de distribución.
- Garantizar que los productos entregados cumplan con lo estipulado por la ley vigente.
- Establecer un cronograma de atención que asegure el pago y liquidación oportuna de contratos.
Los menores beneficiarios del programa serán:
- Niños y niñas desde los tres años en educación inicial.
- Estudiantes de educación primaria.
- Estudiantes de secundaria pertenecientes a pueblos indígenas amazónicos, según la Base de Datos Oficial de Pueblos Indígenas reconocida por el Ministerio de Cultura.
- Estudiantes de secundaria bajo la modalidad de Jornada Escolar Completa (JEC).
- Estudiantes de secundaria bajo las Formas de Atención Diversificada (FAD) y/o Modelos de Servicio Educativo.
Seguramente muchos se pregunten por qué abordar este tema ahora. La respuesta está en el informe del Instituto Peruano de Economía (IPE) del 25 de mayo de 2025, que advierte que, desde la pandemia, la anemia infantil ha alcanzado niveles críticos. En 2024, el 35,3 % de los niños entre 6 y 35 meses sufría de anemia, 3,9 puntos porcentuales más que en 2019 (31,4 %). Esta situación es grave debido al fuerte impacto que tiene la anemia en el desarrollo cognitivo.
A nivel regional, 19 de las 25 regiones del país presentan prevalencias de anemia superiores a las de la prepandemia. Entre ellas destacan: Amazonas (+13 p.p.), Loreto (+10,3 p.p.), Puno (+10,3 p.p.) y Apurímac (+9,9 p.p.). Por otro lado, San Martín logró reducir la anemia infantil en 7,9 puntos porcentuales, gracias a la coordinación entre autoridades locales y la aplicación de una política regional de alimentos fortificados.
Está claro que las medidas actuales son insuficientes. Una de las causas principales es el estancamiento en la reducción de la desnutrición crónica infantil en menores de cinco años, una situación persistente en los últimos cuatro años. Programas como Qali Warma —y ahora Wasi Mikuna— buscan mejorar la alimentación escolar y combatir la anemia infantil. Entre los alimentos distribuidos se incluyen productos ricos en hierro como sangrecita, bofe, lentejas, arvejas y frejoles, así como harina de maca, harina extruida de maíz, harina de maíz morado (api) y arroz fortificado.
No obstante, como señala la publicación saludconlu.pa, los desayunos de Qali Warma no garantizan el aporte nutricional necesario. Un estudio de 2022 mostró que el 95 % de niños y niñas en siete regiones no recibía el mínimo de hierro necesario para su aprendizaje, y el 94 % no alcanzaba los requerimientos mínimos de proteínas. Otras investigaciones publicadas durante los 12 años de funcionamiento del programa concluyen que Qali Warma no cumple su meta principal: brindar desayunos con suficiente hierro, proteínas, calorías y grasas para mantener a los alumnos atentos en clase y potenciar su memoria a corto plazo. Sin una nutrición adecuada, el rendimiento académico de los estudiantes se ve seriamente comprometido.
La neurociencia ha demostrado que la anemia —especialmente la ferropénica— afecta negativamente el desarrollo cognitivo y el rendimiento escolar. La falta de hierro dificulta la producción de neurotransmisores y la formación de mielina, lo que puede provocar problemas de aprendizaje, memoria, concentración y resolución de problemas. Además, contribuye al abandono escolar.
Las consecuencias de la anemia infantil son profundas y duraderas. Entre ellas se encuentran:
- Dificultades de aprendizaje, que afectan la adquisición de habilidades como el lenguaje, la lectura y las matemáticas.
- Problemas de memoria y atención, debido a la baja concentración de hierro en la sangre.
- Obstáculos en el crecimiento social y emocional, que aumentan el riesgo de ansiedad, depresión e irritabilidad.
“Requerimos de un Estado que realmente se preocupe por el desarrollo integral de nuestra niñez y adolescencia, de lo contrario está en riesgo el futuro de nuestra nación”.
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