Iván Arenas
El capitalismo popular minero y Pataz
El minero artesanal se convierte en ilegal cuando entra a una concesión ajena

Hay un ejército de mineros pequeños, artesanales informales o en vías de formalización. Eso es innegable. Este sería un capitalismo popular en minería que, no obstante sus esfuerzos, no ha logrado aún la tan ansiada formalización a lo largo y ancho de todo el país.
No hay una unidad como tampoco hay un solo concepto de mineros informales y artesanales. Hay varios tipos de mineros informales y artesanales. No todos son iguales y la propia geografía donde están las labores añade más diferencias. No es lo mismo Pataz que Ananea.
En Pataz hay 455 bocaminas informales/ilegales y 52 plantas de producción y cianuración, entre informales e ilegales. Hay más de 52 kilómetros de socavón construidos por informales/ilegales que van directamente hacia las concesiones de Poderosa. Cada metraje equivale a US$ 800. Multiplique usted y verá que no estamos frente a mineros de pico y pala, sino frente a corporaciones y familias millonarias.
Así, el minero artesanal en Pataz no es necesariamente de pico y pala. Pero es informal y pasa a la ilegalidad cuando entra a los socavones de Poderosa y los invade. Lo siento, pero el tema es así.
No pretendemos suavizar o romantizar ni menos criminalizar al minero informal; pero para aplicar las recetas se necesitan diagnósticos claros, por más difíciles que sean.
Han salido analistas a querer justificar lo sucedido con relatos absolutamente absurdos, como que habría una “minería ancestral” de pueblos originarios; sin embargo, solo son relatos y narrativas. El batolito de Pataz no ha sido explotado sino hasta mediados del siglo XIX; pero dicen que habría minería en la zona antes de la fundación republicana. Lo que en realidad quieren es legitimar las invasiones de concesiones bajo lo que ellos indican minería ancestral en concesiones ociosas.
Pero es necesario reconocer al capitalismo popular minero. ¿Cómo se hace? Respetando las concesiones y el sistema de propiedad pieza angular si queremos continuar desarrollando la minería nacional. Lo que sí resulta evidente es que los mismos que tratan de romantizar al minero informal y al ilegal son quienes intentan construir una lucha de clases entre “el gran minero abusivo” y el pequeño minero. Esta mirada es absolutamente falaz y lo único que hace es beneficiar al minero ilegal que se camufla como informal.
Así, además, la izquierda intenta también representar al capitalismo popular minero, que no es ni colectivista ni comunista, sino que quiere que se respeten los derechos y el sistema de propiedad privada.
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