Luis M. Iglesias

El desubicado presidente Petro

Lanzó una insólita acusación: un presunto copamiento peruano en territorio colombiano

El desubicado presidente Petro
Luis M. Iglesias
11 de agosto del 2025


Desde hace unos días, el presidente colombiano Gustavo Petro ha iniciado una campaña absurda que busca echar por tierra décadas de una esforzada labor de integración y construcción de confianza y buena vecindad entre nuestros países. Una labor iniciada luego de la firma del tratado Salomón-Lozano en marzo de 1922, que zanjó de manera definitiva los problemas limítrofes entre Perú y Colombia.

Con un simple tuit, Gustavo Petro lanzó una insólita acusación: un presunto “copamiento” peruano en territorio colombiano. Detrás de ese mensaje no había otra cosa que la intención de activar una campaña de falso patriotismo, para desviar la atención de la crisis política que enfrenta su gobierno.

Pero lo que comenzó como una salida desafortunada en redes sociales fue escalando peligrosamente. Pronto derivó en una controversia diplomática entre Perú y Colombia, con sendos comunicados de ambas cancillerías. La tensión creció con visitas oficiales a la zona fronteriza, hasta culminar en una provocadora ceremonia encabezada por el propio Petro en el distrito colombiano de Leticia, supuestamente para conmemorar la Batalla de Boyacá, pero que terminó siendo una escenificación de su propia debilidad interna.

Este tipo de gestos no solo dañan la relación entre dos pueblos hermanos, sino que constituyen una actitud irresponsable e injusta hacia el Perú, que ha mantenido una conducta respetuosa y firme frente a la integridad de sus fronteras. Como ya han expresado diversos analistas, la postura de Petro solo se explica como una salida apresurada y desesperada para capear el difícil escenario político interno que vive el país vecino, debido a que los tres años que ya lleva en el poder solo ha llevado a un creciente desempleo, una inflación galopante, una visible corrupción, una mayor inseguridad producto de la violencia criminal y una clara incapacidad para acabar con el terrorismo y el narcotráfico. Frente a ello, antes que buscar un mayor consenso para superar su crisis, Petro solo ha provocado conflictos incluso entre gente de su entorno, aislando cada vez más su gestión de cara a sus conciudadanos. 

La campaña de Petro recuerda mucho a la de su innoble aliado Nicolás Maduro, cuando en 2023 intentó apropiarse de la franja del Esequibo, alegando falsos derechos “históricos” sobre territorio de Guyana. Del mismo modo, Petro ahora desconoce abiertamente la soberanía del Perú sobre la Isla Santa Rosa, pese a que sus habitantes —y las comunidades fronterizas en general— siempre la han reconocido como parte del territorio peruano, sin que antes se haya cuestionado tal hecho.

Plantear un posible enfrentamiento armado resulta irresponsable y alarmista. El Perú siempre ha apostado por el diálogo y el respeto mutuo, y saluda la reactivación de la Comisión Mixta como un canal legítimo para resolver cualquier diferencia, en el marco del derecho internacional y la buena vecindad.

A ello se suma el hecho de que las Fuerzas Armadas de ambos países han logrado forjar una importante experiencia de trabajo compartido, debiendo resaltar aquí el gran esfuerzo mostrado por el Vicealmirante Gian Marco Chiapperini Faverio, como Comandante General de Operaciones de la Amazonía, por generar estrategias conjuntas a favor del desarrollo fronterizo, estando bastante lejana de estas iniciativas la posibilidad de algún conflicto armado, lo que sin duda no es óbice para que nuestro poderío naval se encuentre en “formación y en estado de alerta”, listos para reaccionar conforme lo establecen las formas en un Estado Constitucional y de acuerdo a las órdenes que imparta la superioridad.

En tal sentido, esperemos que tanto el Ejecutivo como los principales líderes políticos del país no caigan en el juego que quiere imponer Gustavo Petro. Se debe mantener la serenidad y el diálogo porque no existe ningún diferendo limítrofe. Pero igualmente se debe actuar con la firmeza necesaria sobre nuestros derechos soberanos sobre la Isla Santa Rosa, donde hoy flamea y seguirá flameando la bandera peruana por sobre cualquier interés político burdo y absurdo.

Luis M. Iglesias
11 de agosto del 2025

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