Iván Arenas
La minería artesanal e informal y las elecciones de 2021
Una fuerza productiva que necesita representación política

No obstante las malas campañas para asociar la minería informal con la minería ilegal (que destruye bosques) de alguna u otra manera no se puede negar la tremenda contribución de los miles de mineros artesanales e informales —algunos indican que son entre 150,000 y 500,000— a las venas económicas del país. Sin duda, un número que sorprende.
Ahora bien, de alguna u otra manera también en el Perú se ha levantado una muralla excluyente entre la gran minería y la “otra minería” (la minería artesanal, pequeña y mediana). El Estado con sus leyes y sus normas punitivas persigue y castiga a esta “otra minería”. Como hace décadas, en la práctica el Estado ha convertido al informal en ilegal. Se dice que el Perú es un país minero, pero casi siempre se hace referencia a la gran minería; sin embargo, el establishment económico soslaya el emprendimiento de miles de mineros artesanales. Tremendo yerro.
Como decíamos, si se estima que los mineros artesanales son entre 150,000 y 500,000 entonces también podemos hablar no solo de una fuerza productiva y económica, sino también política. Por ejemplo, se indica que en el 2018 se exportaron más de 40 toneladas de oro producidas de manera artesanal. ¡Solo de oro! Semejante número entonces nos da la señal de que estamos ante una fuerza productiva y económica, un gold rush que, todo indica, es imposible detener desde el Estado y sus burócratas.
Ahora, ¿por qué hacemos referencia a la fuerza de los miles de mineros artesanales e informales y las próximas elecciones presidenciales? Por la sencilla razón de que esta nueva fuerza económica, que se ha levantado a espaldas del Estado y que cruza todo el país, necesitará de una clara representación política para expresar sus demandas y sus intereses.
Si reconocemos que estos miles de mineros artesanales e informales son un capitalismo popular en la minería, entonces todas las leyes y normas punitivas que se han levantado desde el Estado se caen por los suelos. ¿Por qué? Porque es imposible que con leyes se detengan las fuerzas productivas de una sociedad, menos el capitalismo. No obstante, el Estado y sus leyes, en vez de formalizarlos de manera inteligente, los acorralan y los persiguen.
Esta fuerza productiva y económica —que es nítidamente promercado y procapitalista— entonces apostará en las próximas elecciones presidenciales por una vía “transgresora”, frente a un Estado que con sus leyes los excluye. De manera increíble estos miles de mineros artesanales e informales se convierten en el anti establishment y serán protagonista de las próximas elecciones.
En las ciencias políticas y en la sociología se suele decir que existen dos países, dos Perús. En nuestra sociedad, a pesar de la movilidad social originada por el mercado en los últimos años, aún es posible ver los abismos que separan a esos dos países. Y esto se repite en la economía y la producción. A la gran minería solo le conviene que los mineros artesanales e informales puedan formalizarse con leyes que no los penalicen, para absorber su energía promercado.
En todo caso, si un candidato mira al detalle a los mineros artesanales e informales y logra representarlos políticamente, también logrará convertirse en el anti establishment promercado y del más puro capitalismo popular.
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