Iván Arenas
Las Bambas y los dos Perús
Conflicto enfrenta al Perú oficial y al Perú real

No obstante el gran avance social y económico de los últimos 20 años, las cordilleras que separan a los dos países no han sido derribadas. De alguna u otra manera, incluso a pesar del mestizaje y de la democratización del mercado, estos dos países colisionan de vez en vez, sobre todo cuando ocurren conflictos que ocupan las primeras planas. Con el reciente conflicto en la unidad minera Las Bambas, y en general con toda la minería moderna en la encrucijada, se notan las cordilleras que separan a los dos países: el Perú oficial y el Perú real.
Muchos mitos existen alrededor de Las Bambas. Uno de ellos es que quienes protestan son campesinos o comuneros pobres. Es cierto, que a pesar del crecimiento de la economía en Apurímac, la pobreza aún persiste; no obstante, es también bueno decir que hoy como nunca en la historia de dicha región existe una clase media alrededor de la minería y un clúster de empresas proveedoras de servicios. Y que la mayor parte de estas empresas proveedoras le pertenecen a los comuneros-empresarios. De tal manera que hoy, aunque usted no lo crea, existen comuneros que tiene mayor capacidad económica que muchos profesionales limeños. Por ejemplo, los dirigentes que protestan contra Las Bambas por la vía en Yavi Yavi han tenido ingresos económicos como nunca en sus vidas.
Pero el problema y los conflictos sociales alrededor de la minería moderna va a persistir mientras los dos países siguen cohabitando, a veces pacíficamente y otras no tanto. Mientras en el Perú real existe un carácter formalizador de la propiedad privada, en las comunidades la propiedad ha sido “sovietizada”, a pesar de que existe un uso informal de la propiedad privada. Curiosamente el antropólogo de izquierdas se niega a reconocer que las comunidades obtengan la propiedad del subsuelo porque desde sus anteojeras ideológicas se cree que la propiedad y el mercado alterarán las “relaciones de territorialidad”. En suma, se puede decir también que la vieja dialéctica de suelo y subsuelo es una herencia colonial sin resolver.
Desde Lima se suele decir que la izquierda radical y el maoísmo de siempre están detrás de los conflictos sociales. Hay una parte de verdad en ello; sin embargo, también es bueno recalcar que a menudo los operadores de izquierda se suben a la cresta de la ola. Organizar conflictos contra empresas mineras es una tarea ardua y que requiere una logística importante, que a menudo es solventada por empresarios locales. Y los operadores de izquierda aprovechan las circunStancias para abrir frentes.
En suma, lo que ocurre con Las Bambas va mucho más allá de esa operación minera. Es hora del gran debate sobre la minería en el Perú y la arquitectura institucional en la que ha crecido.
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