Mariana de los Ríos

Separación: una enigmática distopía laboral

Reseña crítica de la segunda temporada de la gran serie de Apple TV+

Separación: una enigmática distopía laboral
Mariana de los Ríos
14 de mayo del 2025


La primera temporada de la serie
Separación (Severance) dejó una marca indeleble en la televisión contemporánea. Su combinación de misterio corporativo, ciencia ficción filosófica y estilo visual impecable la convirtió en un fenómeno. Era una serie que no solo proponía una idea original —la separación quirúrgica entre la vida laboral y personal— sino que la ejecutaba con una precisión narrativa y estética difícil de igualar. Por eso, el regreso tras tres años de espera, es uno de los eventos importantes del streaming en este año 2025. 

Desde su primer episodio, la serie deja claro que no ha perdido su identidad: los pasillos de la empresa Lumon siguen siendo tan claustrofóbicos como hipnóticos, la dirección de arte continúa con su estilo meticuloso y el reparto mantiene su nivel sobresaliente. Adam Scott sigue transmitiendo, casi sin palabras, el conflicto interno de Mark, y Tramell Tillman, como el impecable y amenazante Milchick, sigue siendo uno de los personajes más inquietantes de la televisión actual. En ese sentido, Separación no ha bajado el nivel de producción ni la calidad actoral.

La historia retoma inmediatamente después del impactante final de la primera temporada, con los “innies” despertando en el mundo exterior. La tensión entre las identidades laborales y personales se intensifica, y la serie redobla su apuesta emocional y psicológica. Se explora con más profundidad la disociación entre las dos versiones de cada personaje, y se suman capas de complejidad a través de nuevas revelaciones, como el hecho de que Helly es hija de los Eagan (los dueños de Lumon), o que Dylan tiene una familia afuera que desconoce por completo. Estas líneas argumentales potencian el drama y abren nuevas puertas filosóficas. ¿Son los innies y outies realmente la misma persona? ¿Quién merece decidir el destino del otro?

Pero con esa ambición también llegan los problemas. La serie introduce subtramas que a veces desvían la atención del núcleo narrativo. Algunos episodios se sienten desconectados, particularmente los centrados en personajes secundarios como Cobel, que aportan poco al desarrollo de la trama. La estructura se vuelve más difusa a medida que avanza la temporada, y el ritmo, que antes era preciso, ahora flaquea. La acumulación de preguntas sin respuesta comienza a generar una ansiedad legítima: ¿están los creadores llevando todo hacia un final coherente o están simplemente extendiendo el enigma indefinidamente?

La fotografía, a cargo de Jessica Lee Gagné, sigue siendo uno de los pilares visuales de la serie. Su trabajo en episodios como “Chikhai Bardo” eleva el contenido, usando la iluminación —en especial el rojo intenso del final— como recurso narrativo y emocional. Ese nivel de detalle técnico compensa las flaquezas estructurales de la temporada. Pero no siempre es suficiente.

Uno de los mayores logros de esta segunda entrega es cómo profundiza en el conflicto identitario de Mark. Su reintegración temporal —un recurso narrativo osado, pero mal aprovechado— permite ver cómo las dos versiones del personaje se enfrentan y, finalmente, divergen. El momento en que Mark S. decide abandonar a Gemma para unirse a Helly en la fuga final es desgarrador y revelador. Marca una línea clara: los innies no son simples extensiones, son individuos con deseos, sufrimientos y decisiones propias. Es una resolución poderosa, que deja al espectador con una sensación de desconcierto.

A nivel emocional, la temporada alcanza algunos picos memorables. La relación entre Helly y Mark, la búsqueda de Dylan por su familia, y el siempre triste Irving, nos recuerdan que la fuerza de Separación está tanto en su propuesta intelectual como en su capacidad de conectar con lo humano. En suma, esta segunda temporada muestra que la serie sigue teniendo una visión clara y una propuesta visual impactante, pero también que el riesgo de perderse en su propio laberinto está presente. Aunque sigue siendo una de las propuestas más interesantes de la televisión actual, su futuro depende ahora de no seguir sumando misterios, sino de saber hacia dónde va todo esto, y si será capaz de cerrar con la misma fuerza con la que empezó.

Mariana de los Ríos
14 de mayo del 2025

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