Editorial Cultura

Un lustro sin Blanca

Un lustro sin Blanca
  • 11 de agosto del 2014

Crónica sobre Blanca Varela, la mayor poeta peruana del siglo XX

La escritora Blanca Varela nació en Lima el 10 de agosto de 1926, hace exactamente 86 años. A pocos años de su muerte (2009), la fecha es un buen motivo para recordar a quien, sin lugar a dudas, fue la más importante poeta peruana del siglo XX.

Hija de la escritora y cantautora Serafina Quinteras (la autora del famoso vals “Muñeca rota), Blanca estuvo siempre rodeada de los más destacados escritores y artistas. En su época de estudiante universitaria hizo amistad con los principales poetas de la generación del cincuenta: Jorge Eduardo Eielson, Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, etc. También con pintores como Fernando de Szyszlo, con quien se casaría poco después. A los 23 años, viajó con Szyszlo a París, donde la pareja radicaría muchos años, entablando amistad con personalidades como Octavio Paz, Julio Cortázar, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, entre otros.

Aunque escribió poesía desde muy joven, recién publicó en 1969 su primer poemario: Ese puerto existe, un conjunto de poemas en los que la autora rememora su infancia pasada en el puerto Supe (en la zona norte del departamento de Lima). En este libro aparecían algunas de las constantes temáticas de la poesía de Blanca Varela: la búsqueda existencial que parte de la observación del entorno físico, la belleza y su corrupción por obra del tiempo y la muerte: “Ni una sola hora de paz en este inmenso día. / La luz crudelísima devora su ración…”. El poemario contaba con un prólogo de Octavio Paz, quien además le puso el título. Blanca había pensado llamarlo “Puerto Supe”; a Paz le pareció un nombre demasiado alegórico, a lo que Blanca respondió: “¡Pero ese puerto existe!”. A partir de esta frase, Paz sugirió el que sería el título definitivo.

Sus siguientes poemarios fueron Luz de día (1963) y Valses y otras falsas confesiones (1972), en el que se incorporan elementos de la excelente poesía que en aquellos años hacían los jóvenes de la generación del sesenta: la presencia de lo cotidiano, el sentido del humor y la ironía, además de la apelación a textos de la más diversa procedencia, desde los más triviales a los más prestigiosos. Esta nueva etapa alcanza su mejor expresión en Canto villano (1978), en el que encontramos algunos de los poemas más reconocidos de la autora. “Curriculum vitae”, “Monsieur Monod no sabe cantar”, “Camino a Babel” y “Canto villano”.

Después de un largo silencio, en los años noventa Blanca Varela publicó tres muy buenos poemarios: Ejercicios materiales (1991), El libro de barro (1993) y Concierto animal (1999). Se trata de obras de madurez y llenas de sabiduría, en las que el rigor y la contención formal son la contraparte necesaria para la amplitud de los temas y la complejidad de las reflexiones. Todos estos logros literarios fueron reconocidos no solo en el Perú (Varela recibió, entre otras condecoraciones, la Medalla de Honor otorgada por el Instituto Nacional de Cultura), pues su obra ha sido traducida al francés, inglés, italiano, alemán, portugués y ruso.

  • 11 de agosto del 2014

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