El viejo The New York Times (TNYT), antes un símbolo de la libe...
Los candidatos de la centro derecha están desorientados por la estrategia y táctica del progresismo que pretende ocultar lo que se puede percibir al primer golpe de vista: que si hoy fuesen las elecciones, dos candidatos de la centro derecha pasarían a la segunda vuelta. Así está la foto de hoy, una instantánea que, obviamente, puede cambiar de acuerdo al curso de los acontecimientos. Asimismo, si bien más de la mitad de los encuestados no definen su voto, es muy difícil que vuelvan a votar con los pies, para castigar a los políticos, tal como lo hicieron cuatro años atrás eligiendo a Pedro Castillo.
Una tragedia no se repite dos veces. Si sucede sobrevendrá la comedia. El viejo Marx, quien fracasó en todas sus predicciones políticas y económicas, solía sostener este punto de vista porque se dedicaba a observar los acontecimientos históricos. Por ejemplo, la izquierda quiso reeditar “el Merinazo” con la designación de José Jerí y ya sabemos que hoy no convocan a nadie.
Parece muy difícil, muy complejo, entonces, que el pueblo peruano vuelva a equivocarse dos veces, como se suele decir. El error infinito es una aproximación que fomenta el progresismo para asustar a determinados sectores de la sociedad.
Semejante situación no es arbitraria. La elección de Castillo, luego del Merinazo y después del apoyo total del progresismo al candidato de Chota, ha creado un trauma nacional. En todo el país se entiende que el declive –más allá de que se haya iniciado mucho antes– empezó desde entonces. Castillo es para la izquierda lo que la hiperinflación fue al estatismo: reduce dramáticamente la posibilidad de reeditar un nuevo capítulo de la misma tragedia.
Si hoy ese escenario no aparece nítido es porque las encuestadoras hacen política y ponen un imposible, un tal M. Vizcarra que, supuestamente, es la confusión de Martín Vizcarra. Difícil de creer. Vizcarra tiene apoyo, es verdad, pero de ninguna manera capacidad de endose.
Y si a este escenario le agregamos los vientos a favor de la derecha en Hispanoamérica: el arrollador triunfo de Milei en las elecciones de medio término para el Congreso argentino, el triunfo de Paz en Bolivia y la exclusión de Cuba y Venezuela de la transmisión de mando, y las proyecciones que favorecen a los candidatos de la centro derecha en Chile. La región, pues, se aleja de la izquierda –incluido el progresismo– porque las zurdas cuando llegan al poder todo lo destruyen, todo lo hacen puré, como se dice.
¿Por qué entonces Rafael López Aliaga y Carlos Álvarez le hacen guiños a la izquierda? En vez de proponer más competencia para fomentar competitividad, López Aliaga arremete contra el sistema bancario en el país. ¿Hacia dónde apunta? ¿Acaso a controlar tasas de interés a sabiendas que cualquier regulación solo afectará el crédito a los más pequeños, a los menos favorecidos? Por su lado, Carlos Álvarez le hace un guiño a Petroperú, una empresa quebrada que solo succiona recursos fiscales, y señala que cree en las empresas estatales. ¿Qué sucede? ¿Por qué se disparan a los pies?
Todos los candidatos de la centro derecha disputan el mismo espacio, y cualquier peruano de buena voluntad apuesta a que dos postulantes de este espacio pasen a segunda vuelta: para recuperar el principio de autoridad, organizar gobernabilidad y desarrollar reformas.
Sin embargo, los candidatos que liderarán el espacio de la centro derecha serán quiénes encabecen con absoluta claridad la lucha contra las propuestas antisistema, quienes mejor expresen programáticamente el fin de la destrucción que desatan las izquierdas. Y quienes lideren este espacio tendrán la oportunidad de avanzar sobre la mitad de los indecisos que aparecen en la foto de hoy.
Se necesita, pues, más claridad en contra del antisistema y las izquierdas.

 
  
  
  
 














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