Editorial Política

El nuevo radicalismo y la búsqueda del Milei peruano

El Estado como la causa principal de la informalidad y la pobreza

El nuevo radicalismo y la búsqueda del Milei peruano
  • 21 de marzo del 2024

 

En una entrevista desarrollada en este portal, el antropólogo Tino Santander sostiene que en las provincias del sur, luego de las olas de violencia que sobrevinieron al golpe de Pedro Castillo, las mayorías y los sectores emergentes populares desarrollaron una alianza tácita con las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del Perú (PNP) para restablecer el orden social quebrado por la violencia extremista. Agrega que se ha convocado a movilizaciones en Cusco, Puno y Andahuaylas; sin embargo, la gente ha rechazado frontalmente estas iniciativas. Añade que la distancia y la indiferencia de las mayorías con respecto a estas movilizaciones del extremismo revela una tácita decisión de mantener la precaria estabilidad entre el Ejecutivo y el Congreso. De lo contrario, añade, ya se habría desatado el adelanto electoral.

El razonamiento de Santander es de sentido común. Las economías regionales del sur entraron en recesión luego de la violencia, sobre todo con el colapso del turismo. La demanda de orden, pues, es perentoria para salvar las economías y los emprendimientos familiares. Al margen de cifras y opiniones, es posible establecer que en el sur del país y en la abrumadora mayoría de los sectores populares y emergentes existe una reacción radical en contra del Estado, sus sobrerregulaciones y las murallas levantadas en contra de las iniciativas y emprendimientos de las sociedades. 

Tal como lo sostiene Santander, ese radicalismo no tiene nada que ver con la asamblea constituyente, las nacionalizaciones y la demagogia populista, sino con la demanda de carreteras, escuelas, postas médicas, agua potable, alcantarillado y servicios. Se trata de un radicalismo que emerge contra el fracaso del Estado –que está lleno de recursos que extrae del sector privado–, las ineficiencias y corrupciones. A veces ese radicalismo se dirige en contra de algunas empresas por falta de alternativas que representen ese humor nacional anti estatal.

En este contexto, Puno, por ejemplo, suele identificarse con propuestas radicales de izquierda no obstante que es una región con mercados populares tan extendidos, con un emprendedurismo tan marcado que cualquiera diría que estamos ante un capitalismo salvaje. Los puneños acompañan al radicalismo de izquierda porque se trata de la única propuesta que aparece en contra del Estado que le cobra impuestos, pero no entrega servicio alguno. En ese contexto, se podría interpretar la aparente viabilidad de una candidatura como la de Antauro Humala o la de cualquier otro sector radical.

Es evidente, pues, que la mayoría de la sociedad se radicaliza en contra del Estado y la terrible burocratización. Un radicalismo anti estatal que también revela una reacción visceral en contra de la corrupción, las ineficiencias del Estado y las frivolidades del progresismo, que han convertido a los ministerios en agencia de empleos, a tal extremo que el gasto de nuestro Leviatán criollo ya representa un tercio del PBI de aproximadamente US$ 240,000 millones. Una cantidad impresionante para el tamaño de nuestra economía.

Por todas estas consideraciones, cualquiera se preguntaría en dónde está el Milei peruano que levante la motosierra en contra del gasto estatal y sus procedimientos soviéticos. ¿Por qué no hay una propuesta para reducir los 18 ministerios a menos de la mitad? ¿Por qué nadie se enfrenta a la regionalización que extrae recursos, detiene la inversión privada, genera sobrerregulaciones y crea informalidad? ¿Por qué nadie propone un nuevo impulso privatizador de empresas estatales que solo subsisten con los rescates permanentes (léase Petroperú)?

El nuevo radicalismo en el Perú es anti estatal porque el Estado hoy se ha convertido en el principal enemigo de los emprendimientos y el trabajo de la gente, y es la principal causa de informalidad y pobreza. Otra vez, ¿en dónde está el Milei peruano? ¿Por qué nadie se atreve?

  • 21 de marzo del 2024

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