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El viejo The New York Times (TNYT), antes un símbolo de la libertad de prensa y del intento de informar revelando todos los puntos de vista presentes en cualquier encrucijada noticiosa, sigue declinando dramáticamente por la influencia corrosiva del progresismo. Sucede que Will Freeman, designado como investigador especializado en estudios latinoamericanos, acaba de publicar un artículo en que se engulle de un solo bocado todos los relatos y narrativas del progresismo nacional y latinoamericano sobre la crisis del Perú y la región hispanoamericana.
Para fundamentar su punto de vista recoge una suma de medias verdades sobre la crisis nacional: es decir, describe todos los efectos en la situación ignorando u ocultando adrede las causas de la crisis política. En un artículo titulado “Peru shows how democracies die even without a dictator” (¿Por qué las democracias mueren incluso sin un dictador?) describe todas las plagas que afectan al sistema institucional del país (siete presidentes en un periodo que debieron existir dos) y establece como la causa principal de esta situación una coalición de políticos en el Congreso, acusados de corrupción, entre los que están Keiko Fujimori –por cierto, llamada “la hija del dictador”--, José Luna y Waldemar Cerrón. Y he aquí una frase que revela el programa y la ideología del artículo que comentamos: “En el Perú un puñado de las familias políticas más poderosas lo han permitido”. Según el autor, este sector incluso ha promovido una coalición inestable que promueve leyes procrimen.
El artículo, como decimos, asume todas las fábulas del progresismo con respecto a la crisis: desde una supuesta matanza luego del golpe fallido de Pedro Castillo hasta una tolerancia de los políticos con la ola criminal.
No se puede negar que el autor describe algunas verdades evidentes. Si bien no llama anarquía al proceso social peruano –como debería calificarse–, sostiene que la democracia muere sin necesidad de que exista un dictador. Sin embargo, cuando oculta las causas y las explicaciones que desencadenaron este proceso el artículo se vuelve faccioso, responde a la orientación de una corriente ideológica que, a nuestro entender, es la principal causante de la anarquía y el desarrollo de la actual crisis política.
¿Por qué estamos en anarquía y la democracia está en cuidados intensivos en el Perú y en América Latina? En el país, luego de la caída del fujimorato a inicios del nuevo milenio, el progresismo empezó una guerra política nunca antes vista en la región. Desde el llamado Informe de la Comisión de la Verdad, pasando por todos los relatos progresistas, el Perú, virtualmente, entró en una guerra civil entre fujimoristas y antifujimoristas, dos partidos enfrentados con la misma polaridad que los estadounidenses desarrollaron en la Guerra de Secesión del siglo XIX entre los norteños y sureños. El Perú padeció una guerra civil sin balas. Y el veto al fujimorismo lo destruyó todo: los partidos, las instituciones y los diálogos que se deben sostener en una democracia.
El progresismo destruyó, aniquiló la política. ¿Qué régimen presidencialista o parlamentarista sobrevive cuando la política se destruye? El autor, investigador en estas regiones según NYT, se pregunta por qué la democracia muere sin dictadores y no advierte que el progresismo, las izquierdas y las corrientes marxistas han organizado verdaderas guerras civiles sin balas en toda la región: en Chile el enfrentamiento entre pinochetistas y antipinochetistas casi se carga la democracia con la llamada convención constituyente. En Colombia la guerra civil entre uribistas y antiuribistas puede cargarse la democracia con la tragedia de la llegada de Petro al poder.
¿Cómo se le ha pasado este elefante, esta cordillera notoria al primer golpe de vista, al investigador Freeman con respecto a la realidad del Perú? El artículo describe la realidad, es verdad; sin embargo, al falsear las verdaderas causas de la anarquía el artículo no hace investigación, sino desarrolla ideología. La crisis de los partidos y el desarrollo de las economías ilegales tienen su causa en esa guerra civil sin balas.
En el caso de The New York Times y algunas universidades de Estados Unidos, la priorización de la ideología sobre la investigación y la academia no es novedad. Unos años atrás TNYT pretendió cambiar la fecha histórica de la fundación de los Estados Unidos, a través del proyecto 1619. Es decir, los gigantes republicanos de la libertad como Washington, Hamilton y Jefferson, que declararon la independencia en 1776 deberían ser reemplazados por 1619.
¿Saben que había sucedido en 1619? La primera llegada de un barco con esclavos en Virginia. Para fiestas de los jerarcas de la China, para el regocijo de los estados islámicos y de todos los enemigos de Occidente, The New York Times pretendía refundar los Estados Unidos y anclar su historia en el esclavismo. Si avanzaba el proyecto la unión americana de los 50 estados se disolvía y volvían los fantasmas de la Guerra de Secesión.
El declive y la triste realidad del gran periódico de ayer es incuestionable. Todo es una pendiente hacia el abismo, todo es manipulación por la intolerancia y arbitrariedad del wokismo. Allí estamos.

 
  
  
  
 














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