Iván Arenas
¿A quién culpará Vizcarra?
Al Gobierno le iba bien mientras el fujimorismo existía

Estimado lector, las últimas semanas no le han caído bien al Gobierno de Martín Vizcarra. La abrupta caída de su aprobación (¡12 puntos menos!), el viajecito a España, el pésimo manejo y gestión de todos los conflictos sociales (¡no solo de Las Bambas!), la revelación de que se ha presupuestado de manera escandalosa más de S/ 1,600 millones en consultorías (algunas insólitas y disparatadas) son algunas de las perlas que tenemos en el escenario de hoy y que configuran una posible crisis de gobernabilidad a la vista.
Lo cierto es que Vizcarra no tiene a quién culpar de los males nacionales, porque reducido el fujimorismo a una minoría (con un conjunto de mini bancadas en un Congreso desprestigiado) el Gobierno no tiene muñeco para azotar. Ya no hay Chávarrys, Congresos obstruccionistas ni bancadas mayoritarias que generaban inestabilidad. El hombre, es decir Vizcarra, está solo.
Basta recordar semanas atrás, cuando en alianza con medios tradicionales, periodistas y algunos opinadores, el Gobierno de Vizcarra enardecía a las masas apelando a una supuesta lucha anticorrupción. El fujimorismo era el principal enemigo. No obstante, la puesta en escena terminó desde que el fujimorismo arrió banderas, se desbarató y su lideresa entró en prisión preventiva.
Solo en el ring, derrotados todos sus enemigos, el Gobierno de Vizcarra tenía que gobernar. Y eso es lo que no hizo ni hace. Nadie se atreve a decir que el Gobierno de Vizcarra se está debilitando. El oxígeno que debía traer el premier Del Solar ha durado solo algunos días, porque ha tenido que llevarlo a las alturas de Apurímac donde el “otro Perú” lo esperaba para sentarse a negociar sobre la continuidad de Las Bambas.
Lea esto, estimado lector; sepa usted que este es el problema: Vizcarra no gobierna por una sencilla razón, porque creyó que la estrategia de confrontación era duradera y traía réditos en cada encuesta de aprobación. Mientras los asesores aprendices de Maquiavelo recomendaban azotar día y noche a la oposición y ganarse el aplauso de Lima, en las regiones del Perú el descontento crecía y crece aún más.
El incendio de un bus interprovincial revela aún más cuán profunda es la miopía política frente al Perú real. Ahora Vizcarra dice que “todos somos culpables”. Sí, lector, ¡todos! Cuando se quiere salir del paso cualquier opinión es válida, pero un presidente no puede decir semejante frase. Y es bueno que el fujimorismo haya sido desbaratado, porque de lo contrario habría asesores que aconsejen a Vizcarra culpar al fujimorismo también de eso.
En la dialéctica existe la ley de contrarios. Según esta ley debe haber dos contrarios siempre para que algo cualitativamente mejor surja. Al Gobierno le iba bien mientras el fujimorismo existía. Quizá haya algún asesor que le diga a Vizcarra que es hora de liberar a Keiko Fujimori.
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