Jorge Varela

El libertarismo retumba

Se siente más allá de Argentina

El libertarismo retumba
Jorge Varela
04 de noviembre del 2025

 

El ‘libertarismo’ de Javier Milei está derribando a golpes de gran martillo los obstáculos, desaciertos y desastres del justicialismo de Perón, de los Kirchner y sus seguidores, enfrentando la oposición irracional de jerarcas sindicalistas que se propusieron quedar al margen del futuro. Milei, cual fiero demoledor, hace sus tareas con pasión sanguínea contra las dificultades construidas por la denominada ‘casta’, una bestia conformada de políticos, académicos, dirigentes sociales, periodistas y funcionarios subsidiados, nutrida por un sistema descompuesto que todavía arrastra los residuos y desechos de los que estaba estructurado. 

 

Una opción que inspira a los jóvenes

Por eso, cuando el ‘libertarismo’ retumba no basta ponerse tapones para no escuchar sus estridencias, ni permanecer impávido, aunque el ruido generado sea molesto y dé motivos para  ponerse nervioso. Es parte de su seducción y explica la atracción que ejerce sobre sectores de una juventud que anhela cambios, cansada de ver en las pantallas los mismos rostros de esa decadencia que aletargó la conciencia de sus padres y les cortó las alas, impidiéndoles volar y respirar otro aire. Para muchos jóvenes argentinos y del mundo la disyuntiva era, es y será: rutina, corrupción y pobreza o cambio, esperanza y horizonte limpio. 

La juventud trasandina no quiere que la ideología justicialista inspiradora de un “Estado superior” omnímodo, devenido en aparato corrupto, termine por provocar el colapso total de su sociedad, como consecuencia del influjo hegemónico y nefasto del peronismo-kirchnerista.

 

Antilibertarios al acecho

Políticos de izquierda como Lula, Maduro, Petro, Pedro Sánchez, incluso algunos dirigentes europeos, continuarán utilizando toda su verba para despotricar contra el pensamiento libertario encendido desde Argentina, por razones ideológicas y geopolíticas. No son, ni serán, los únicos. En esta región, hay varios políticos de derecha que no comparten el ideario volcánico que baja desde Los Andes como lava ardiente.

Como es sabido, también en Europa las derechas no constituyen un único compartimento orgánico-ideológico irreductible y monolítico. Si se escarba sus entrañas se descubrirá modalidades características de una morfología que refleja diferentes visiones y posturas tácticas en las que determinados elementos como lo reaccionario, lo autoritario, lo iliberal, lo decadente, lo denso, lo liviano y lo populista fulgurante, conforman un torrente arremolinado que sube de caudal día a día y avanza por las gastadas laderas occidentales.

 

El paisaje ideológico-político de Occidente

Diversos analistas se han dedicado a definir una especie de parteaguas entre lo reaccionario y lo conservador. Uno de ellos es Daniel Innerarity, un académico de izquierda, quien al referirse a las tensiones que provoca la irrupción de la derecha radical y a las paradojas que genera, escribe que una de ellas consiste en que “defender la democracia no pasa hoy por intensificar el combate entre la izquierda y la derecha, sino por acudir en ayuda de la derecha clásica, que no se está entendiendo correctamente a sí misma”. Según su enfoque, en tiempos de zozobra política, “el mejor servicio que se le puede hacer a la democracia es no meter en la misma categoría a todos los que discrepan de nuestras ideas (las de izquierda, las suyas) y, en concreto, distinguir entre los conservadores y los reaccionarios”. 

 

Hacia dónde se dirige Milei 

¿Qué sentido tiene entonces adherir a la idea libertaria andina? ¿El libertarismo de Milei que él ha calificado de anarcocapitalista, encaja en algunos de los atributos mencionados? ¿Su rasgo mesiánico-populista es compatible con lo conservador? ¿Su ideario enfatiza solo lo liberal-pragmático o se desliza además por las paredes y farallones de lo conservador-valórico?

En la Cumbre Conservadora que tuvo lugar en Buenos Aires, Milei se refirió entre otros temas, a la importancia de la batalla cultural; a la defensa de la vida, la libertad y la propiedad; y a la causa de la gesta civilizatoria de Occidente. “Hay que dar la batalla cultural desde el poder y combatir desde la derecha. No puede haber consenso entre lo moral y lo inmoral. No hay que ceder al mal, no hay que ceder al socialismo”, a la vieja izquierda. 

Lo que está clarísimo además es su visión antiestatista. Y he aquí donde a determinados sectores de la derecha latinoamericana tradicional (clásica) comienzan a temblarle las extremidades inferiores, así como a otros les ocurre lo mismo cuando se trata de políticas vinculadas a la defensa estricta de la vida humana.

El discurso libertario de Milei no es para tímpanos débiles  acostumbrados a escuchar teorías estatistas ortodoxas repetidas por socialistas adictos a Marx y sus neo-exégetas, o para sectores de derecha atentos a la última versión de relatos clásicos producidos por académicos liberales de viejo cuño seguidores de ideas sin reciclar. 

Por eso, cuando Milei grita: “¡Viva la libertad, carajo”!, revientan los oídos y se activan las energías de muchos seres conscientes en Buenos Aires, Madrid, Berlín, París, Ciudad de México, Brasilia, Santiago y hasta en el Vaticano. Tal es la fuerza de su estrépito.

Jorge Varela
04 de noviembre del 2025

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