Juan C. Valdivia Cano

Ética y pedagogía (I)

Una deconstrucción de la ética moderna y la moral tradicional

Ética y pedagogía (I)
Juan C. Valdivia Cano
11 de noviembre del 2025

 

Demasiadas veces se escucha hablar de “ética” en el ámbito académico y fuera de él, a partir de una tediosa perorata sobre cómo deben comportarse los estudiantes frente a diversas situaciones y en particular frente a todo tipo de respetables autoridades. Eso no es educar, eso es casi todo lo contrario a educar: dar reglas de comportamiento, obligatorias o no, no es pedagógico sino normativo; como imponer, adoctrinar, ideologizar, dogmatizar, manipular, alienar, es lo mismo; eso no es enseñar; es un hecho de poder, un acto político, no una conducta educativa, que es eminentemente ética en sentido moderno, y ya veremos cuál es ese. 

Hay una confusión entre política (relaciones de fuerza) y ética moderna (reglas para la salud colectiva e individual) en el ámbito educativo. En el ámbito democrático liberal, se explica, se argumenta, se dan razones…no se manda, no se ordena. Pero ese profesor, y parece que muchos más, sufren de esa confusión. ¿Se puede enseñar académicamente “ética”? Si, a condición de que se pueda aplicar en la enseñanza todo lo que es permitido y necesario en la educación ética no académica (libertad de expresión y crítica bien entendida, por ejemplo) y contar con el profesor idóneo; entonces sí se puede. Me parece que si no se dan estas condiciones, hay riesgo de inminente fracaso.

Esa pregunta, además, parte de un prejuicio muy extendido: que todos entendemos lo mismo cuando escuchamos esa palabra, “ética”. Y eso está bien lejos de ser cierto. Por eso voy a aclarar en qué sentido específico utilizo la palabra “ética” en esta ocasión. No para que se acepte sino para que se entienda mi punto de vista. Porque en general, en abstracto, la ética no existe sino como palabra, como vocablo, como concepto general o abstracto y nada más. Lo que sí se puede evidenciar es la existencia de diversas “éticas” o “morales” específicas a lo largo de la historia humana. 

Utilizo la palabra “ética” en sentido moderno y referida a la cultura occidental: como una cosmovisión y una forma de vida indisolubles, fundadas en la libertad, la dignidad , la igualdad de derechos, la propiedad privada, y ciertas reglas que tienen sus características propias, distintas de la moral tradicional. Haremos un ejercicio de comparación entre esta “ética moderna” y esa “moral tradicional” de raíz judeo cristiana, que es la nuestra, para que al desmontar o deconstruir o descomponer ambos conceptos veamos de qué están hechos y hasta qué punto se puede enseñar académicamente la ”ética” en sentido moderno. 

Y como el derecho democrático liberal y republicano se funda en esos mismos valores constitucionales modernos, podemos hablar de “ética jurídica” como sinónimo de “ética moderna”, porque constan de los mismos valores. Aquí lo personal se unimisma con lo público, con lo jurídico y social. Los valores personales de Mario Vargas Llosa, por ejemplo, que resumen los de otros pocos paisanos, como Basadre o Bustamante, coinciden perfectamente con los valores fundamentales de la Constitución peruana. ¿Qué peruano puede decir lo mismo con igual derecho y con tal consistencia? 

Como no se puede enseñar “la ética” en general porque no existe, creo que hay que asumir una ética específica como la moral tradicional o la ética moderna, liberal o jurídica. Personalmente creo que hay que difundir esta última con fuerza y entusiasmo, no solo porque es el fundamento de nuestra propia Constitución, sino porque es la única que no obliga a obedecer, a cumplir, sino que invita a pensar con autonomía e independencia. La única que, por tanto, comprende y acepta plenamente la enorme, inevitable e incurable diversidad o desigualdad humana, y por ello la única que puede practicar la tolerancia plenamente, sin necesidad de aguantar a nadie ni a nada por obligación. Cuando se comprende a alguien, ya no es necesario “aguantarlo”. Tolerar no es “aguantar”. Es comprender al otro, a los otros y a uno mismo. 

Difundir los valores de la ética moderna no tiene que ver con imposiciones, normas imperativas o dogmatismos. No se puede obligar al cumplimiento de las normas de la ”ética” moderna porque se fundan en la libertad (salvo a través del derecho, cuando se hace inseparable de la política, del poder político,). Siendo cada ser humano único singular e irrepetible –actual o virtualmente- tratar de que el otro piense y sienta como uno, es absurdo e idiota. Para lograr eso tendría que haber vivido absolutamente todo lo que uno ha vivido y ser hijo de los mismos padres y haber nacido en la misma fecha…y etc. Y aún así, entre gemelos también hay diferencias de perspectiva, a veces muy claras. Y ser hermano mayor o menor no es indiferente. 

Pero la ética en general, como disciplina, académica o extra académica, no es solo una parte de la filosofía, es la filosofía misma, después que la lógica y la física se separaron de ella en busca de autonomía disciplinaria. Y la filosofía no es la revelación de una supuesta verdad oculta, de una esencia absoluta y fundamental en cada cosa; es desenmascaramiento o, mejor, deconstrucción de las viejas mentiras, prejuicios, dogmas, creencias, que se dan por verdades indiscutibles. El niño que destruye un juguete para ver cómo está hecho, deconstruye, es su viva curiosidad lo que lo motiva, como la de una mente científica, lo que lo lleva a la investigación. No destruye por maldad o pecado. 

Vamos a tratar de deconstruir la ética moderna y la moral tradicional, que entre nosotros es el cristianismo, a la vez que las contrastamos, a fin de tener un panorama suficientemente claro antes de tomar posición personal, si fuera necesario. Pero adelanto desde ahora que la enseñanza de la ética, sin el compromiso del discente de iniciarse voluntariamente en la vida ética, solo va a servir para aprobar el examen del curso de ética. Y eso no es ético. Todos perderíamos tiempo. Y la vida es corta, Benancio!

Pero además, no se puede iniciar el camino de la ética moderna sin autoconocimiento, sin un examen prolijo de nosotros mismos, especialmente de nuestros defectos, limitaciones, debilidades, huecos negros, etc, su raíz, su genealogía, su desarrollo, su estructura, su lógica, su resultado actual. También se llama autocrítica, primer fundamento de la civilización moderna. Parte de la pregunta de Nietzsche : ¿cómo he llegado a ser lo que soy? Es el inicio de la vida ética. La libertad es el medio conductor.

Juan C. Valdivia Cano
11 de noviembre del 2025

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