Manuel Gago
¿Se fueron de boca?
Defensa total a la Policía Nacional

La izquierda, sus tontos útiles y sus indignados se mostraron tal cual son en el centro de Lima el 15 de octubre pasado: violentistas de hechos y palabras. Una vez más quedan confirmadas sus intenciones de detener las próximas elecciones e imponerse a costa de destrucción. Saben que en las elecciones del 2026 perderán la presidencia de la República y su representación parlamentaria será minúscula.
Tales sucesos fueron previsibles. Las reacciones posteriores fueron la sorpresa. No es necesario volver a los violentos hechos conocidos y tampoco señalar los desatinos cometidos, porque a los violentistas no les podemos otorgar ni un milímetro de ventaja. No obstante, es bueno recordar cómo la prensa opositora de los noventas exigía al expresidente Alberto Fujimori hacer declaraciones inmediatas sobre eventos que conmovieron al país. Después del asalto a la residencia del embajador de Japón en Lima y la posterior toma de rehenes, un Fujimori cauto se mantuvo en silencio hasta tener elementos de juicio para decidir qué hacer y qué información ofrecer al país. No cayó en la trampa, no declaró con el falso ánimo de tener el control de todo.
La prudencia ayuda a apaciguar las aguas. El “irse de boca” enrarece los sucesos. Mantenerse callado hasta conocer el suceso completo no significa complicidad e intento de ocultar la verdad. Es lo que algunos quieren que creamos. Buscan que tras las primeras declaraciones surjan las rectificaciones para atacar.
Bueno pues, las crisis enseñan. Dejan huellas. En Perú sucedieron tantas crisis extremas y tantos eventos sangrientos y destructivos, que han puesto al país al borde del colapso total, y algo hemos aprendido. Las experiencias sobran y ¿seguimos aprendiendo?
Quienes asumen jefaturas públicas y privadas deben reducir al máximo las probabilidades de cometer errores. Muchas de esas probabilidades tienen su origen en las comunicaciones. por eso es necesario aprender que después de un evento y antes de actuar o hacer declaraciones apuradas, se deben seguir cinco pasos:los dos primeros, conocer y observar el suceso; los siguientes dos, reflexionar sobre qué hacer y qué decir antes de decidir. Y finalmente, actuar con mayores posibilidades de salir airosos del evento. Obviamente cada paso tiene su tiempo, la demora o celeridad depende de la experiencia de cada autoridad.
Con los comunistas no se juega. Demonizan a la Policía Nacional porque venció a los terroristas de Sendero Luminoso y del MRTA. Al primer descuido perderemos el país y la vida. En los últimos años han logrado arrebatarle a los policías la obligación constitucional de establecer el orden interno. Los policías son atacados para desmoralizarlos y desarmarlos. No tienen márgenes de acción contra la delincuencia y la violencia pública; no pueden responder a los ataques, tan solo protegerse aun cuando una norma regula el uso de la fuerza.
Los comunistas intentarán nuevas asonadas insurgentes. Saben que la Policía no podría evitarlos porque la fiscalía investiga y los detiene por los civiles heridos, y no investigan ni detiene a los civiles cuando disparan, golpean y lanzan bombas incendiarias contra los policías. Sus planes resultaron a pedir de boca.
No obstante su efímero avance en la sociedad, desconocen la ley física de Newton aplicada a la sociedad: “toda acción genera reacción”. La mayoría silenciosa no estará quieta: Sabe quién promueve los disturbios y quién hace apología de la violencia. Esa mayoría saldrá a las calles el sábado 25 y marcará su posición contraria a los intentos subversivos. Esa mayoría votará por un país libre y democrático que los comunistas quieren destruir.
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