Aldo Llanos
¿Ya no debemos usar los títulos marianos de "Corredentora” y “Mediadora”?
Y qué actitud deben tomar los católicos ante ello
Recientemente, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio), Víctor Manuel Fernández, presentó la declaración Mater Populi fideli sobre cuestiones relativas a algunos títulos marianos. Este documento ha señalado algo que ya se venía indicando desde el Concilio Vaticano II: el título de "corredentora", tal como se recibe hoy, puede llevar a confusión; y pide, además, “especial prudencia” con el título de “Mediadora/Medianera”.
En otras palabras, se está diciendo que su uso no se recomienda para evitar posibles confusiones y/o interpretaciones erróneas (como deificar a la Virgen). ¿Esto es posible? Sí, incluso al intentar ejemplificarlo "a favor". Por ejemplo, en redes se estuvo argumentando de modo análogo con la palabra "copiloto", dado que, en un viaje automovilístico ordinario, el copiloto no tiene injerencia directa en el manejo.
Sin embargo, si el mismo ejemplo lo llevamos al campo de los rallys, la cuestión ya no es tan clara porque el copiloto sí tiene injerencia directa al encargarse del trazado y corrección del recorrido, cosa que el piloto por sí sólo no podría hacerlo, al menos, al mismo tiempo. Por ello, aquí se devela un problema de Teoría del Conocimiento.
En cuanto al contexto: ¿desde cuándo se utiliza el título de "corredentora"?
Desde que Bernardino de Siena (1380-1444) emplea el concepto y el término casi exacto en su "Sermón De Annuntiatione", al igual que otros franciscanos posteriores del mismo siglo XV.
¿Y por qué en aquel siglo y en el seno de esa congregación religiosa? Porque contextualmente, la espiritualidad del siglo XV estaba caracterizada por la meditación frecuente sobre la Pasión de Cristo y los siete dolores de la Virgen, y por reconocer a María como la persona humana más unida a Cristo en el sufrimiento.
Por ello, los franciscanos quisieron predicar sobre cómo María cooperaba interiormente con la obra de Dios-Hijo, con su obediencia y compasión. Fue así como el título de "Corredentora" no nació de una definición dogmática, sino, de una predicación afectiva y mística que buscaba mover al amor y a la gratitud hacia la Madre de Jesús.
En cuanto a sus implicancias: ¿Qué ocurrió doctrinalmente después? Se pasó de la simple idea de “María cooperadora” propuesta por San Bernardo de Claraval, a la formulación explícita de “Corredentora”. Luego, este título fue adoptado por influyentes teólogos franciscanos como Duns Escoto y por los comentaristas de los siglos XVI y XVII, hasta llegar a santos franciscanos como San Maximiliano Kolbe y el Papa Pío XII en el siglo XX.
Pero hay más. Al atender a los contextos y sus implicancias, podemos reparar en que no siempre un título mariano ha permanecido como tal en el tiempo sino, por el contrario, muchos han sido modificados o dejados de lado por la misma Iglesia.
Por ejemplo, eso ocurrió con los títulos de "Nuestra Señora de las Victorias/de los Ejércitos", siendo reemplazados por “Reina de la Paz” para evitar cualquier connotación probélica. O con el título de "Nuestra Señora del Tránsito", reemplazado por “Nuestra Señora de la Asunción” después de proclamarse dicho dogma (1950). Fue así como dichos títulos en un tiempo usados con devoción según su contexto, pasaron a ser reconsideradas.
En ese sentido, debemos tener calma y comprender que el tiempo ayuda a profundizar mejor los títulos marianos y, por ello, es que el Dicasterio no ha prohibido su uso, sino que lo ha desaconsejado. ¿Por lo tanto, cuál debería ser nuestra actitud?
1.- Acoger dichas indicaciones con humildad y en comunión con la Iglesia.
En efecto. Este documento firmado por el Papa León XIV, pertenece al magisterio ordinario de la Iglesia y debe ser tomado en cuenta, no sólo para nuestra vida de piedad sino, también para el estudio teológico al respecto.
2.- Seguir el consejo de los santos al respecto, como el de San Bernardo de Claraval cuando dijo: “Nada se quite del honor de María, pero nada se añada que oscurezca el honor de Cristo". O como el de San Josemaría Escrivá cuando dijo: "¡Todos con Pedro a Jesús por medio de María!".
3.- La verdadera devoción mariana, no nos mueve a enfrentarnos entre creyentes a no ser que estemos defendiendo, en el fondo, una visión ideologizada del cristianismo. O lo que es peor, la soberbia de pensar que uno sabe más que la Iglesia.
















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