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En medio de un entorno económico regional complejo, con retos políticos y productivos en varios países de América Latina, hay empresas que no solo se mantienen a flote, sino que avanzan con paso firme. Una de ellas es el Grupo Gloria. Lo que comenzó en 1941 como una empresa dedicada a la leche evaporada en Arequipa, hoy es un conglomerado industrial con operaciones en ocho países y presencia en sectores tan diversos como alimentos, cemento, transporte y agroindustria. Su última movida: la adquisición de Ecuajugos S.A. en Ecuador, cerrada hace apenas un mes.
La compra de Ecuajugos —una compañía que era propiedad de Nestlé Ecuador— incluye una planta de producción y un centro de distribución en Cayambe, provincia de Pichincha. Además, Grupo Gloria se quedó con las marcas locales La Vaquita, Yogu Yogu, Natura, Cereavena y Huesitos, y con la licencia para utilizar La Lechera y Svelty en el país. Esta adquisición fortalece significativamente su ya consolidada presencia en Ecuador, donde el grupo opera desde 2005 con Lechera Andina S.A., y ahora cuenta con tres plantas estratégicamente ubicadas.
Pero este movimiento es solo una parte de una estrategia de expansión regional que viene tomando forma desde hace más de dos décadas. Grupo Gloria ha crecido de forma consistente en América Latina a través de adquisiciones que le han permitido consolidarse en mercados clave. Su presencia se extiende actualmente a Perú, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Argentina, Uruguay y Puerto Rico. En cada uno de estos países, su operación no solo implica exportar productos peruanos, sino integrarse al tejido productivo local con plantas, marcas propias y distribución regional.
Uno de los ejemplos más destacados de esta expansión fue la compra de Soprole en Chile, cerrada el año pasado. Se trata de una de las principales empresas del sector lácteo chileno, y la operación no solo amplió la huella geográfica del Grupo Gloria, sino que también le permitió liderar el crecimiento del mercado lechero en ese país. Este liderazgo en Chile no es un caso aislado. En Bolivia, el Grupo ingresó en 1996 con la adquisición de Pil Andina, con presencia en La Paz y Cochabamba, y en 2011 dio un giro industrial con la compra de Soboce, una de las cementeras más importantes del país. En Colombia, adquirió Algarra en 2004, y más adelante unificó sus operaciones bajo la marca Gloria Colombia. En Argentina, entró en 2006 al adquirir Corlasa, y en Uruguay sumó a su portafolio a Ecolat en 2012. En el Caribe, opera desde 2002 en Puerto Rico con Suiza Dairy y Neva Plastics.
Este crecimiento regional va de la mano con una transformación interna. Aunque su origen está en la leche evaporada —producto con el que aún domina el mercado peruano con un 77% de participación—, el Grupo Gloria se ha convertido en una empresa diversificada. Produce desde panetones y bebidas hasta conservas de pescado, papel y cemento. Esta integración vertical le permite controlar sus procesos, reducir costos y asegurar calidad en distintas áreas del negocio.
En un país como Perú, donde el sector privado genera el 80% de los ingresos fiscales y de los empleos formales, el protagonismo empresarial es clave para sostener la estabilidad económica. En ese contexto, el desempeño de Grupo Gloria se vuelve aún más relevante. Mientras otras grandes firmas se replegaron o ralentizaron sus operaciones internacionales en los últimos años, Gloria ha apostado por crecer. Y lo ha hecho sin perder el control de sus activos ni diluir su identidad como empresa peruana.
Detrás de esta expansión está una lógica clara: en un mundo cada vez más competitivo, la escala y la diversificación son herramientas esenciales. Pero también hay una narrativa menos evidente, más estratégica: una empresa que supo leer su momento, aprovechar oportunidades de compra y consolidar un modelo de negocios que combina eficiencia operativa, arraigo local y ambición regional.
Hoy, el Grupo Gloria no solo lidera el mercado lácteo en Perú. También ha demostrado que las empresas latinoamericanas pueden competir, invertir y crecer en su propia región con visión de largo plazo. Y eso, en tiempos inciertos, ya es decir mucho.
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