A estas alturas del siglo XXI es incuestionable que los recursos natur...
El relevo de José Salardi del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y su reemplazo por Raúl Pérez Reyes, ex titular del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, cayó como un baldazo de agua fría en la sociedad y en los gremios empresariales, en el momento en que la economía se recuperaba y se desarrollaban algunas reformas que parecían apuntar a dejar un legado interesante en el gobierno de Dina Boluarte. No hay una explicación atendible para el cambio de Salardi a menos que la decisión tenga que ver con la voluntad de la jefe de Estado de seguir en el descontrol del gasto que, durante la gestión pasada de José Arista en el MEF, nos llevó a encender todas las alarmas rojas en cuanto a la trayectoria fiscal del país.
No hay una explicación atendible. Salardi se había opuesto frontalmente a seguir con los rescates financieros perpetuos de Petroperú, la petrolera estatal que no deja de desangrar el erario nacional. Vale anotar que desde el 2017 se acumulan más de US$ 5,000 millones en rescates financieros de Petroperú. Y durante la administración Boluarte y el ministro Arista se han sumado más de US$ 3,500 millones. Bueno, una de las intenciones de Salardi era detener esta sangría de recursos que explican el descontrol del déficit fiscal del Ejecutivo actual.
Algo de eso también puede entenderse del anuncio de Salardi –en coordinación con la propia Boluarte– de eliminar 14 programas estatales y anunciar, incluso, la necesidad de racionalizar gastos en planillas. Y quizá lo más lamentables es que Salardi había sido el promotor de la reforma de la ley de Asociaciones Público Privadas (APP) con el objeto de relanzar las inversiones en infraestructuras; una reforma que eliminaba el laberinto de sobrerregulaciones de los ministerios y oficinas estatales y le otorga un papel rector a Proinversión en el diseño, adjudicación y ejecución de los proyectos.
El déficit de infraestructuras en el Perú suma entre US$ 100,000 y US$ 150,000 millones, según diversas aproximaciones y la reforma de la ley sobre APP se convertía en la herramienta fundamental para relanzar inversiones en este sector tan determinante para el futuro de la economía y el crecimiento sostenido. Salardi incluso había anunciado que se proponía adjudicar inversiones por más de US$ 35,000 millones. Si todas estas propuestas y objetivos se hubiesen materializado habría sido uno de los mejores legados de la administración Boluarte.
Sin embargo, todo indica que el relevo de Salardi tiene la intención de continuar manejando el gasto público con criterios políticos y populistas. El MEF del ministro saliente, al parecer, había recuperado el antiguo protagonismo del sector frente a otros sectores que presionan por el gasto fácil y, de una u otra manera, esa posición es inaceptable para Boluarte.
Más allá de que la recaudación fiscal está en franca recuperación vale recordar que, durante la administración Boluarte y la gestión de Arista al frente del MEF, el déficit fiscal se salió de control luego de más de tres décadas de reforma económica y disciplina en esta variable. Antes del gobierno de Pedro Castillo el déficit público se mantenía en el orden del 1% del PBI, pero luego se salió de control poniendo en peligro incluso nuestros grados de inversión ante las calificadoras de riesgo.
El 2023, por ejemplo, se proyectó un déficit fiscal de 2.4%; sin embargo, al cierre presupuestal esta variable se incrementó al 2.8% del PBI. Para el 2024 el Marco Macroeconómico Multianual consideraba un déficit de 2% del PBI, pero el Ejecutivo lo incrementó a 2.8%. Sin embargo, se cerró con un hueco fiscal de 3.6% del PBI.
En cualquier caso, José Salardi era un ministro de Economía que pensaba con criterio técnico, pretendía racionalizar el gasto y, sobre todo, relanzar las inversiones en infraestructuras mediante una reforma integral del sistema de las APP. En el gobierno de Boluarte hubo oposición a esta lógica y la administración actual perdió la oportunidad de dejar un legado que todos los peruanos recordarían. Lamentable.
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