¡Terrible ofensiva contra la industria alimentaria!

El actual modelo económico —que ha reducido la pobreza del 60% de la población a solo 20% en base a la inversión privada— ha generado una industria competitiva y globalizada que representa alrededor del 14% del PBI y que es una fuente fundamental de empleo. Sin embargo, en los últimos tiempos la industria alimentaria ha comenzado a ser víctima de ataques de diversas ONG y entidades vinculadas a la industria de los alimentos procesados de los países desarrollados. El objetivo: reducir la competencia y avanzar en los mercados emergentes.

Los sectores que buscan debilitar a la industria alimentaria en los países emergentes promueven el sistema de octógonos que ha sido aprobado por el Ejecutivo, y que únicamente alertan de los niveles altos de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans en los alimentos procesados. Es decir, un sistema que contraviene todos los principios del Codex Alimentarius —aprobado por 188 países—, que señala que las etiquetas no deben causar temor, sino que deben educar, hacer pedagogía.

Antes de promulgarse el sistema de octógonos, el Ejecutivo observó una ley del Congreso que sancionaba el semáforo para las etiquetas: sobre la base de los colores rojo, amarillo y verde se alerta sobre los niveles alto, medio y saludable de azúcar, sodio, grasas saturadas y grasas trans. Las etiquetas informativas y el semáforo son los sistemas que se utilizan en los países que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y en todos los países desarrollados que tienen los estándares más altos de salud y la mayor esperanza de vida. ¿Por qué entonces el Perú se ha embarcado con los octógonos, un modelo que solo se aplica en Chile por las presiones de la izquierda, antes de que Piñera ganara la elección nacional?

Todo empezó en el 2013 cuando en la administración Humala se publicó la Ley N° 30021, que regula el etiquetado de alimentos, la publicidad y la venta en locales escolares. El objetivo de la norma eran los alimentos procesados, no obstante que solo representan el 10% de la ingesta total. El argumento: el aumento de la obesidad, a pesar de que más del 46% de la niñez peruana sufre de anemia. ¿Qué pasa con el 90% restante de la ingesta que vuela en sodio y grasas en los lomos saltados, en los anticuchos, en los arroces con pato y en las dulcerías? ¿También se va a afectar al boom de la gastronomía, uno de los emblemas nacionales?

Vale anotar que esta ofensiva en contra de la industria alimentaria empezó en junio del 2017, cuando las autoridades de Panamá observaron que el producto lácteo de una empresa peruana tenía en la etiqueta una vaca, no obstante que la ley panameña no lo permitía. Las autoridades de ese país resolvieron que la empresa retire la imagen y le otorgaron 60 días mientras se agotaban las existencias. Eso fue todo.

Sin embargo, en el Perú algunos políticos y una peligrosa unanimidad mediática consideraron que era hora de atacar a la empresa, invocando supuestos daños a la salud pese a que el producto se ceñía estrictamente a la resolución de Digesa del sector salud. Pocos días después, ya solo no se atacaba a la mencionada empresa sino a todos los alimentos procesados. En este contexto, los defensores de los octógonos señalaron que se debía reglamentar la Ley N° 30021, no obstante que el Código de Protección y Defensa del Consumidor regulaba el asunto desde el 2010.

En el preciso momento en que el clima de inversión se deteriora gravemente, el Ejecutivo y el Congreso deberían armonizar una legislación a favor de etiquetas de acuerdo al Codex, sobre todo considerando que los octógonos aplicados en Chile han incrementado la obesidad en un 7%. No hay un solo argumento válido para justificar los octógonos, más allá de las leyendas e inexactitudes de la izquierda.