Jose Azalde
Argentina 2025: Elecciones y riesgo político
Al gobierno se le está agotando el capital político

En este año Argentina tiene elecciones provinciales y legislativas. Con la victoria de Fuerza Patria (peronismo y aliados) sobre el oficialista La Libertad Avanza, se exacerban las críticas al modelo implementado por Javier Milei; específicamente sobre los beneficios, en un momento en que el control de la inflación viene de la mano con una reducción sustantiva de la capacidad de gasto de las familias argentinas. Incluso desde el propio oficialismo se pide un relanzamiento o reestructuración de la actual dirigencia que incorpore a liberales de la vieja guardia y saque a los aliados que se sumaron al proyecto luego de la victoria de Milei en 2023.
Las semanas preelectorales fueron movidas para los mercados. En la narrativa oficialista, esta situación tiene como origen el temor de los inversionistas a un retorno del peronismo K mediante holgadas victorias tanto en las elecciones provinciales (sobre todo en la Provincia de Buenos Aires) como en las legislativas (posibilidad de una limitación del poder de veto del oficialismo en las cámaras frente a leyes que pretendan romper la estabilidad fiscal). Sobre el “riesgo kuka” (denominación usada por el oficialismo), recomiendo leer el discurso de Javier Milei en la presentación de los “Voceros de la Libertad” de la Fundación Faro.
Desde la oposición se cuestiona la sostenibilidad del modelo: los dólares recibidos del FMI y otros organismos no le servirán a Milei si no se genera una real reactivación de “la micro”. No bastaría solamente la motosierra para lograr superávit fiscal y crecimiento económico - productivo. Se necesitaría implementar un programa que encadene dentro del país las potencialidades (que no son pocas) de la Argentina. Para una lectura más amplia de esta aproximación recomiendo leer el artículo de Martín Burgos denominado “El próximo colapso”.
Muchos analistas (incluso el FMI) coinciden en que el modelo tiene que generar bases que sostengan las reformas, las mismas que se operativizan mediante consensos políticos. En tal sentido, se puede observar que esa no fue (ni es aún) la línea política del gobierno, quienes parecen apostar a una victoria electoral aplastante que haga innecesario todo acuerdo con el arco político que Milei denominó la casta.
¿Qué riesgos aparecen en este escenario político volátil? 12 puntos sacaron el peronismo y aliados por encima de La Libertad Avanza. En términos relativos, el peronismo mantuvo su capital político. En cambio, el oficialismo perdió su capital político (en la anterior elección provincial, entre La Libertad Avanza y Juntos – la alianza macrista de centro derecha – sacaron juntos aproximadamente el 50%). Las denuncias por actos de corrupción de altos funcionarios públicos, una evidente y desgastante pugna interna por el poder dentro del aparato estatal, así como los cuestionamientos sobre la viabilidad del modelo pasaron factura a los liberales-libertarios de Milei. Por el lado de los empresarios, el gobierno tampoco actuó estratégicamente con los que Milei calificó en su momento de “héroes”. Unas semanas antes de la elección, uno de los hombres más importantes del presidente, el ministro de Desregulación Federico Sturzenegger, acusó al presidente de la Cámara Argentina de Comercio de “casta” y de usar la justicia para mantener sus privilegios.
Si la elección en la Provincia (la provincia más importante del país) es una proyección de una tendencia nacional en gestación, estaríamos ante un cambio en el balance del poder que rompería el equilibrio que permitió a Milei mantener una aprobación de aproximadamente el 50% desde que asumió el mandato. Esta reconfiguración política implicaría un reordenamiento de las alianzas, una ineluctable modificación del rumbo económico (no obstante lo afirmado por el propio Milei el día de los resultados), el fortalecimiento de los contrapesos (poder judicial, legislativo), la capacidad de presión de sindicatos y el movimiento social, así como la lucha por el sentido en el plano de lo mediático (fuera de las redes sociales).
El punto medio sería un bloqueo que impediría a Milei continuar con sus reformas por carecer de mayoría y de acuerdos, así como el Congreso y los gobernadores opositores asumiendo un costo político igual o mayor que el de Milei (“la casta quiere mantener sus privilegios”, que ya le dio resultado en su momento) y sindicatos que presionen, pero sin lograr una desestabilización total.
En ambos casos, el juego de contrapesos condicionaría el éxito o el fracaso del programa económico, más allá de las posibles contradicciones endógenas del modelo. Un escenario ideal para el gobierno implicaría un equilibrio institucional que haga sostenibles las reformas, pero todo apuntaría a una larga etapa de reordenamiento (si existe voluntad política) o de intensificación de la confrontación que genere una huida hacia el dólar como moneda de refugio, subida del riesgo país, deterioro de las reservas y una contracción de la actividad económica.
No debemos olvidar que el J.P. Morgan sostiene que la recuperación económica será real, pero tardará, deslizando la posibilidad de un segundo mandato de Milei para sostener las reformas. La realidad es que al gobierno se le está agotando el capital político para llegar incluso a la mitad de su primer mandato con relativa estabilidad.
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