Aldo Llanos
El derecho de los padres a elegir: ¿Derecho o censura?
A propósito de una multa de Indecopi
Recientemente Indecopi emitió un fallo sancionando a un colegio de Lima por disponer de veintiún libros considerados “inadecuados” en su biblioteca. En primera instancia, la Comisión de Protección al Consumidor N°2 determinó que no se siguió el procedimiento de adquisición de textos, el cual debe contar con la participación de los padres de familia para su aprobación.
Además, buena parte de dichos libros ya han tenido problemas en los mismos EE.UU., (país bajo cuya bandera funciona el colegio), en dónde las juntas escolares (school boards) de varios distritos los han objetado. Por ejemplo, en muchos de estos se narran escenas sexuales sadomasoquistas explícitamente y en uno –incluso gráficamente–, se ve felaciones con juguetes sexuales entre dos varones autopercibidos como mujeres. ¿Esto es lo que un niño de middle school (11 años en promedio) debe tener disponible en la biblioteca de su colegio?
Cabe agregar que las juntas escolares son elegidas por los votantes locales, y permiten que los padres de familia influyan en las decisiones sobre las incorporaciones en las bibliotecas escolares, en un claro ejercicio de democracia participativa. En efecto, la creación de dichas juntas permite que las comunidades participen en los programas de educación y no se vean avasallados por el Estado o por un reducido grupo de “expertos en educación”.
Pues bien, ante ello, no han faltado las voces de quiénes se han quejado ante esta medida con argumentos tales como:
1.- Se está violando el derecho a la información y el acceso libre a las ideas, restringiendo a que los estudiantes “piensen críticamente”, “exploren diversas perspectivas” y “formen sus propios criterios”.
2.- Se están eliminando voces históricamente marginadas como las LGBT, restringiendo la posibilidad de empatía hacia estas.
3.- Se está censurando de modo subjetivo y arbitrario porque, al permitir que los padres decidan retirar libros a partir de sus valores, se está abriendo la puerta a que cualquier tema considerado “incómodo” sea eliminado.
4.- Se está estableciendo un precedente peligroso para la democracia ya que todos los regímenes autoritarios suelen empezar controlando la cultura y la educación.
Sin embargo, dichos argumentos pueden ser confrontados con los siguientes contraargumentos:
1.- ¿Es la libertad intelectual absoluta en menores de edad? No. La libertad de expresión y de información es importante pero no aplica de igual modo para niños y adolescentes. Por ejemplo, en la actualidad la sociedad ya regula los contenidos según la edad en películas, música, videojuegos y sitios web; incluso toda buena librería que se precie de serlo, tiene una zona infantil. Por lo tanto, controlar la disposición de ciertos libros en una escuela no es necesariamente una “censura” sino una protección pedagógica que asegure que los materiales sean adecuados a la edad de los menores.
2.- ¿Todos los hechos de la realidad deben mostrarse en una escuela? No. Decir que “la escuela debe preparar para el mundo real” puede ser exagerado. No todo contenido contribuye al aprendizaje. En ese sentido, los padres, junto a los docentes, pueden decidir cuándo y cómo introducir ciertos temas sin negar su existencia, sin necesidad de exponerlos arbitrariamente.
3.- ¿Se está intentando silenciar voces de una diversidad minoritaria? No. Se trata de elegir materiales apropiados. En efecto, retirar un libro de la biblioteca no equivale a prohibirlo en la sociedad, dado que los estudiantes y sus familias pueden acceder a estos por otros medios. Por lo tanto, el debate frente a la resolución de Indecopi no es “si deben existir tales libros o no”, sino si estos deben formar parte del currículo o estar disponibles sin restricción en las escuelas sin el consentimiento de los padres. Se trata de una cuestión de contexto educativo, no de censura cultural.
4.- ¿La censura propiciada por los padres es subjetiva y arbitraria? No. La subjetividad y arbitrio también operaron cuando alguien en el colegio decidió incluir esos veintiún libros. Por lo tanto, permitir que los padres participen en esa decisión equilibra el rol subsidiario de la escuela evitando que esta dependa únicamente de administradores con un sesgo ideológico.
5.- ¿Se está desincentivando el pensamiento crítico en los estudiantes? No. Los estudiantes no siempre tienen el pensamiento crítico necesario, ya que están en formación. Decir que los libros “no adoctrinan” es ingenuo, y en mi experiencia docente puedo constatar que los adolescentes en muchos casos no poseen criterios claros y efectivos para identificar una ideología. Presentar ciertos temas sin suficiente madurez o guía puede confundir o moldear actitudes. Por eso, con razón muchos padres creen que es mejor posponer ciertos materiales hasta que los estudiantes puedan analizarlos con mayor profundidad.
6.- ¿Con acciones como esta se está socavando la democracia? No. Los padres de familia tienen el derecho democrático a definir sus valores educativos y elegir una escuela en consonancia con su propuesta formativa. Gracias a Dios existe la libertad de mercado, en la que se puede elegir una escuela de acuerdo a los valores que cada familia profesa. En ese sentido, si la escuela empieza a proponer una línea no buscada, los padres tienen todo el derecho a reclamar y a que su reclamo sea atendido. La democracia también implica autonomía local y responsabilidad parental, no solo libertad absoluta.
Mientras tanto, el debate continúa y peligrosamente se está empezando a materializar una falsa dicotomía: libertad de lecturas propuestas versus derecho de los padres. Todo colegio tiene el deber de hacer visible y legible su ideario. Y los padres que se matriculen en estos colegios, deben ser responsables de asumir el ideario del colegio.
















COMENTARIOS