Iván Arenas

El mundo popular y emergente en disputa

Ante el debilitamiento del fujimorismo

El mundo popular y emergente en disputa
Iván Arenas
13 de febrero del 2019

 

De alguna u otra manera el debilitamiento de Fuerza Popular va a tener consecuencias políticas y, sobre todo, electorales. Nadie puede dudar que el antifujimorismo desarrolló (y aún lo hace) un linchamiento mediático, jurídico y político —semejante a una guerra de religiones—, de vetos y exclusiones, cuyo resultado ha sido la reducción a una mínima expresión del fuerzapopularismo. Quizá otra verdad más grande que una cordillera sea también que el fujimorismo demostró su falta de pericia y madera para la política, y para montarse sobre una lectura de la sociología que le era, hasta hace poco, favorable.

Cuando señalamos que el adelgazamiento de fujimorismo —producto de linchamiento y los yerros propios— traerá consecuencias se debe a que es altamente probable que haya una dispersión del voto naranja en el mundo popular y emergente, que vio en el fujimorismo una legítima representación política. Aún ahora, los sociólogos de izquierda no han podido descifrar las claves de la permanencia del fujimorismo en ese mundo popular, revelando que las anteojeras ideológicas evitan la compresión hasta en el jet set académico.

Pero, ¿adónde irá ese caudal de votos —que provenían de los sectores C, D y E— que fortaleció al fujimorismo en sendas elecciones y que al parecer empieza a dispersarse? Si hay algo que debemos indicar antes es que ese mundo popular, a diferencia de las tesis del pensador zurdo de la facultad de sociales, no necesariamente se emociona con los colectivismos de toda índole, sino que existe allí una racionalidad pro capitalista (capitalismo popular). De allí, por ejemplo, que en los conos (o las Limas) y en las regiones (Puno, Huancayo, Arequipa) triunfe el capitalismo plebeyo. Hay algo más. Quizá la novedad es que en los sectores populares existen posiciones conservadoras en la cultura, la religión y la educación.

No obstante, así como existe una racionalidad económica, social y cultural, en el mundo popular también pervive un humor anti establishment que emerge cada vez que hay una elección presidencial, porque es el momento en el que colisionan los dos países: el Perú oficial y el Perú real. ¿Cómo así? A pesar de que el mercado ha podido romper varias de las cordilleras que separan a los dos países, todavía persisten varias de las viejas rencillas entre los dos Perúes. De allí que, a pesar de todo el relato del mestizaje que se intenta instalar, el racismo no silencioso es parte de lo cotidiano. No obstante que el crecimiento de la economía engordó a las clases altas y medias como jamás en la historia, el racismo se ha mantenido y es una tara que impide aún el sello como una nación única. Hay racismo en las izquierdas mesocráticas como en las derechas mercantilistas del Perú oficial.

Este humor anti establishment, que dejará el fujimorismo debilitado, puede ser recogido por cualquier actor político que se acerque un poco a la sociología y deje de lado las anteojeras ideológicas. Quizá un ejemplo serían los mineros informales, al que el Perú oficial los condena, que son traducidos intelectualmente por Hernando de Soto y que podrían votar por Goyo o Antauro, o por alguien que defienda el mercado a rajatabla (algo así como un Bolsonaro peruano). En ese mismo sentido se puede señalar lo que sucede en Puno, donde el capitalismo cholo triunfa, pero uno de cada dos puneños votaron por el socialista Aduviri.

Es decir, este humor anti establishment del mundo plebeyo y popular no tiene que ver necesariamente con el mercado, sino con el espacio público, el Estado y, sobre todo, contra el Perú oficial y sus herencias de exclusión. Quién interprete mejor este humor anti establishment del “otro Perú” podría ganar las elecciones.

 

Iván Arenas
13 de febrero del 2019

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