Jorge Varela
Manipulación ilustrada
Tentación de cientistas sociales y articulistas políticos

La publicación abundante de artículos, de análisis, columnas de opinión, ensayos breves y variados comentarios en los medios de comunicación impresos o audiovisuales, preferentemente en las páginas y espacios editoriales, está influyendo para que los lectores (y auditores), desde diversos enfoques, cuestionen el núcleo de las ideas allí expuestas y, a veces, desnuden el origen del juicio subjetivo presumiblemente distorsionado del articulista firmante. ¿Existen motivos que expliquen este comportamiento discrepante? ¿Constituye éste una expresión de disidencia intelectual, personal y social? ¿O es un efecto adicional paralelo acogido por esa telaraña envolvente de las redes sociales? Es lo que se mostrará enseguida.
Ventajas y privilegios de los articulistas
Diversos especialistas, académicos, políticos, cientistas, filósofos, jurisconsultos y articulistas en particular, suelen estar habituados a nadar casi a diario, en las aguas agitadas de esa gran piscina al aire que significa la expresión pública libre. No son los únicos, también algunos ciudadanos inquietos y altivos se atreven a enviar sus planteamientos y puntos de vista, que verán la luz cuando cuenten con la gracia de no ser invisibilizados por los responsables de editarlos. No obstante, es notoria la sobreabundancia de opinantes privilegiados, quienes hasta gozan de una especie de fuero que les permite ignorar a quienes tienen la osadía de elaborar una réplica fundada o formular un contraargumento a sus posturas. Basta seguir la transcripción de sus escritos para constatar cómo se manejan estos articulistas expertos en disparar desde trincheras editoriales fortificadas: cómo eligen el tema, el objetivo táctico-estratégico, el personaje, la posición, la situación a ensalzar o derribar, la trama argumental.
Atributos característicos del plantel
Del plantel de columnistas de profesión, al que no es fácil pertenecer, unos se destacan por la agudeza e ingenio de sus enfoques, otros por la profundidad de sus análisis; no faltan los adictos a enredarse en la polémica simple y estéril, ni los que han sido esculpidos por el cincel del viento cambiante que sopla a favor o en contra de sus concepciones. De todo hay en esta fauna de seres provistos con esa luz refulgente del mérito y la magia de la inspiración. No obstante, del elenco mencionado destacan aquellos cuyo discurso reflexivo sobresale por un contenido que logra despertar conciencias que aletean desorientadas sobre la planicie dura de la existencia contemporánea, transmitiendo cordura, sensibilidad y esperanza de futuro en sus deducciones.
Para escribir de modo fundado y subir al cielo donde residen las grandes ideas, hay que hacerlo desde el predominio de una razón objetiva, desde la escala del pensamiento reposado. No todos tienen la sabiduría necesaria para ello; a veces son impacientes, pierden el punto de equilibrio, se precipitan o les falta la escala señalada.
El juego dialéctico en suspenso
Como usted se habrá percatado, un enfoque puede ser controvertido y suscitar reacciones positivas o negativas en el lector (o auditor); quien está impedido de reaccionar inmediatamente, según se desprende de lo expuesto precedentemente. Son casos en que la posibilidad de diálogo queda diferida. El juego dialéctico se posterga. Es lo que explica el auge de las redes sociales.
Esta situación desigual que favorece al autor de un artículo debiera ser razón suficiente para exigirle prudencia, cautela y objetividad, sin que reduzca su autonomía, ni lesione su independencia intelectual. El pensamiento lúcido –el razonamiento coherente, lógico– y el lenguaje claro -el modo de expresarlo- son determinantes en la tarea de exponer un punto de vista, de dar a conocer una opinión certera.
Por eso sorprende que no pocos columnistas se empecinen en recorrer los túneles del subjetivismo e insistan a la vez en emitir argumentos falaces acudiendo a la verosimilitud, como categoría de certeza inamovible, desechando la vía abierta de la veracidad indubitable, aunque en el mundo político se hable de verosimilitudes, no de verdades absolutas. Nótese, eso sí, que se trata de actitudes relativistas repetidas, de posturas que afectan la órbita de lo ideológico-fáctico, donde el lenguaje de lo ético pareciera suspendido casi para siempre.
La sociedad de la autonomía
La sociedad en que coexistimos –la de la imagen, del tiempo veloz y breve, del celular, del software, de la inteligencia artificial–, al disolver las formas comunitarias abandonó la disciplina retórica entendida como arte de la persuasión, desechó esa pasión por la búsqueda sagrada de lo verdadero y justo, y optó por precipitarse al vacío nebuloso de la ‘autonomía personal’ donde cohabitan el error y la verdad. Por los senderos y quebradas interiores de este ámbito un cúmulo de articulistas notables se ha acostumbrado a deambular peligrosamente, confundiendo en su tránsito el sentido de los verbos orientar y manipular. Es el grupo dilecto al que la tentación perversa atrapó.
COMENTARIOS