Pedro Corzo

Nicolas Maduro en salmuera

Entre sanciones, recompensas por su cabeza y la presión internacional

Nicolas Maduro en salmuera
Pedro Corzo
01 de septiembre del 2025

 

Por supuesto, se trata de una especulación, pero tengo la percepción de que el déspota venezolano ha colmado la paciencia —“le ha llenado el gorro de guizazos”, como dicen en Cuba para expresar hartazgo— de personalidades muy influyentes, con recursos suficientes no solo para derrocarlo, sino incluso para encarcelarlo.

Otra impresión es que hay dictadores nefastos que, sin embargo, logran caer en gracia a ciertos factores de poder. Fue el caso de Fidel Castro, a quien el rey Juan Carlos I de España jamás mandó a callar, a diferencia de lo que ocurrió con el insoportable Hugo Chávez el 10 de noviembre de 2007, cuando en plena Cumbre Iberoamericana interrumpía sin cesar al entonces presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero. Aquella vez, el monarca pronunció el inolvidable y certero “¿Por qué no te callas?”. Curiosamente, hoy Rodríguez Zapatero se desempeña como fiel asalariado de Nicolás Maduro y de otros déspotas.

Dicho esto, y reconociendo que los tiempos han cambiado radicalmente y que las potencias —imperiales o republicanas— deben actuar con cautela, no descarto (aunque tampoco aseguro) que Estados Unidos, aliado con varias naciones latinoamericanas y con el respaldo de sectores venezolanos que sufren la destrucción de su país, termine cobrando a los jerarcas chavistas las innumerables tropelías cometidas. Varias de ellas afectan directamente a la sociedad estadounidense, como el narcotráfico.

Conviene recordar que, en su primer mandato, Donald Trump ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por Nicolás Maduro. Luego, Joe Biden la incrementó a 25 millones, y ahora Trump, en su nuevo ejercicio presidencial, la ha duplicado, alcanzando una cifra sin precedentes: el doble de lo que en su momento se ofreció por el terrorista global Osama Bin Laden.

Washington también designó al Cártel de los Soles como organización terrorista y a Maduro como su jefe. Esto implica no solo sanciones económicas, sino también el bloqueo e informe a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de todos los bienes e intereses de los señalados que se encuentren bajo jurisdicción estadounidense.

La gravedad del caso se subraya con la acusación de la secretaria de Justicia de Estados Unidos, quien responsabilizó a Maduro de utilizar cárteles para introducir drogas mortales y violencia en territorio norteamericano, calificándolo como uno de los narcotraficantes más grandes del mundo y una amenaza directa para la seguridad nacional. Una definición de este calibre explica la dureza con que la Casa Blanca actúa.

En consecuencia, Estados Unidos despliega actualmente 4,000 agentes —en su mayoría infantes de Marina— en aguas latinoamericanas y caribeñas, reforzados con aviones de reconocimiento, destructores equipados con misiles e incluso un submarino nuclear. Según el escritor José Antonio Albertini, esta maniobra busca presionar a los militares venezolanos para que actúen contra Maduro.

La verdad es que este despliegue tiene mucho más de militar que de policial. Basta considerar el envío reciente de un escuadrón anfibio: una fuerza que podría ser la avanzada de una operación mayor. La historia demuestra que los infantes de Marina no se limitan a tareas de control antidrogas; su objetivo es llevar a cabo operaciones expedicionarias y anfibias mediante armas combinadas, incluyendo infantería, artillería, aviación y fuerzas especiales. La presencia de destructores y marines es, sin duda, una novedad en el combate contra el narcotráfico.

No es habitual tampoco que se confisquen propiedades a un mandatario en funciones. Según la propia secretaría de Justicia, a Maduro le han sido embargados bienes por más de 700 millones de dólares. Una cifra que habla, por un lado, de su habilidad para enriquecerse siendo un ex conductor de autobús; y, por otro, de la falta absoluta de escrúpulos de quienes se declaran enemigos del capital, pero se benefician de él sin límites.

A fin de cuentas, la situación de Nicolás Maduro y sus principales asociados —entre ellos, el temido Diosdado Cabello y los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez— es cada vez más complicada. Todo indica que, en el mejor de los casos, les espera una celda reservada en algún rincón del mundo, con preferencia en la base naval de Guantánamo.

Pedro Corzo
01 de septiembre del 2025

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