Cesar Peñaranda

¿Quo vadis Perú en el periodo 2026-2031?

Será imprescindible un incremento permanente de la productividad

¿Quo vadis Perú en el periodo 2026-2031?
Cesar Peñaranda
26 de agosto del 2025

 

Estamos a poco más de siete meses de que se realicen las elecciones generales y por tanto conocer al nuevo gobierno, un Congreso renovado con senadores y diputados, gobernadores y alcaldes, es decir, nuevas autoridades en dos de los poderes del Estado, así como múltiples distintos empleados públicos de diferente rango. Óptimo sería igualmente decir que suceda lo mismo con el otro poder del Estado, el Judicial, incluida la Fiscalía, pero es muy probable que ello no se dé de propia iniciativa y de seguro se tendrá que esperar surja de una propuesta del Ejecutivo o del Parlamento. 

En este contexto, sería superlativo para el país tener un gobierno y composición del Congreso que nos dé tranquilidad de a dónde va el Perú (Quo vadis Perú) o cómo piensan enrumbar al país, es decir, tener clara la respuesta de la ruta que seguirán en el periodo 2026-2031. Claro que esto se materializaría de manera positiva si la respuesta fuese retomar el rumbo que se marcó a inicios de los noventa, en especial lo establecido en el bienio 1991-92 e incorporado en la Constitución de 1993, más la dinámica lograda en la década del 2000. Se tendrán cinco años claves para rehacer todo aquello que fue afectado, que no es poco, desde el 2011 en que la economía empieza un periodo de crecimiento con ritmo decreciente, que se agrava a partir del 2014 cuando la tasa de crecimiento alcanza apenas 2.4% y que se mantiene alrededor de ella hasta la fecha, razón por la cual califiqué el periodo 2014-2024 como una nueva década perdida, siendo la anterior más reciente la de los ochenta, caracterizada por la hiperinflación y tasa negativa del PIB. 

Pero además, en este quinquenio 2026-2031 lo fundamental será consolidar la democracia y la economía social de mercado, debilitadas ambas, sistema político y económico, respectivamente, que están incorporados en nuestra Constitución de 1993. Para lograrlo es sustancial fortalecer las instituciones y propender a incrementar de manera permanente la productividad de nuestra economía, así como la inversión; sin ello, no habrá nada sostenible en el tiempo, seguiremos con crecimiento anémico, insuficiente para enfrentar los problemas agudos de informalidad, pobreza e inequidad, a la par con la inseguridad, pues están muy vinculados, todo lo cual deriva además en el aumento incontrolable de la minería ilegal, el narcotráfico, la tala ilícita e indiscriminada de árboles, la trata de niños y mujeres, el contrabando, sicariato, extorsión y la delincuencia en general que enfrentamos.

En concreto se trata, en lo que corresponde a las instituciones, que se gobierne en estricto cumplimiento del imperio de la ley, que el estado de derecho sea incólume; mantener la estabilidad jurídica, partiendo por la ley de leyes, la Carta Magna, la Constitución; que se respete sin afectación alguna la propiedad privada y los derechos de autor; que los agentes económicos tengan libertad total de actuar e interactuar, es decir, que funcione el libre juego de oferta y demanda y la libre competencia; que se asegure la universalidad, transparencia y oportunidad de la información, sin restricciones. Para que se logre cabalmente lo señalado para las instituciones, es decir, para que se cumplan las leyes no escritas que regulan la convivencia de los ciudadanos de nuestro país, será indispensable realizar la reforma integral del Estado, de los tres poderes del mismo, en particular del Ejecutivo. Sobre esta última, un resumen de cómo realizar la reforma se puede encontrar en un artículo que publiqué en este mismo portal en abril del 2024 con el título: Reforma del Estado, urgente sí, pero ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Respecto al incremento permanente de la productividad, uno de los motores fundamentales de cualquier economía, es importante precisar que nos referimos a lo que los economistas calificamos como la productividad total de factores (PTF), que en términos simples es la contribución que hacen a la producción todos los elementos que intervienen directa o indirectamente en el proceso, con excepción de aumentos en el empleo y el capital, factores estos que tienen su propio impacto y relación directa con la PTF. En términos empresariales, propender a incrementar la PTF es buscar reducir los costos reales. Si sube de manera continua la PTF significa que estamos utilizando con mayor eficiencia los factores de producción, que se reducen los costos y por ende se gana competitividad en el mercado nacional e internacional. Por esto es que economistas renombrados a nivel internacional señalan que nada es tan importante para el bienestar económico como el crecimiento de la productividad. 

Entonces, si esto es así la pregunta es qué hacemos para aumentarla. La respuesta implica bosquejar un programa económico que en lo sustantivo tenga dos elementos centrales, que tienen que ejecutarse de manera integral y simultánea. El primero es mantener la estabilidad macroeconómica, que en concreto significa perseverar con la política económica en materia monetaria y cambiaria que ejecuta el Banco Central de Reserva (BCR), pero que en lo pertinente a la política tributaria y fiscal, que son responsabilidad del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), es indispensable introducir reformas de fondo que, en el caso tributario, aseguren indicadores razonables de recaudación con la menor distorsión y afectación posible a la asignación de recursos, al aparato productivo y a los agentes económicos, a la par con una política fiscal que con base en una buena gestión distribuya eficaz y eficientemente los ingresos fiscales para garantizar seguridad, salud, educación, disponibilidad de servicios públicos básicos y que propenda a la equidad en la distribución de oportunidades para todos. Debe buscarse una sintonía fina entre la autoridad monetaria (BCR) y el MEF, para asegurar alcanzar el objetivo de crecimiento alto y sostenido con estabilidad. 

El segundo elemento central para incrementar la PTF es concretar las reformas estructurales pendientes, indispensables para pretender crecer con menor informalidad, pobreza e inequidad y, como tal, elevar el bienestar general. Las reformas más relevantes, además de las mencionadas anteriormente, son las orientadas al capital humano, nos referimos a la salud y la educación, vitales para propender a la equidad en la distribución de oportunidades y para aumentar la PTF. A la par con ellas está la reforma laboral, para desprendernos de la absurda, rígida y obsoleta legislación actual, que favorece a un porcentaje menor de los trabajadores. Estas reformas deben ser concebidas como políticas de estado para garantizar su permanencia. 

En este contexto, es viable de manera sostenida impulsar la inversión, que es el otro motor del crecimiento, tanto la pública como privada, en especial esta última pues apuntala el aumento de la PTF, en particular vía la orientada a infraestructura, ingresando así a un círculo virtuoso de mayor PTF y rentabilidad empresarial que conduce a más inversión. Su crecimiento conlleva a la dinámica económica que se busca con creación de empleo e ingresos adecuados y, por esta ruta, la reducción progresiva de la pobreza, pues al final este es un problema de carencia o insuficiencia de ingresos. Para alcanzar lo señalado debe generarse un ambiente de negocios propicio para la inversión, que de confianza, certidumbre y predictibilidad, que en lo sustantivo pasa por ejecutar lo señalado en lo pertinente a las instituciones y la reforma de los poderes del Estado, así como a la PTF, sin lo cual no es posible sostener tasas altas de crecimiento de la inversión, como las alcanzadas en la década del 2000. No es un hipo de esta variable lo que se requiere, si no permanencia.

Finalmente, pero no menos importante, es muy relevante precisar que un gobierno que se aboque a lo brevemente expuesto en este artículo garantiza, sin duda alguna, que en cinco años pondrá nuevamente al país en la ruta hacia un país del primer mundo, que se alcanzaría más temprano que tarde si se persevera en esta dirección. Empero, es indispensable tener en cuenta que ello demanda que el Ejecutivo de turno tenga un equipo de profesionales y expertos calificados, de alto nivel, conducidos por el presidente; pero en especial con la convicción que lo descrito es lo que corresponde realizar y la decisión de hacerlo realidad. Será tarea compleja y difícil por la situación en que se tomará las riendas del país, pero totalmente factible de alcanzar, como la propia historia del país lo demuestra, tal como se efectuó a inicios de los noventa, en un contexto mucho más complicado. 

Para los lectores que quieran profundizar, con cifras y detalles, todo lo que trata este artículo, pueden encontrarlo en mis libros: Agenda Económica para el Cambio, crecer con menos pobreza e inequidad (Editado por el Banco de Comercio y la Cámara de Comercio de Lima, 2008); y,Política económica y crecimiento (Editado por Gestión y Producciones Cantabria, 2017).

Cesar Peñaranda
26 de agosto del 2025

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