Cecilia Bákula

Tacna heroica. Territorio de historia y peruanidad

La Procesión de la Bandera es un símbolo de identidad de la ciudad de Tacna

Tacna heroica. Territorio de historia y peruanidad
Cecilia Bákula
01 de septiembre del 2025


El 28 de agosto reciente recordamos una vez más el momento histórico, ansiado y cargado de dolor y de inmenso patriotismo, cuando en el año 1929 se procedió a la entrega final y definitiva de Tacna al seno de la Patria. Ese territorio cautivo por tantos años, en donde se vivió con más crudeza las consecuencias de la infausta Guerra del Pacífico, recordó el momento en que se suscribió el acta de reincorporación, repitiéndose una vez más la hermosa y sentida procesión de la bandera. Una ceremonia de silencio y de algarabía pues, aunque pareciera que ambas situaciones no pueden darse simultáneamente, en Tacna ese andar de las mujeres, llevando con honor, recuerdo y patriotismo la inmensa bandera peruana, se produce entre el silencio de la evocación y la explosión de alegría por el recuerdo del retorno de esa hermosa provincia a los brazos patrios, de donde nunca debió ser arrancada. De muchas maneras resuena al mismo tiempo el destino de Arica que no puede ser recuperada.

Es necesario tener una memoria que no reduzca los graves hechos del pasado a una mera efemérides en el calendario. Y si bien el Perú es un país que desea vivir con paz interna y externa, es bueno saber que nuestro territorio había sido dramáticamente desmembrado. En los años en que Tacna y Arica estuvieron bajo el sometimiento al gobierno de Chile, vivieron además del cautiverio, un cruel proceso de “desperuanización” que implicó sufrimiento severo para aquellos peruanos que deseaban mantenerse unidos al Perú y luchaban con todas sus fuerzas por obtener el retorno a la “Patria ausente” como la denominaría Jorge Basadre. En su libro “Infancia en Tacna” el historiador recuerda las vicisitudes que su familia vivió no solo en los aspectos materiales, sino también por la voluntad férrea del invasor de impedir una educación con esencia peruanista, a lo que se agregaba el dolor por la violencia en el alejamiento moral y psicológico del Perú. Él recordaba que la suya fue una de las tantas familias obligadas a abandonar su Tacna natal; se les reprendía y amenazaba por los intentos de mantener vivo el amor al Perú distante pues se pretendía borrar todo lo que significara ligazón con nuestra Patria.

Si bien el acuerdo inicial señalaba que el cautiverio terminaría con la realización de un plebiscito que permitiera la expresión de los habitantes de esas regiones sometidas, dicho proceso y consulta no pudo ser realizado. No estaban dadas las condiciones mínimas para garantizar equidad, transparencia y aceptación de la voluntad que hubiera podido darse a conocer y en esas condiciones, la tensión política se hizo crítica, así como la ansiedad de los miles que manifestaban su deseo de retornar a ser peruanos libres. Sobre todo los de aquella población que había sufrido injustamente las consecuencias de una derrota nacional y el ensañamiento de los crueles vencedores. Las negociaciones fueron lentas, dolorosas y cargadas de angustia y se incrementó el escarnio contra los peruanos. Ello llevó a que se produjeran mayor cantidad de expulsiones a lo que se unió una creciente ansia de Patria, una notoria y fuerte peruanidad y por ello aún hoy en día, a casi 100 años de ese momento, la emoción desborda y la enseñanza que en materia de resistencia y patriotismo nos dieron los tacneños, obliga al permanente reconocimiento y agradecido recuerdo.

Fueron las mujeres de Tacna, muchas de ellas viudas, solas y sufrientes de la guerra y el cautiverio, quienes integraban la Sociedad de Auxilios Mutuos, las que insistieron con tenacidad para que se permitiera a los peruanos recordar y celebrar a esa Patria lejana y distante. Ellas lograron que en 1901 se obtuviera la autorización del intendente chileno en Tacna, para que el 28 de julio de ese año se realizara un paseo de la bandera que debía hacerse en estricto silencio, sin otra manifestación que ese despliegue cívico por las calles de la herida ciudad. Ese silenció imprimió mayor sentido y dramatismo a la veneración de nuestra bandera e inflamó más el espíritu de quienes aún vivían en Tacna y Arica y que deseaban pertenecer al Perú. Fue un grito mudo, más potente que miles de voces y que clamaba por las acciones necesarias para lograr el pronto retorno a la Patria.

Año a año, las mujeres tacneñas realizaban esa marcha silenciosa hasta que el 3 de junio de 1929, se suscribió el acta mediante la cual Tacna regresaba a la Patria, pero Chile retenía triste y permanentemente, derechos y propiedad sobre la provincia de Arica, conocido como el Tratado de Lima. Concluyeron años de dolor e incertidumbre y no obstante la pérdida de Arica, la experiencia vivida en las provincias cautivas, es por siempre un símbolo vivo de patriotismo y amor a la Patria. Por entonces, el Perú no estaba en condiciones de negociar; la guerra había destruido entidades, gobierno, economía y, sobre todo, la moral que, por difícil que parezca, se había mantenido incólume en las provincias cautivas. En esa fecha se estableció, además, que el lindero divisorio y limítrofe entre Perú y Chile se denominara “Concordia”.

No es fácil imaginar la tensión que pudo haberse vivido ese día, mientras los trámites llevaban a que las autoridades de entonces recibieran de retorno parte de nuestro territorio ya mutilado y que se aceptara la pérdida de una querida provincia pero, con la suscripción de ese documento todo quedó oficializado, Tacna heróica y libre regresaba a la Patria y el invasor, abandonaba definitivamente nuestro territorio. Se cuenta y recuerda que ese día, toda la ciudad se embelleció con flores y despliegue de banderas, doblaron las campanas de todas las iglesias y nuestros colores rojo y blanco dominaron nuevamente el cielo.

Hoy, luego de casi un siglo, la historia nos recuerda el dolor y el drama de la guerra; la incapacidad de muchos gobiernos por defender al Perú, la presencia de intereses subalternos y la pobreza de espíritu de muchos y ello, al lado de actos de heroísmo sublime, resistencia, patriotismo lo que se vivió no solo en los grandes personajes cuyo recuerdo honra a nuestra Patria, así como en la entrega valiente y la voluntad de miles de peruanos que optaron por la resistencia por mantener sin desfallecer un sano y profundo patriotismo.

Fue en homenaje a esa resistencia tacneña y al significado de lo que denominamos “procesión de la bandera” que el 26 de agosto de 2009 me cupo el honroso deber de suscribir la Resolución Directoral Nacional 1191/INC del entonces Instituto Nacional de Cultura, mediante la cual se Declaró como “Patrimonio Cultural de la Nación a la Procesión de la Bandera celebrada en la ciudad de Tacna por su contenido histórico y expresión cultural que afirma la nacionalidad peruana”.

La Procesión de la Bandera es actualmente un símbolo de identidad de la ciudad de Tacna a la que reconocemos como "Ciudad Heroica", en la que peruanos patriotas sufrieron las consecuencias de la guerra y experimentaron el dolor de la ocupación extranjera; por ello, ese acto es una expresión de grandeza que busca recordar lo vivido, enaltecer el heroísmo y reforzar la identidad regional y nacional.

Este 28 de agosto, como cada año, se ha recordado el retorno de Tacna a la Patria, luego de 46 años de duro cautiverio en los que se dieron muestras de una honrosa resistencia y un indiviso y perpetuo amor a la Patria.

Cecilia Bákula
01 de septiembre del 2025

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