Mariana de los Ríos
“Efectos colaterales”: un hongo peruano en el centro de una conspiración global
Reseña de la serie de animación más original y exitosa del 2025

En tiempos en que las series de animación para adultos parecen haber alcanzado una nueva madurez narrativa, Efectos colaterales (Common Side Effects, en su título original) se erige como una de las propuestas más singulares y estimulantes de este 2025. Creada por Joseph Bennett –también creador de la serie de animación Planeta de recolectores (2023)-- y Steve Hely (Veep, The Office), y producida por Mike Judge y Greg Daniels, esta serie de Adult Swim, transmitida en el perú por HBO– combina el thriller de conspiración con la sátira política, el humor absurdo y la reflexión existencial. El resultado es un híbrido extraño pero fascinante, capaz de sostener la tensión de un relato paranoico y al mismo tiempo hacer reír y abrir un espacio para la contemplación.
La premisa es aparentemente sencilla: Marshall Cuso (con la voz de Dave King), un excéntrico investigador de plantas, descubre el “Blue Angel”, un hongo peruano con propiedades casi milagrosas. Este pequeño organismo puede curar desde la demencia hasta heridas de bala, e incluso revertir la muerte. El hallazgo convierte a Marshall en blanco de las fuerzas más poderosas del planeta: grandes farmacéuticas, agencias gubernamentales y mercenarios privados, que buscan explotar la sustancia para acumular fortunas. Por su parte. Marshall solo quiere compartirla con el mundo y aliviar el sufrimiento humano.
Desde sus primeros minutos, la serie deja claro que no está dispuesta a encasillarse. Pasa con naturalidad de un tiroteo a un número cómico improvisado, de una visión alucinógena al retrato minucioso de la burocracia. Esa elasticidad de tonos está sostenida por un guion que entiende que los personajes importan tanto como la trama: la relación entre Marshall y Frances (Emily Pendergast), su antigua compañera de laboratorio, o la dinámica entre los agentes de la DEA Copano (Joseph Lee Anderson) y Harrington (Martha Kelly) —dos figuras capaces de detener una misión global para bailar en un auto o discutir si el apio es primo o hermano de la zanahoria— añaden matices humanos que desarman el dramatismo del relato central.
Visualmente, Efectos colaterales apuesta por un estilo contrastante. Los espacios de poder —oficinas corporativas, despachos políticos— están pintados con marrones y amarillos opacos, mientras que la naturaleza y las escenas vinculadas al hongo resplandecen en azules, rosados y verdes brillantes. Los pasajes alucinatorios, en los que los personajes viajan a su propio nacimiento o al vacío del cosmos, expanden aún más la paleta y hacen que el espectador oscile entre la fascinación y la incredulidad.
Y en medio de todo esto, el Perú ocupa un lugar inesperadamente central. No se trata de una mención anecdótica a nuestro país: el “Blue Angel” nace de la Amazonía peruana y es presentado como un secreto botánico que conecta con la riqueza de los ecosistemas del país. La serie incluye referencias explícitas a expediciones en la selva, menciona zonas de la sierra como espacios de recolección, y no duda en enmarcar al Perú como fuente de un conocimiento ancestral del que el poder global busca apropiarse.
Hasta aquí, la descripción del universo de Efectos colaterales podría hacernos pensar que estamos frente a una sátira delirante. Pero la serie busca alcanzar el siempre difícil equilibrio entre la comedia y el thriller. Finalmente, hay que señalar la dimensión política del relato. Efectos colaterales es, en el fondo, una crítica feroz al poder de las farmacéuticas y a la lógica capitalista que coloca la ganancia por encima de la salud pública. En ese sentido, la serie resuena con la desconfianza global hacia los sistemas de salud, especialmente después de la pandemia. Pero también corre el riesgo de ser leída como un guiño a teorías conspirativas de Internet. El reto para el espectador es no confundir el juego narrativo de la serie con una validación de esas narrativas engañosas.
Merece destacarse que Efectos colaterales logra algo inusual: un entretenimiento que es a la vez paranoico y optimista, oscuro y luminoso, cómico y perturbador. No es una serie perfecta —ninguna que se atreva a experimentar tanto puede serlo—, pero sí una de las más originales e interesantes de este año. Y para los espectadores peruanos hay un plus: ver a nuestro país inscrito en el corazón de una historia global de conspiraciones, poder y resistencia, aunque sea bajo la forma de un hongo imposible.
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