Iván Arenas
El anticomunismo o el antifujimorismo
La segunda vuelta entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori

A estas alturas es casi seguro que los protagonistas de la segunda vuelta serán Pedro Castillo y Keiko Fujimori. De alguna manera, que las dos candidaturas lleguen al ballotage es una honesta sorpresa, porque si bien Castillo crecía rápidamente en las encuestas, esfumó los sueños de Verónika Mendoza y la denominada izquierda mesocrática. Y el fuerzapopularismo, que se creía extinto en sus peores días, logra resistir y todo indica se empieza a parecer más a un partido de lo que algunos creíamos. En todo caso, ver para creer dijo un ciego.
Al margen de las pasiones que pueden inmiscuirse en el análisis político, con el correr de los días estas se irán alejando y emergerán otras aproximaciones. Y entonces se empezarán a vislumbrar nuevos escenarios y otro gallo cantará. Mientras ello sucede, si tuviéramos que cambiar de mira el análisis actual, diríamos que las dos identidades políticas que pasan a segunda vuelta son el antifujimorismo y el anticomunismo, que tantas aguas han separado.
En tienda perulibertaria se soban las manos y ya empiezan a decir que como el antifujimorismo ha ganado las dos últimas elecciones es casi seguro que esta vez corra la misma suerte. Y de pronto Castillo será el presidente si se echa a andar el tren del anti.
Keiko aparentemente es presa de varios yerros, sobre todo en las segundas vueltas, donde jugaba con las cartas, las reglas y el terreno que el antifujimorismo colocaba. Grueso error. Como en la Batalla de los Bastardos, en la que el impetuoso Jon Nieve entró al choque en un terreno organizado por el enemigo, Keiko entraba a jugar en el fangoso terreno de sus adversarios, donde siempre perdía.
Es cierto que el antifujimorismo despierta hoy pasiones religiosas, pero es cierto también que el anticomunismo es hoy una identidad política muy fuerte que genera aversión en un país como este.
Algunos pensarán que alentar el anticomunismo es promover el “terruqueo” fácil. Si ello ocurriese sencillamente sería un error estratégico. Polarizar entre demócratas y terrucos es fácil para la pantalla grande, pero lamentablemente es el inicio de la derrota. Si Keiko y los suyos siguen esos pasos, sencillamente es hora de que se jubilen.
¿Entonces? Quizá Keiko debe volver a promover el retorno de lo que fue algún día el fujimorismo. Es decir, la alianza con el mundo plebeyo que en la década de los noventa encontró representación política en un partido-caudillo y pudo conectarse con las instituciones liberales, entre otras.
Hoy ese mundo plebeyo simplemente sigue sin representación política y se ha dispersado en muchas opciones. La única manera de ganar es que el fujimorismo vuelva a construir un pueblo, y su alianza desde las propias instituciones populares y el mundo emergente y plebeyo.
Hoy también el sentido común repetido del analista es que Castillo es la expresión del Perú excluido. Quizá exista razón en ello, pero solo parcialmente. En todo caso, no son excluidos económicamente; de lo contrario no se puede entender que Puno, la ciudad fenicia por antonomasia, haya elegido masivamente a Perú Libre. Algo no cuadra.
Como decía líneas arriba, en las próximas semanas se empezarán a ver mejor las estrategias de cada bando; no obstante, del lado de Castillo y los promotores del antifujimorismo, la cosa no es sencilla. La izquierda no estará completamente unida detrás del cajamarquino. De ganar Castillo, Patria Roja se juega la existencia por el control del magisterio; y los demás líderes locales que no son afines a Perú Libre quedarían en minoría.
En todo caso, la unidad no necesariamente es la fortaleza histórica de la izquierda.
¿Anticomunismo o antifujimorismo? La demografía y las clases medias también jugarán lo suyo.
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