Iván Arenas
El cobre, China y el Covid-19
El plan chino de “nueva infraestructura

Parafraseando a Keynes, en el largo plazo no todos estaremos muertos. Si bien a corto plazo, las principales agencias económicas indican que el panorama es aciago, las proyecciones para el mediano y largo plazo para países productores de cobre como Perú o Chile son bastantes auspiciosas. ¿Por qué? Seguramente habrá varias razones, pero aquí queremos referirnos a fundamentalmente a dos.
No obstante, antes vale hacer una observación. Como ya se sabe, la crisis del Covid-19 empezó en China y, como sabemos también, dos de tres toneladas de nuestras exportaciones de cobre van hacia ese inmenso país. En otras palabras, China es el principal consumidor del mineral rojo producido en el país. Una de las razones para una rápida recuperación económica de países productores de cobre como el nuestro en el mediano y largo plazo.
China, a través del politburó del Partido Comunista, ya anunció un plan de estímulos económicos para afrontar y superar la crisis sanitaria del Covid-19 (US$ 344,000 millones, estima Reuters). China continuará desarrollando el plan de “nueva infraestructura” que, si bien contempla inversión en infraestructura tradicional (carreteras, infraestructura ferroviaria, etc), en gran parte se destinará a la producción de tecnologías innovadoras como el 5G, la inteligencia artificial o el Internet de las Cosas. Es más, hoy la “economía digital” china alcanza ya el 40% del PBI; es decir, alrededor de US$ 6,900 millones y crece a un ritmo superior al 12% anual.
Si bien, como decíamos, en el corto plazo la economía china sufrirá una fuerte caída, JP Morgan prevé que en el segundo trimestre –abril, mayo y junio–, empezará la recuperación, con un crecimiento de 57.4%, en tanto que en Estados Unidos y Europa seguirán en recesión (se hundirán entre -14% y -22%, respectivamente). No solamente eso, en el informe del JP Morgan se estima que China podría superar el 5% del PBI para el 2020. Si las proyecciones se cumplen, entonces la crisis económica (que devino de una crisis sanitaria) habrá sido coyuntural y no estructural (detener el avance del virus y controlarlo luego ha sido clave para la recuperación económica). Un dato más: el 98% de las empresas transnacionales ya han empezado a funcionar, y también alrededor de 60% de pequeñas y medianas empresas. Si de letras habláramos, estaríamos ante una “V”: caída y rápido crecimiento.
Para echar a andar el plan de “nueva infraestructura”, China necesita del cobre y otros minerales como el litio, que producen países como el Perú o Chile. Si bien en los últimos días el precio del cobre se recuperó luego de una caída, los pronósticos económicos indicarían que con la recuperación de la economía China y sus planes de expansión hacia una economía más digital, no habría una crisis coyuntural en el sector. Como tampoco la habría en otro sector clave para nosotros: la agroexportación.
La segunda razón por la que el largo plazo parece ser auspicioso es que la pandemia como “Cisne Negro” –Taleb– motivará la rápida transformación hacia el “teletrabajo”, “tele educación” o la “telemedicina”, y todas estas tecnologías requieren de minerales como los que exportamos, sobre todo el cobre. Si bien todo lo anterior puede conjugar un mediano y largo plazo positivo para nuestra economía, lo más importante aquí es lo que se hace en casa. En ese sentido causa un poco de extrañeza que la Comisión Ordinaria de Energía y Minas haya caído en manos de Unión Por el Perú (UPP), el partido en el que Antauro Humala, desde la prisión, ejerce influencia decisiva. ¿Cuáles serán las propuestas de UPP? ¿La pretendida reforma tributaria minera? ¿Mayor participación del Estado en el sector? En fin. En ese largo plazo sí que todos estaremos muertos.
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