Iván Arenas
El futuro de la minería se juega en Espinar
Bono solidario rompería el pacto social

No es baladí decir que el futuro inmediato de la minería moderna en el Perú se está por resolver en la provincia de Espinar, en el Cusco. ¿Por qué lo afirmamos? La razón es simple: si el Estado y la empresa minera ceden totalmente a la exigencia de otorgar el bono de mil soles a cada poblador –como la mayoría de autoridades locales, líderes sociales, comunales y organizaciones no gubernamentales reclaman–, entonces se habrá roto todo principio de legalidad y de responsabilidad. Y la incertidumbre correrá inmediatamente por todo el denominado corredor vial y minero del sur andino.
El problema de Espinar no es el bono de los S/ 1,000 que las autoridades locales y buena parte de la población exige con acciones violentas, azuzada por organizaciones no gubernamentales ideologizadas que están buscando jalar agua para su molino. El problema es mayor porque, como dijimos líneas arriba, si la empresa minera y el Estado ceden a las pretensiones de una parte, se habrá roto entonces el contrato o pacto social que sostiene las relaciones entre el Estado y la sociedad (comunidades, básicamente- empresa minera). He allí el detalle.
Resulta que una parte, (la sociedad y las autoridades locales) determinaron semanas atrás, en una sesión municipal, que el fondo de más de S/ 100 millones que hoy está disponible en el presupuesto del Convenio Marco de Desarrollo de Espinar, se iba a distribuir entre todos los ciudadanos (personas mayores de 18 años). Por supuesto que dicha medida contraviene el marco de legalidad en el que se funda en Convenio Marco; pero sobre todo vuela en mil pedazos el Pacto Social en la zona.
En Espinar –como en Chumbivilcas, Moquegua o Arequipa– los proyectos mineros, al ser tan potentes tanto en inversión como en generación de externalidades, crea contratos o pactos que son aceptados (con duras negociaciones, cómo no) por las partes: sociedad, Estado y empresas mineras. Entonces allí radica la importancia de este convenio marco. Que si se fulmina arbitrariamente por una parte, se rompe el dique de contención y es casi inevitable que un huaico de demandas surja en otras zonas donde existe una relación, virtuosa o no, entre las empresas mineras y las poblaciones.
Cuando decimos que en Espinar se juega la minería moderna y puede ser un hito semejante a Conga y Tía María, no exageramos. Si estalla el marco jurídico y legal del convenio, estalla todo. En ese sentido, es una verdad tan grande como una cordillera que en Chumbivilcas, como en Challhuahuacho, los líderes de las comunidades están observando atentamente si las pretensiones de las autoridades locales son aceptadas. Se frotan las manos.
Ahora, ¿es pertinente un bono solidario? Es otra verdad como una catedral que el Covid-19 ha hecho estragos en la economía nacional y las regionales; sin embargo, Espinar tiene una particular geografía, como un paisaje social. Por ejemplo, la pobreza se ha reducido en 50% en menos de una década, y hay una clase media emergente. La empresa minera no ha dejado de pagar a sus proveedores locales para mantener la paz social, así que la cadena de pagos no se ha paralizado, y se mantiene una economía de comercio y servicios que vive por la minería moderna.
Entonces, el gran detalle es llegar a un acuerdo que esté dentro del marco legal. El alcalde Lolo Arenas está entre la espada y la pared: o se aparta del marco legal o cumple con su palabra empeñada a las comunidades, que hoy lo quieren linchar. Así que negociar con él es simplemente un tema desgastante. Las oenegés militantemente ideológicas empujan a los pobladores a un camino peligroso. Afortunadamente hay todavía gente muy cuerda, inteligente y, sobre todo, sagaz en la zona.
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