Iván Arenas

El virus que cayó del cielo

Ha llevado a su punto más alto la aprobación al presidente

El virus que cayó del cielo
Iván Arenas
24 de marzo del 2020


Hasta hace días el dengue –con más de veinte trágicas muertes– traía abajo lentamente la aprobación del presidente Martín Vizcarra. Entonces llegó eso llamado Covid-19 (los epidemiólogos internacionales se demoraron en nombrarlo así) y volvió a elevar la aprobación del presidente hasta la cumbre temporal. Eso, al menos lo dice una última encuesta publicada el domingo, el mismo día del cumpleaños del presidente, demostrando que las pandemias y las tragedias también son políticas y no solo sanitarias. ¿Por qué no hicieron una encuesta en pleno dramatismo del dengue?

Así, con un respaldo masivo en su actuación frente al coronavirus mundial, Vizcarra ha logrado –eso lo dice la encuesta, repetimos– cierta legitimidad que no había podido mantener luego del cierre del Congreso, otro episodio que lo llevó hasta los cielos en las encuesta de aprobación. En las últimas semanas, sobre todo luego de las elecciones del nuevo Congreso, el vizcarrato había perdido el paso. Las múltiples demandas y problemas de un país complejo se almorzaban la diaria agenda presidencial. La inseguridad ciudadana, los horrendos crímenes y violaciones a menores, y el dengue que arrasaba Loreto y las regiones amazónicas, se estaban tragando la aprobación de un presidente que, para salvarse del descenso, dijo que la pena de muerte a los violadores “se podía revisar”. Algunos vieron allí el fácil discurso para la tribuna. Otros vimos la demostración de que el régimen iba un paso atrás de los problemas del Perú real.

El coronavirus como suceso político, ha relegado todo lo anterior a un segundo plano y le ha dado una oportunidad, un respiro, al régimen. Siempre dijimos que para legitimarse al vizcarrato no le alcanzaba solo el cierre del Congreso. Le faltaba administración, gestión, eficiencia. Demostrar que los 1,000 colegios y los 80 hospitales no eran solo desatinadas promesas presidenciales, sino una verdad. El coronavirus como suceso político ha enterrado todo lo anterior. El dengue, que de momento ha causado más muertes que el Covid-19, ha quedado silenciado. Las quejas de los sindicatos médicos (cuyos líderes son arrestados) sobre la escasez de los equipos de bioseguridad para atender al Covid-19 no se transmiten en directo. Y después de dos días, en los resúmenes de las noticias menos importantes, sabemos de un motín en una cárcel con dos muertos.

Cierta prensa de Lima, que asume las funciones de voceros y relacionistas públicos del Ejecutivo, ha resaltado el acierto del Gobierno en las últimas medidas para prevenir un posible masivo contagio. Que no se diga lo contrario. Vizcarra hizo bien, muy bien (quizá el ejemplo italiano y español le hacían sudar frío). Pero la acertada decisión, que ha unido a la nación como pocos eventos en este siglo XXI, ha quedado quebrada por la pretendida idea del Ejecutivo de volver a la polarización. La oposición “realmente existente” se ha tragado, como quien come un limón, el reciente nombramiento de un ministro de Salud cuya huella digital nos recuerda que es parte de una facción irreconciliable con la otra.

El coronavirus como hecho político nos ha recordado también la existen de los dos países. Ya los sociólogos se habían olvidado de escribir sobre los dos Perú, el informal y el formal, pero el Covid-19 puede más que la sociología. En un principio ambas sociedades –la formal y la informal– aceptaron la cuarentena, pero luego de 8 días de cautiverio los mercados populares volvieron a llenarse. Los politólogos de una corriente ideológica, al instante señalaron la “trasgresión” a las leyes en plena cuarentena; pero omitieron que en la sociedad formal las grandes empresas se zurraron las leyes para constituir los cárteles de la corrupción más grandes después de la corrupción del guano. 

En suma veremos en los próximos el desplazamiento político del vizcarrato. De momento aún no han pedido apoyo a China, país que está desarrollando una campaña de reputación inteligente, ofertando sus servicios y equipos, además del know how, para atender el virus. Quizá no necesite ese apoyo porque ahora los medios, que hacen la campaña permanente de reputación del régimen, ayudan más.

Iván Arenas
24 de marzo del 2020

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