Silvana Pareja
Generación migrante: los jóvenes que redefinirán las elecciones de 2026
En 2026 más de 2,5 millones de peruanos votarán por primera vez

Las elecciones generales de 2026 encontrarán al Perú con un padrón electoral distinto al de hace dos décadas. La migración interna ha modificado la distribución demográfica y, con ella, la correlación del voto. Al mismo tiempo, los jóvenes nacidos en los 2000 participarán por primera vez de manera masiva, conformando casi un tercio del electorado. Según el Jurado Nacional de Elecciones, en los comicios de 2022 los jóvenes de 18 a 29 años representaron ya el 27,4% del padrón, y la Reniec estima que en 2026 más de 2,5 millones de ciudadanos votarán por primera vez.
El cambio no se explica solo por la edad. El INEI y la CEPAL han documentado que la movilidad interna en el Perú es elevada: entre 2012 y 2017, el 10,9% de la población cambió de distrito de residencia. Ciudades intermedias como Trujillo, Arequipa, Huancayo o Chiclayo han recibido flujos migratorios que reconfiguran sus perfiles sociales y económicos. Así, Lima sigue siendo la plaza electoral más grande, pero ya no concentra el poder absoluto. El nuevo mapa electoral se multiplica en espacios urbanos donde conviven migrantes recientes, jóvenes profesionales y trabajadores informales.
En este escenario, la juventud no aparece como un bloque homogéneo, sino como un mosaico de demandas diferenciadas. En Lima y las grandes metrópolis, la agenda juvenil es principalmente pragmática: empleo formal, seguridad ciudadana, transporte asequible y acceso a educación. Factores como el precio del alquiler, las oportunidades de prácticas profesionales y la simplificación de trámites son decisivos al momento de evaluar propuestas. En las ciudades intermedias cobran relevancia la infraestructura básica, la conectividad digital y las condiciones para el primer empleo o el emprendimiento. Y en las zonas rurales y amazónicas, las prioridades giran en torno a la presencia estatal efectiva y servicios públicos cercanos.
La información política circula en canales múltiples y fragmentados. Entre los jóvenes urbanos, TikTok, Instagram y YouTube son espacios centrales para el debate, aunque conviven con radios locales, parroquias, institutos y clubes deportivos en las zonas rurales y pequeñas ciudades. Allí, la ausencia de mensajes claros y accesibles, incluyendo contenidos en lenguas originarias puede abrir espacio a la desinformación. La logística electoral también juega un rol clave: señalética clara, locales conectados al transporte, horarios accesibles e información multilingüe son condiciones mínimas para garantizar la participación efectiva.
Diversos estudios y análisis advierten que no existe un único “voto joven”. Más bien emergen varios pulsos concurrentes: el pragmático-material, vinculado a empleo y costo de vida; el territorial-identitario, ligado al orgullo local y al reconocimiento cultural; el de orden y servicios, enfocado en seguridad y trámites simples; y el socioambiental-bienestar, centrado en salud mental, espacios públicos y calidad de vida. Su peso cambia según el tamaño de la ciudad y la trayectoria vital de cada votante: estudio, trabajo, migración reciente o responsabilidades familiares.
El Perú de 2026 será más urbano, más joven y más diverso. Entre el costo de vivir y el derecho a pertenecer, se definirá buena parte del voto juvenil y migrante. Esa combinación, respaldada en cifras demográficas y en las prioridades que ya emergen, podría ser el fiel de la balanza en las próximas elecciones.
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