Iván Arenas
La construcción de una nueva oposición
Que quiebre las reglas impuestas por el Ejecutivo

En el viejo marxismo se suele decir que un análisis político siempre debe partir de la realidad concreta; es decir, que se debe reducir los supuestos y dejar de lado los sentimientos. Partir siempre de la realidad, por más dura que esta sea. De allí que resulte importante, guste o no, que la oposición se construya en los hechos y no en los deseos.
¿A qué viene toda la larga reflexión anterior? De alguna u otra manera será extremadamente difícil que Vizcarra deje el poder porque tiene la legitimidad suficiente de la opinión pública y porque, guste controla los poderes, incluido el Tribunal Constitucional y a la gran prensa tradicional. Hoy nadie puede dudar que Vizcarra ha concentrado en extremo casi todas las instituciones para sí.
Con las próximas elecciones para un nuevo Congreso, en enero del 2020, la nueva oposición debe construirse, como dijimos, en base a los hechos concretos y no a los deseos.
En ese sentido si bien es importante mantener el argumento de que Vizcarra dio un golpe y es un “golpista”, dicha explicación no tiene mayor destino que quedarse en la misma reducida trinchera. No cuando el golpe tiene más de 80% de aprobación. Repetimos. No es que la denuncia de golpismo no sea válida. Lo que sucede es que no es un relato suficiente.
A Vizcarra le favorece continuar en la frontera golpe versus corrupción porque, como dijimos arriba, el golpe está legitimado y porque puede fácilmente distinguir y colocar a todos sus adversarios y enemigos en un mismo saco: la corrupción. Así es la realidad.
La nueva oposición debe tratar de construir una nueva frontera, una nueva partida de ajedrez y alejarse de las reglas que impone el vizcarrato; es decir, el adversario. ¿Pero cómo se hace lo anterior? Nuevamente veamos la realidad.
Si bien las encuestadoras amigas del Ejecutivo indican que más del 80% de la sociedad está a favor del “golpe”, no necesariamente podemos decir que todo este número está a favor de Vizcarra. No cuando el desempeño del gobierno ha sido hasta ahora deplorable. Asimismo, hay un país plebeyo y popular que desde hace años no está representado políticamente y que no necesariamente se alinea con un gobierno incapaz e ineficiente. El golpe ha tapado de manera momentánea la incapacidad de Vizcarra, pero ello no tardará en saberse.
Es más, para poder continuar con la lógica de amigo-enemigo, y no quedarse desnudo frente a la desaparición del Congreso y que todos los reflectores alumbren hacia su incapacidad, Vizcarra ya empieza a desarrollar un nuevo enemigo: la “clase política”. Pero esto es harina de otro costal.
Ahora la nueva oposición debe pensarse y construirse socialmente. Es decir, en la sociedad. Si continuamos en la línea de que existe un país plebeyo y popular no representado, también vale indicar que este “otro Perú” tiene sus propias instituciones arraigadas. Hoy es difícil negar que en este otro país existe una red de mercados populares con un cariz claramente conservador en temas de familia y religión, y con una marcada demanda por orden y un Estado eficiente. Capitalismo popular, familia, orden y Estado eficiente. Entre este cuadrado está la nueva representación emergente. Allí está el quid del asunto para la construcción de una nueva oposición al vizcarrato que también, hay que decirlo, se ha convertido en el establishment.
Quizá el fuerzapopularismo está hoy sumamente debilitado (aunque posiblemente se recupere) y dejará un vacío que será llenado por algún líder. Acercarse un poco a la realidad es la única manera de articular una oposición social y anti establishment al vizcarrato.
COMENTARIOS