Carlos Adrianzén
Las enseñanzas de este Perú pre electoral
Un buen candidato debe ser capaz de ganar la elección y ser un buen gobernante

La campaña electoral va tomando forma. Y lo hace no solamente a partir de las sinrazones y regulaciones locales, sino también la innegable influencia de otras plazas de ultramar y de otras elecciones vecinas. Incluso, los disparates de un guerrillero colombiano muy impopular pueden dibujar exabruptos. El aludido, al fin de su mandato, quiere sospechosamente comprar armas, además de vociferar y asesinar a un número indeterminado de jóvenes colombianos y peruanos. Todo esto en un inventado diferendo limítrofe del tamaño de un campo deportivo.
Dentro y fuera de Latinoamérica, los realismos mágicos abundan, de modo tal que los invito a soñar por un instante. Asumamos que, en Colombia, Argentina, Bolivia o Perú, los inminentes procesos electorales verán la luz. Que habrá elecciones limpias y que –por lo tanto– sus pueblos elegirán. En estas líneas deseo servir a todas estas naciones y especialmente al Perú. Y pretendo hacer esto enfocando tres lecciones de la evolución económica peruana reciente.
Aquí, no pecaré de la usual miopía. Encauzaremos la historia peruana madura. En periodos quinquenales y usando –y elaborando estimaciones sobre– la mejor data accesible. Cero repetición de narrativas comúnmente repetidas. Pues ¿qué lecciones de particular utilidad hoy nos cuenta el Perú post velasquista?
Somos naciones que deben priorizar el desarrollo
Debemos tener muy en cuenta que la diferencia entre un crecimiento alto y sostenido por décadas y el desarrollo económico de un país es una invención ideológica. No existe. Implican el mismo fenómeno. El camino a la erradicación de la pobreza y el desarrollo siempre implica un alto crecimiento. Si este es irregular o fluctuante ante cambios ideológicos, con reformas o anti reformas de mercado, nada funcionará. Y como muestra la primera figura, cualquier episodio de recuperación será efímero.
Y, ese gran prerrequisito de la supervivencia de los gobiernos de izquierda, la pobreza se perpetuará. Quinquenios de caída implican otros de recuperación. Sí, lectores, luego de las incompletas reformas de mercado noventeras, el Perú no avanzó mucho. Perdimos la brújula: la búsqueda del más alto crecimiento económico posible.
La ceguera económica nos sella
Pocos índices aclaran y profundizan el análisis como los flujos comparados de inversión privada. Y particularmente, su componente emblemático: los influjos de acumulación extranjera directa (ver figura 2). La evidencia empírica peruana resulta particularmente sugestiva. Nuestra historia implica que comparativamente captamos flujos mínimos de este tipo de inversión. No interiorizamos que nuestra baja calidad institucional la espanta.
Compararnos con Irlanda –el mayor ejemplo de éxito en Europa en la actualidad– descubre nuestra flaqueza y tarea pendiente. En términos electorales, un buen candidato no solo implica una persona capaz de ganar la elección, sino un buen gobernante. Un liderazgo que quiebre esta ceguera. Este es el problema del Perú actual (y de Latinoamérica hoy). Aunque el trabajo pendiente resulte enorme, no debe espantarnos.
La envidia de un vecinito
Por todo esto, para los candidatos peruanos y del resto de las naciones latinoamericanas que enfrentan escenarios electorales en los próximos meses, la atmósfera peruana resulta de particular utilidad. El crecimiento (y el estancamiento) deja(n) huellas. El detener las reformas de mercado en el Perú, desde los días del preso Humala hasta la actualidad, no solo comprimen a Lima o borra el resurgimiento muy incompleto del sur peruano. Se asocia a cuadros de deterioro institucional. Esto es lo que básicamente implican las anti reformas de mercado.
Y estos cuadros de retroceso institucional, correlatos de ambientes incumplidores de la ley, burocráticamente corruptos, repletos de regulaciones abusivas e incapaces de asegurar siquiera el orden público, construyen un entorno opresor, empobrecido y estancado. Cuba, Venezuela, Nicaragua y hasta la pérdida de momento en Chile, Brasil o México no resultan casualidades políticas.
No lo olviden, en materia de lecciones de nuestro manejo económico, estos hallazgos implican oro puro peruano. Y en el caso del dañado resurgimiento del sur peruano –que recuperó en una década (2000-2010) 5% del PBI per cápita suizo–, la penosa envidia de algún accidentado vecino. Ojo.
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