Iván Arenas
La izquierda caviar y las elecciones
Se han hundido las candidaturas a las que apostaban

Es altamente probable que dos candidatos que no representan al sector político denominado izquierda caviar entren a la segunda vuelta el próximo domingo. Semejante resultado sería otro golpe a las aspiraciones de la izquierda mesocrática de llegar a una final por cuenta propia. Bajo la presunción de que ningún candidato afín a sus intereses directos lleguen al gobierno el próximo año, el sector caviar ha entrado en trompo, como se dice, y no deja de girar esperando que el desenlace sea peor que el esperado: que sean el fujimorismo y otro opositor tipo Renovación Nacional quienes lleguen.
No obstante, vale recordar que antes, en el 2016, ya dos candidatos que representaban programa de derecha llegaron al ballotage; sin embargo el sector caviar se las ingenió para gobernar sin ganar la elección. Quizá vale agregar que hay una vocación estatalista en la izquierda caviar que lo lleva a manejar los hilos o resortes del poder, como sucedió en las administraciones de PPK y Vizcarra. En todo caso, el Estado es el preciado botín de la guerra política.
El sector caviar tiene directa responsabilidad en la mala gestión estatal de la pandemia. Ya se conoce de sobra que los tecnócratas de Izquierda "hablan bonito", pero gestionan mal los innumerables problemas estatales, porque casi siempre se dejan guiar por las anteojeras ideológicas. El caso de la pandemia es un ejemplo más grande que una cordillera.
Pero el tema es mucho más profundo. De llegar a un gobierno alternativo al establishment es casi seguro que se revelen no solo las responsabilidades directas en la gestión de la pandemia sino además los varios casos de corrupción, en los que más de un funcionario político de Vizcarra y la administración Sagasti tendrán sobradas razones para preocuparse.
Por eso la elección del domingo es crítica para la supervivencia del sector caviar. Para peor suerte, se han hundido las candidaturas a las que apostaban, y solo quedan esperar una segunda vuelta esperanzadora, como sucedió con PPK en el 2016.
La muralla está a un paso de romperse, y la narrativa que soportaba sus políticas y lineamientos está casi quebrada. El Perú de hoy es electoralmente conservador y además rechaza con entusiasmo las políticas desplegadas desde ese Estado que aún hoy los caviares dominan. Esperemos que la muralla por fin caiga.
COMENTARIOS