Iván Arenas
¿Sagasti quiere suspender las elecciones?
La exigua vacunación, por puñados intermitentes, lo confirmaría

Casi al final del gobierno de Vizcarra, un poco antes de su destitución, empezó a correr el rumor de que el otrora Presidente y sus aliados estaban desarrollando una estrategia para suspender las elecciones presidenciales del próximo abril. Según esos rumores, Vizcarra pretendía interrumpir las elecciones presidenciales para quedarse y gobernar con los plenos poderes que le confiere la emergencia sanitaria, derrumbando así la quinta elección ininterrumpida de la historia de la República.
El rumor conspiranoico decía que Vizcarra y el grupo con el que gobernaba querían borrar todas las pruebas de su corrupción antes y durante la pandemia. Hoy todo indica que no fue ni rumor ni conspiración; Vizcarra y su equipo sí querían quedarse. Y la estrategia del moqueguano se truncó solo por la mano salvadora del Congreso. ¿Cómo así llegamos a semejante conclusión?
Quizá toda la revelación del affaire del Vacunagate y la mala gestión de las compras de las vacunas nos den luces de la estrategia de Vizcarra. Ahora sabemos que el moqueguano no avanzó más en el tema de la compra de vacunas a pesar de que el Perú partió con ventajas, en el mercado internacional, sobre Chile y otros países de la región. En todo caso fue Sagasti, en una antigua entrevista, quien dejó caer la revelación de lo anterior.
Y Vizcarra y sus socios no avanzaron más en la compra de vacunas porque –nos atrevemos a sostener– tenían la clara intención de que la crisis sanitaria no termine mientras ellos no cumplieran sus metas. En otra palabras, politizar in extremis la Covid para salvarse el pellejo. Y para ello ya habían proyectado una segunda ola, como la de hoy.
Pensar en todo lo anterior no hace sino remitirnos a cuando Hanna Arendt fue testigo del juicio al nazi Eichman, y descubrió que había una banalidad del mal en este servidor burócrata. Al instante viene la imagen de Vizcarra –"el presidente hecho para todas las crisis"– cuando celebró por todo lo alto su cumpleaños, mientras se confinaba al país y morían cientos de peruanos diariamente. No obstante al moqueguano solo le interesaba cumplir con su misión. Ya en ese entonces tenía un sólido 80% de aprobación.
De no haber sido vacado podemos decir que la estrategia de Vizcarra para quedarse iba en el orden siguiente: mandaría a desarrollar poderosas campañas de propaganda y antipropaganda con dinero público para culpar al Congreso obstruccionista de impedir la compra de vacunas; luego de ello, las mencionadas vacunas no se comprarían debido a los choques entre Ejecutivo y Legislativo. Mientras eso sucedía, una segunda ola –como la de hoy– y una tercera ola vendrían con tal fuerza que resultaría imposible celebrar las elecciones.
Es obvio que en aquella estrategia de la administración Vizcarra se controlaría a la Fiscalía y se influiría en el Poder Judicial, el Tribunal Constitucional y otras instituciones claves y con influencia en la sociedad. Ahora el rumor empieza a tomar fuerza, pero se dirige a Palacio de Gobierno. Ya se empieza a decir que la exigua vacunación con los puñados intermitentes de importación de vacunas es una estrategia del partido de Gobierno junto con su cada vez más diezmado candado Julio Guzmán.
El rumor toma fuerza porque de ganar las elecciones un candidato presidencial opositor al partido de Gobierno –es decir al Partido Morado– se conocerían todos los entuertos y detalles de la gestión de la pandemia –desde Vizcarra hasta Sagasti– que ha tenido momentos de corrupción innegables, y con amplia responsabilidad de los tecnócratas de Izquierda que hoy dominan el ineficiente aparato estatal.
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