Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca el orden glo...
El ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, uno de los líderes continentales en la lucha contra el eje bolivariano del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla e, implacable opositor de las guerrillas de las FARC, acaba de ser condenado, por supuestamente, ordenar manipular a testigos que declaren a su favor ante la acusación de sostener nexos con grupos paramilitares planteada por el senador comunista Iván Cépeda.
La sentencia de la jueza Sandra Heredia puede ser apelada por la defensa del expresidente. Sin embargo, vale anotar que el proceso en contra de Uribe forma parte de los libretos comunistas en la región cuando logran controlar las instituciones judiciales. Sucede en el Perú, en Bolivia y en Colombia en contra de todos los políticos anticomunistas. En este contexto, luego de un proceso de más de una década en que el expresidente Uribe padeció arresto domiciliario y renunció al Senado se produce esta sentencia cuando el gobierno de Gustavo Petro pretende mover cielo y tierra para desencadenar una constituyente en Colombia al mejor estilo de Venezuela y Bolivia.
En Colombia, como en el Perú, las izquierdas ganaron los relatos y las fábulas. En este escenario los héroes y defensores del Estado de derecho se convierten en villanos y son perseguidos, procesados y encarcelados. Tal como lo señala el exvicepresidente de Colombia, Francisco Santos, Uribe fue el primero en acuñar una célebre frase que sirve para hoy calificar al eje de La Habana- Caracas: “el llamado castrochavismo”. Asimismo, asumió el liderazgo de las denuncias en contra de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello.
La sentencia politizada en contra de Uribe incuestionablemente desatará una polarización sin precedentes en Colombia y algunos observadores, incluso, aseveran que la sombra de la guerra civil entre dos sectores de la sociedad comienza a dibujarse en el horizonte. En este contexto, Marco Rubio, secretario de Estado de los Estados desarrolló una defensa abierta y categórica del exmandatario colombiano. “El único crimen del expresidente colombiano (Álvaro) Uribe ha sido pelear sin descanso y defender a su patria. El uso como arma del poder judicial de Colombia por parte de jueces radicales ha sentado ahora un precedente preocupante”, señaló Rubio en su cuenta X. Por su lado, Petro respondió que “una intromisión en asuntos judiciales de otro país es una intromisión en la soberanía nacional”.
A nuestro entender es más que evidente que en Colombia se está reeditando el libreto progresista y comunista que se escenificó en el Perú, con la implacable persecución de Alberto Fujimori y nuestros soldados y policías durante décadas por haber derrotado al comunismo terrorista en los ochenta. Un libreto que se desplegó y se profundizó antes de la llegada al poder de Pedro Castillo y el golpe fallido del eje bolivariano contra de la democracia peruana. ¿A qué nos referimos? El llamado “proceso de paz” en Colombia puso en el mismo lugar a los comunistas terroristas que disparaban contra los civiles, soldados y policías colombianos y empoderó a las oenegés de Derechos Humanos en una estrategia que en vez de defender los Derechos Humanos buscaba bloquear la acción de las fuerzas de seguridad en la defensa de la democracia. En el Perú el llamado informe de la Comisión de la Verdad hizo lo mismo igualando el papel de nuestros soldados en la defensa del Estado de derecho con el accionar criminal del terrorismo.
Por esta razón los demócratas colombianos no deben cometer el error de los peruanos: aceptar pasivamente el uso del Poder Judicial como un arma política contra los opositores. Deben utilizar todos los medios institucionales nacionales e internacionales para evitar la barbarie de convertir a un héroe continental como Álvaro Uribe en un villano perseguido por las oenegés comunistas.
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