Alicia Barco
Betssy Chávez y el “cringe” que nos cancela el humanismo digital
Si no hay ética, la política se convierte en un show de tiktokers
Hagamos un storytime. La política, esa vibe medio boomer que se supone que nos organiza la vida, tiene un glitch masivo. Y ese glitch se llama incoherencia. El humanismo digital no es un meme, es la regla: usar la tecnología y el poder para ser éticos, transparentes y reales. Pero cuando vemos politicians como Betssy Chávez entendemos por qué el sistema se siente tan tóxico y tan fuera de onda. Ella es la opositora de todo lo que defiende el humanismo digital.
Chávez llegó a la PCM con la etiqueta de izquierda de Perú Libre, prometiendo el cambio. Pero su arc político fue un fail total. Su único skill fue la lealtad ciega a Pedro Castillo, incluso cuando el gobierno ya estaba dando red flags gigantes. El 7 de diciembre de 2022 fue el plot twist final, y el más cringe: Ella, supuestamente la segunda al mando, apoyando el golpe de Estado. O sea, literalmente, juró defender la Constitución y luego se paró al lado del dude que quiso cerrarle el Congreso a todo el país. ¿Hay algo más inauténtico que eso? Ese acto no fue solo ilegal, fue la cancelación de su propia ética política. Es el vibe de una persona que eligió el power fácil antes que la ley.
Hemos pasado suficiente tiempo diagnosticando la enfermedad: la toxicidad política alimentada por la incoherencia y el asalto a las instituciones, cuyo punto cúspide fue la implicación de líderes como Betssy Chávez en actos inconstitucionales. El costo de esta enfermedad es la pérdida de confianza, la parálisis económica y la marginación social.
Si el problema es la quiebra ética en el uso del poder, la solución debe ser una reforma institucional quirúrgica que reestablezca la probidad. Nuestro camino hacia una democracia estable y digna no es solo político; es un proyecto de gobernanza digitalmente humana.
El humanismo digital no soporta esa vibe. El contraste es brutal. El humanismo digital te pide rendición de cuentas y transparencia. El humanismo digital busca que los líderes sean auténticos con sus principios, que se guíen por la justicia y no por el interés personal.
El caso Chávez es el filtro de baja calidad que nos demuestra que, si no hay ética, la política se convierte en un show de tiktokers tóxicos. No se trata de hacerle funa por ser de izquierda o derecha; se trata de que violó la ética más básica de la democracia. Y mientras esos políticos sigan en el game, el Perú va a seguir con esa vibe de inestabilidad que nadie stalkeando quiere ver. El upgrade que necesita la democracia peruana es simple: líderes con la misma coherencia que le pedimos a nuestros influencers favoritos, que sean reales y que usen el poder para el bien, no para el self-sabotage institucional.
















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