Juan C. Valdivia Cano

Ética y pedagogía (II)

Una deconstrucción de la ética moderna y la moral tradicional

Ética y pedagogía (II)
Juan C. Valdivia Cano
18 de noviembre del 2025

 

El papel del profesor es decisivo, porque tiene que ser un ejemplo vivo de los valores que pregone, o no, porque no está obligado a pregonar sino a ser. Solo alguien que tiene pasión por algo puede transmitirlo con su presencia, con su cuerpo, con sus gestos, con su lenguaje, aunque no todos los estudiantes lo perciban. Es la autenticidad que irradia como un aura imposible de imitar, pero muy posible de emular recreándola, recreándose, reinventándose uno mismo.

Un profesor así podría hacer posible la enseñanza de la ética moderna académicamente, si se lo permitieran. Porque tiene que ser crítico y creativo no repetitivo o mimético, tiene que tener voz propia u original. No se trata de un ejercicio puramente intelectual, meramente cognitivo, en el que se adquieren algunos nuevos conocimientos y opiniones que antes del “curso de ética” no se tenía. La ética moderna implica, por lo menos para los hispanoamericanos, un cambio radical de paradigmas, en tanto aún predominan los paradigmas tradicionales pre modernos o pre republicanos en la vida social. Un cambio radical es una revolución y una revolución es una vuelta completa, no toma de poder por la violencia, como enseñaron los jacobinos y sus sucesores, los comunistas y los nazis. 

Dos advertencias: 1) lo que se afirma en este caso no tiene la buena intención de ser verdadero u objetivo o científico, lo que expresa es solo un punto de vista, la propia perspectiva individual, siempre condicionada de muchas formas, o por muchos factores. (familia, época, sexo, educación, etc) 2) Los conceptos que siguen solo tienen valor instrumental, son utensilios, herramientas, medios, no fines ni verdades, sirven, o no. Nada más. Si no sirven hay que tirarlos a la basura ¿para qué pelear?

 

Ética moderna

Es una visión del mundo indisociable de una forma de vida, basada en los valores de dignidad, libertad, igualdad ante la ley, propiedad privada. No es ni se basa en una ideología hecha de dogmas obligatorios, sino en la libertad de pensamiento y de conciencia y en la autonomía mental del ser humano como signo de civilización.

 

Moral tradicional

Es un conjunto de normas prohibitivas a partir de una doctrina religiosa, el judeo cristianismo, que se imponen desde la primera infancia sin consulta y pasan directamente al subconsciente del niño, ya que su conciencia está empezando a formarse y es muy frágil, crédula e indefensa. Es ese conjunto de reglas obligatorias, sin justificación razonable, que hemos interiorizado sin darnos cuenta, desde la infancia, que el psicoanálisis llama Superyó, o mala consciencia, o consciencia de pecado, que aquí llamamos “moral tradicional”.

 

Estas son las características de ambas:

La moral tradicional es obligatoria

Por lo menos para los que aceptan, acatan o dicen acatar una determinada moral, sí es obligatoria. Para el resto no, aunque el poder eclesiástico no hace excepciones porque según ese poder, es obligatoria para todos. El sacerdote que administra la moral, es una autoridad en relación al feligrés y así lo asume este último. Sus normas son obligatorias por la autoridad que se le atribuye como emisor al sacerdote, que tiene el poder de dar normas de ese carácter –obligatorio- dentro de una institución, no fuera de ella.

La ética moderna es facultativa

Como se basa en la dignidad y dignidad es derecho y capacidad humana para decidir el propio destino, el cumplimiento de una norma de la ética moderna no es obligatorio porque depende de la conciencia y la voluntad del individuo. Por más saludable que sea una norma (y la salud sea un fundamento de la ética moderna) a nadie lo pueden obligar a inscribirse en un gimnasio, por ejemplo, “por tu propia salud”, como se suele decir.

Cada adulto sabe mejor que nadie lo que le conviene o no. No necesita papá, ni mamá. Los consejos son bienvenidos, pero no te enojes si no los tomaron en cuenta. Porque entonces no eran consejos sino órdenes veladas por la hipocresía. Mejor presentarse con franqueza como lo que son, es más noble.

La moral es generalizante

El poder eclesiástico que administra la moral no hace excepciones. Todos están obligados a cumplirla -incluso los no creyentes- porque la moral tradicional es universal, objetiva, eterna y válida para todos los tiempos y culturas, por lo menos desde el punto de vista de dichos administradores. No, por supuesto, desde otros puntos de vista. 

La ética moderna es individualizante

Un logro de la sociedad moderna es el reconocimiento del principio de individualidad, es decir, que cada uno es –actual o virtualmente- único, singular e irrepetible: la persona humana. Las normas éticas se crean a la medida de los individuos. Por eso las únicas reglas generales que el ser humano debería acatar son las reglas de derecho. Nadie más que nosotros mismos, a través de representantes o directamente, podemos darnos normas de conducta generales y obligatorias producto del acuerdo o el consenso, dentro de un régimen democrático liberal. 

Cada adulto sabe mejor que nadie (que el estado, la familia, el marido, etc) lo que le va o no le va, lo que necesita o no, lo que le gusta o no, lo que prefiere o no, etc. Un ser humano no es intercambiable o reemplazable por cualquier otro, como una botella de Coca Cola rota por otra botella igual. Por eso, nadie tiene la atribución de dar normas generales y obligatorias a los demás o decirles cómo deben vivir, porque lo que es malo para uno puede no serlo para otro, lo que es agradable para uno puede ser desagradable para otro, lo que es remedio eficaz para uno puede ser veneno para otro, etc. Y, obviamente, por el respeto a los principios de dignidad y libertad, cuyo cumplimiento sí es constitucionalmente obligatorio para todos. En el derecho y en las instituciones democráticas, los miembros o participantes pueden darse normas que por acuerdo se les atribuye carácter obligatorio. Es humano, ni natural ni divino. 

La moral tradicional carece de fundamento

¿Por qué para la abuelita es escandalosamente malo moralmente, (pecado), el bikini “hilo dental” de la nieta? ¿Por qué es malo moralmente tener relaciones sexuales ante del matrimonio, como nos decían? ¿Por qué es malo moralmente que una mujer decida abortar cuando ha sido violada o cuando haya peligro de muerte con el alumbramiento ? ¿Por qué es malo moralmente que una mujer separada salga con otro hombre sin estar casada? 

 En realidad las normas que prohíben estas acciones por ser inmorales, parten de la creencia en el pecado como hecho objetivo (independiente de los sujetos) cuando no es más que una idea impuesta ideológicamente por una institución. ¿El pecado está en el bikini o en la cabeza moralista de la abuelita? Según Spinoza, el pecado es solo una idea: “la idea de pecado”, la llamaba. Los sacerdotes que han difundido durante siglos estas creencias, no dan razón alguna para aceptarlas, solo se sostienen en la voluntad de Dios, que es una creencia, una cuestión de fé, como la creencia en el pecado y en el castigo. La moral carece de fundamento racional y, si hay fundamento, la carga de la prueba la tienen quienes creen que los casos citados en el párrafo anterior, son casos de maldad moral, es decir, pecados.  

La ética moderna se funda en la salud

La ética moderna se funda en la salud, porque, a través de la libertad, implica un aumento de fuerza, de potencia, de capacidad para construir, para crear, para producir, para trabajar, etc. La salud, como conjunto de condiciones psicofísicas óptimas, reemplaza a la moral y se coloca más allá del bien y del mal moral después de Spinoza. Todo aumento de salud es un aumento de fuerza, es decir, de vivir la vida cuando está plenamente aceptada, con todo su dolor y su fea negrura. Pero también con alegría y amor.

Juan C. Valdivia Cano
18 de noviembre del 2025

NOTICIAS RELACIONADAS >

Ética y pedagogía (I)

Columnas

Ética y pedagogía (I)

  Demasiadas veces se escucha hablar de “ética&rdqu...

11 de noviembre
Bolivia: microcosmos latinoamericano

Columnas

Bolivia: microcosmos latinoamericano

  “Cero gasto público, cero corrupción&rdquo...

06 de octubre
Educación sexual: polarización, politización, ideologización

Columnas

Educación sexual: polarización, politización, ideologización

  No propongo una verdad, ni apuesto por uno de los polos de dis...

18 de septiembre

COMENTARIOS